Nada.
Lo que ocurre es que es en el género erótico es una obra menor, nada comparable a “las confesiones de una pulga”, “Fanny Hill”, “la atadura”, “la historia de O” o “Emmanuelle”. Es más una novela romántica con unas escenas pornográficas. (Lo erótico es lo sugerente y lo pornográfico lo explícito). Tiene la ventaja sobre lo histórico que sale en un mundo intercomunicado y de mucha riqueza, lo que hace que las ventas y las ganancias sean multitudinarias. Cuando se editaron “las confesiones de una pulga”, se editaron sólo diez ejemplares anónimos, porque era ante todo un manifiesto revolucionario y anticlerical.
La escena pornográfica de la novela de Durrell, “el amante de Lady Chaterley” tiene el contexto de reforzar el hecho de lo pecaminoso de la unión de ricos y pobres en la Inglaterra victoriana, cuya denuncia es la finalidad del libro. Las escenas pornográficas –hablo del libro- de las Cincuenta Sombras tienen el mismo efecto que la mayoría de escenas de sexo en las películas, atraen la atención pero son absolutamente prescindibles. Ahí está la diferencia entre el género erótico y lo demás. Una obra aún hoy subvalorada porque lo que representa es el tabú de la pedofilia como “Lolita”, es considerada un ícono del género porque aborda esa faceta de las relaciones humanas. Y no trae ninguna alusión a relaciones sexuales explícitas. De hecho Humbert Humbert, el autor de las cartas, anuncia muy temprano que no va a hablar de sexo. Igual podríamos decir de la “Venus de las Pieles”, de Sacher-Masoch, una novela capital en la literatura BDSM o de “La mujer y el pelele” de Pierre Louys.
Es cierto que el látex, los látigos y las cadenas atraen la atención y tienen reales adeptos. Repasemos. Salvo Sade, que merece una mención aparte, La historia de O –tanto en literatura como en su versión cinematográfica- están en el top del género. Lo cual sorprende, dado que es una novela de 1954 que describe con gran realismo ese mundo y pueden seguir los apartes autobiográficos de la Duries en “La atadura”, que nos trae un mundo BDSM creíble. Lo demás es la repetición de la repetidera. Desde la trilogía de la “Bella Durmiente”, hasta los BDSM policíacos de una autora reciente.
Lo cierto es que el mundo de hoy que sale de las ataduras morales impuestas por el cristianismo y las órdenes célibes que condenó el sexo a la alcobas de los padres, impacta contundentemente a la literatura y al cine, quienes tienen que rivalizar con la pornografía y el internet como lo hizo la pintura con la fotografía en el siglo XIX. Ya lo habían anotado los editores de la estupenda colección de la Sonrisa Vertical cuando decidieron suspenderla. El género erótico está de moda, pero como anota la escritora Almúdena Grandes, lo está matando su propio éxito.