Según cifras oficiales, en Colombia hay más de un millón y medio de habitantes de calle, en las diferentes ciudades del país. Una estadística triste, que refleja la cruda realidad social que se vive aún en nuestra Nación.
Porque, pese a que los gobiernos han tratado de reducir la brecha social y disminuir la pobreza y la indigencia, lo cierto es que todavía estamos en pañales, en materia de apoyo a estas comunidades que deben convivir a diario con el hambre, la droga y la muerte.
También porque muchos de ellos han caído en las garras del consumo de estupefacientes, lo que los deja en un constante limbo, mientras la vida les pasa por encima. Hay que decir que muchos de ellos, además, son personas que están en la condición de trabajadores activos, pero que por diversos motivos tienen que caminar las calles, atracando unos, pidiendo limosna, otros.
Por tanto, un país con tantas oportunidades como el nuestro, no puede darse el lujo de tener a una población tan abultada, en la indigencia.Y mientras esto ocurre, los ciudadanos vemos cómo nuestros dirigentes y empresarios, por lo menos algunos de ellos, se apropian de los recursos públicos y se hacen cada día más ricos, a costillas del resto de la sociedad.
Es por eso que me veo en la obligación de proponer un programa social, que permita a estas personas, los habitantes de calle, digo, reintegrarse a la sociedad y comenzar a reconstruir sus sueños y metas.Para nadie es un secreto que existen terrenos baldíos en zonas rurales del país, muchos de ellos apropiados de forma ilegal por grupos armados, narcos y testaferros. Pues, aprovechando esta realidad y que existe ahora una ley que restituye las tierras a sus legítimos dueños, el Estado puede tomar los baldíos para crear granjas de reconstrucción de vida.
Qué son estas granjas, pues terrenos donde los habitantes de calle puedan ser objeto de un proceso de regeneración vital, que incluye salir de la droga y comenzar una fase de capacitación en varios oficios técnicos y tecnólogos, para reintegrarse a la vida laboral. La primera fase, la de dejar atrás las drogas podría durar entre 4 y 6 meses, dependiendo de cada persona. Lo adelantarían expertos en estos temas.
La segunda fase, la de capacitación, la llevarían a cabo entidades como el Sena, con un programa delimitado de oficios y materias que escoja el individuo que desee reconstruir su vida. Y la tercera fase, la de las oportunidades laborales y su reactivación a la vida económica, se haría con apoyo de las empresas nacionales e internacionales, que hay en el país.
Un programa que puede financiarse con recursos del Estado, con una partida especial en el presupuesto nacional, o con apoyo privado, como una iniciativa público privada.Al inicio, se realizaría un plan piloto en una zona del país, con una población de entre 100 y 300 de estos habitantes de calle, para luego replicarlo en todos los departamentos colombianos.
Así, se podría adelantar una verdadera revolución social, y se ayudaría a disminuir la brecha social que azota a una parte de la población colombiana, inmersa en la indigencia.