Básicamente al país lo han dividido en dos: los seguidores del modelo económico ruso y los que quieren las libertades de occidente. Quienes geográficamente están en el centro y hacia el Este del país; se van por los rusos, los cuales fueron sus gobernantes cuando hicieron parte de la Unión Soviética. Una nación de 46 millones de habitantes que se partió en dos hace tres meses cuando el Presidente Viktor Yanukovich, elegido democráticamente, decidió decir no a la firma de un pacto de cooperación con la Unión Europea, y al contrario fortalecer los lazos con Putin y Rusia.
Desde entonces grupos estudiantiles, obreros y otros manifestantes, apostaron sus carpas en la plaza de la Independencia de Kiev, para pedir la renuncia de Yanukovich. Entre protesta y protesta, todo indica que dentro de los grupos de indignados, cuadros más radicales contra el establecimiento comenzaron a infiltrarse y a recibir colaboraciones del exterior para armarse y enfrentar al Ejército ucraniano. Mientras la Unión Europea sancionaba a funcionarios ucranianos por supuestamente ser responsables de las protestas tras no pactar con ellos, desde Moscú se acusaba a países occidentales –entre ellos EE. UU.- de incitar a la población civil a la violencia.
Pero la chispa que prendió el gas para causar el incendio se presentó el pasado lunes, cuando por una reunión internacional que se iba a llevar a cabo en Kiev, el gobierno mandó desalojar a todos los manifestantes de la plaza. Estos no se dejaron y comenzaron a actuar, según medios internacionales, los ciudadanos fueron azuzados por varios intereses ajenos y la batalla campal empezó a hervir el pasado miércoles 19 de febrero. Ciertas fuerzas respaldadas económicamente por el gobierno de Angela Merkel, que desea que Ucrania integre la Unión Europea, otro bando impulsado por el gobierno es Estados Unidos y el oficial respaldado por Putin y Rusia.
La inteligencia de ese país avisó que más de 1500 armas habían llegado a manos de los jóvenes de Kiev, para ocasionar una operación terrorista contra el Estado. Ante ello la orden fue poner francotiradores a lado y lado de la plaza. El resultado: más de 50 muertos y cientos de heridos en un enfrentamiento civil–militar nunca antes visto. Balas perdidas, bombas molotov, incendios, rafagazos, bombas de perturbación, golpizas y arrestos, comenzaron a verse en las redes sociales.
Ante la conmoción y presión internacional, en la cual Obama dijo que se iba a poner en cintura si no paraban y Merkel anunció que de no parar la batalla congelarían los bienes de los altos funcionarios de ese país en las 27 naciones de la Unión Europea, Viktor Yanukovich abrió la puerta para negociar con los bandos indignados y cesar el fuego. Ofreció hasta delimitar sus poderes para unas nuevas elecciones y otras dadivas más. Pero los opositores quieren que se vaya ya.
Este viernes los líderes de la oposición de Ucrania firmaron un acuerdo con el Presidente delante de delegados europeos para realizar unas elecciones anticipadas y formar un nuevo gobierno que silencie los fusiles y las bombas caseras. Pero el problema es de mayor calado, detrás de todo están los intereses económicos de tres fuerzas que quieren reinar ese puente llamado Ucrania por donde pasa el gas hacia todo Europa: Estados Unidos, la Unión Europea y Rusia.
