A lo largo del último año, tres eventos han revolucionado la industria gastronómica colombiana. Estos han sido los masters, los cuales consisten en periodos donde algunos de los restaurantes más afamados de la ciudad bajan sus precios para empezar a concursar por el premio al mejor platillo dentro de una categoría determinada.
Tulio Zuloaga, su creador, fue criticado en varias ocasiones por la idea de la reducción de precios. Sus opositores sostenían que el emprendedor iba a causar la quiebra de los gastronómicos. Sin embargo, el resultado fue el opuesto. Las ventas de los restaurantes fueron increíbles, la utilidad para los dueños fue asombrosa y ni hablar de la cantidad de gente satisfecha. ¡Un acierto total!
No obstante, el éxito de estos eventos no es pura casualidad. Existe un fenómeno económico responsable de esto y es la elasticidad. Para no entrar en tecnicismos de economistas, la definiremos como la relación que existe entre el consumo y el precio de un bien. Además, partimos de que a mayor precio de un producto, la gente comprará menos unidades del mismo.
La comida, debido a sus particulares características, es un bien altamente elástico y por ende es más sensible a cambios en el precio. ¿Qué quiere decir lo anterior? Simplemente que una reducción en los precios ocasionaría un gran aumento en las cantidades compradas. Así que reduciendo los precios y la utilidad unitaria de cada platillo se aumentaron las utilidades totales de los restaurantes, llegando a vender hasta 30 millones de pesos en una semana. Esta es la ciencia económica detrás del éxito de la revolución propuesta por Zuloaga.
Teniendo en cuenta lo anterior, ¿todos los restaurantes deberían bajar los precios? Depende, hay modelos de negocios diferentes que manejan curvas de elasticidad diferentes. Lo que es claro es esto puede ser el detonante de una revolución gastronómica, la cual tenga como foco el consumidor y su satisfacción. Se cambiaría el estereotipo donde los restaurantes son un lujo para unos pocos y se convertirían en una alternativa para la gente que no sabe cocinar, pero en ningún momento se sacrificaría el bienestar del empresario. Sin embargo, todo queda en manos de los emprendedores que vean esta oportunidad.