Ojalá la clase empresarial imitara el buen ejemplo de este gran señor, un empresario exitoso que demuestra con hechos que es posible emprender y ganar mucho dinero, a la par de generar bienestar a trabajadores y a la comunidad en general.
Daes es un hombre que no se ha atragantado con sus miles de millones, ya que ha sido consciente que el dinero tiene, antes que todo, una función social. Además, es un cristiano que va más allá de sus imágenes sagradas, y que predica y aplica el principal de los mandamientos de Dios: el amor.
Aunque es una gota de agua en un aguacero de indiferencia, sin contar con que es la excepción y no la regla, me gustaría que su ejemplo fuera replicado por otros de igual o mayor nivel económico. Este tipo de gestos y muchos otros que hace a diario —por ejemplo, la compra de cosechas y donación de miles de mercados en plena pandemia— son pinceladas de humanidad que apaciguan el hambre y la necesidad de muchos.
Esta crisis afectó a todo y a todos, por eso apenas empezó la cuarentena muchos empresarios redujeron nómina, suspendieron contratos de trabajo, disminuyeron o dejaron de pagar salarios, pero él decidió seguir pagándoles a los empleados de Tecnoglass, sin afectarlos en ningún porcentaje, a plena coincidencia que ese motor económico se paralizó en ventas y producción.
Trabajar con este tipo de empleadores, escasos e inéditos hoy día, debe ser un placer y privilegio. Sus trabajadores deben ver en él casi una deidad. Lo digo porque me he cansado de ventilar judicialmente muchas injusticias a la clase obrera, la cual es golpeada y machucada por seres que no tienen otro fin u objetivo distinto a su riqueza.
Todo esto sin mencionar su extraordinario amor y afecto por Barranquilla y el Junior, ni las obras como Ventana al Mundo y Ventana de campeones; estas son muestra fiel de eso.
Qué grande eres, Christian Daes.
Nota. Este escrito no es patrocinado o subsidiado por él. Incluso, no lo conozco personalmente, ni tengo ningún vínculo (ya sea directo o indirecto) con él, con sus empresas o con sus familiares, y mucho menos quiero nada a cambio; ese no es mi estilo, no lo necesito, nada de eso me interesa. Simplemente lo admiro porque es un extraordinario ser humano.