Preocupante que la polarización política existente en la presente campaña electoral para la presidencia de la República entre izquierda y derecha llegue a límites insospechados que rompen con amistades, familias, relaciones de parejas e incluso con la sociedad misma en su conjunto. La división reinante en la sociedad colombiana causada por esas diferencias políticas son justificadas y disfrazadas desde las diferentes campañas a través de la desinformación, las mentiras, la estigmatización y la generación de miedos al elector, colocándolos a elegir entre lo que consideran una buena o mala opción para el país; sin respetar que en una sociedad democrática todo ciudadano tiene derecho a creer, opinar y decidir libremente, naturalmente sin atentar contra sus semejantes.
El hecho de que una persona cercana o amigo apoye una alternativa con la que se difiere está bien, ya que cada quien está en su derecho de hacerlo y se debe respetar. Además, en una sociedad construida sobre las bases de la tolerancia se puede debatir y discutir, pero siempre separando las ideas de las personas. No hay que olvidar que la amistad es un sentimiento desinteresado que une a los seres humanos, construyendo lazos de confianza, lealtad, sinceridad, apoyo y afecto; así como la política es el arte de servir, la cual propende en la búsqueda del bienestar general, lograr objetivos colectivos que nos conlleven a mejorar las condiciones de vida de una sociedad para garantizar una convivencia en paz, reconciliados, con satisfacción plena de sus necesidades y el bienestar de toda la gente.
Estos conceptos, amistad y política se complementan y permiten construir una sociedad más equitativa, estable y con unas bases esenciales de nobleza y humanismo. Todo esto para avanzar en el desarrollo y progreso de una sociedad que permita mejorar sus condiciones y calidad de vida.
No obstante, lo paradójico es que mientras la población se enfrasca en un debate insípido en defensa de una clase política ajena a sus necesidades, para ellos el valor de la amistad y lealtad son principios que carecen de valor alguno; pues una vez alcanzado el objetivo se olvidan del círculo de los verdaderos amigos que desinteresadamente lo acompañaron en su propósito, reemplazándolos por una corte de aduladores o comité de aplausos que le festejan todas sus actuaciones, sin importar que estas sean equivocadas. Estas solo interesadas en alimentarle el ego con el fin de garantizar el cumplimiento de los acuerdos establecidos previamente, olvidando que cuando se tiene visión de un proyecto de largo alcance se necesita de aquellas personas que te ayuden a tomar decisiones transparentes, honestas y eficientes, para de esa manera consolidar un trabajo de equipo que aporte al desarrollo de la propuesta que se está construyendo.
Aristóteles manifestaba que hay un tipo de amistad basada simplemente en el interés, carente de afecto entre las personas y esta es una relación en la que se busca un beneficio y que se desvanece cuando ya no hay beneficio que ganar, es decir es una relación utilitarista.
El ejercicio de la opinión política, en el marco del ejercicio de la ciudadanía, no debe afectar los lazos de amistad y de unión en la diferencia, menos cuando se expresa con claridad el pensamiento propio sin agredir ni descalificar al otro, sabiéndonos colocar en su posición, así no compartamos sus ideas, pero que nos permite entenderlo abriéndonos el camino de crecer como personas y mejorar las buenas relaciones que nos une. Los seres humanos podemos ejercer la política sin hacernos daño y nos permite convivir en la diferencia y construir una sociedad cada vez mejor.