Con bombos y platillos varios medios de comunicación dieron hoy un amplio cubrimiento a la noticia de la incautación de camisetas falsas de la selección colombiana en Barranquilla, que dizque pretendían inundar el mercado negro en el país. Hay que ser muy cara dura para celebrar este acontecimiento, cuando para nadie es un secreto que este decomiso obedece a un caso netamente excluyente y comercial.
No seamos descarados, señores. La mayoría de nosotros, los ciudadanos de a pie, no tenemos los 220 mil pesos para comprar esa camiseta blanca, insípida, horrenda, que proviene de un mercado aún más negro que el que mencionan en la noticia de hoy: las maquilas explotadoras de Adidas en Asia, Honduras o México, donde las personas que trabajan allí reciben menos de un dólar al día, como lo han denunciado varias ONG . Yo le pregunto a los representantes de Adidas en Colombia ¿Cuántos empleos bien remunerados ofrecen ustedes a confeccionistas de nuestro país, con beneficios y prestaciones sociales?
Hay que ser muy mala leche para celebrar un presunto operativo ---cuyos intereses son exclusivamente comerciales-- que ha dejado a 500 colombianos sin empleo; colombianos que necesitan sobrevivir a como dé lugar para alimentar a sus familias. O hay que mirar al otro lado: han dejado a más de 3 mil personas humildes, que viven del rebusque, sin una camiseta de la selección Colombia. Porque para nadie es un secreto que muchos de nosotros, que sentimos en nuestro corazón la pasión que produce la Selección, queremos tener una camiseta amarilla o azul o roja, así sea chiveada.