Somos el país del no me dejo joder; usted no sabe quién soy yo; p’a las que sean; el vivo vive del bobo; de no llamar a las cosas por su nombre, sino soterrado; de regionalismos baratos… en fin, pero hemos tenido logros que hemos alcanzado porque un día tomamos la decisión y sencillamente lo hicimos.
Esto es lo que debemos pensar desde hoy que arranca en la práctica un gobierno al que debemos apoyar o criticar cuando toque, pero siempre con la intención de salir adelante, de hacer un mejor país. Voté por Iván Duque con la convicción de que por su juventud y su preparación llegaría a refrescar la presidencia, así a algunos piensen que es un aparecido en la política nacional. Hoy, que arranca en la práctica su gobierno, tenemos que pensar como sociedad que si a él le va bien, a todos nos va bien; al país le va bien. Aquí no pueden caber acciones y pensamientos mezquinos, retrecheros, que se lleven por delante a todos.
Para que esto no suene a puro romanticismo, quise ponerle a la intención de esta columna un toque de antropología, sociología y politología para poder llevar un mensaje con fundamentos que mueva a quien lea estos renglones a ponerse la camiseta de colombiano que quiere el bien para todos, que va a trabajar desde su rol de ciudadano por este país de tanto dolor.
“Cuando se habla de polarización yo me río porque todas las sociedades son polarizadas: lo duro y lo blando, lo seco y lo húmedo, lo recto y lo curvo, lo masculino y lo femenino, el hemisferio izquierdo y el derecho… Lo que uno tiene que buscar son las coincidencias de esas oposiciones”, según lo dice el antropólogo Fabián Sanabria, y es lo que hay que hacer. Como sociedad tenemos que entender que no podemos seguir matándonos por una camiseta, por un partido, por un pensamiento. Dice Sanabria que las sociedades siempre se estructuran por oposiciones duales; eso siempre ha existido. El ying tiene algo de yang y viceversa. Es una torpeza seguir exacerbando los extremos.
Es una torpeza seguir exacerbando los extremos
En un proceso de transición histórica como el que estamos viviendo, tenemos múltiples heridas como sociedad, una sociedad que se construye con el ejemplo desde la educación en las casas y desde sus gobernantes. El sociólogo Ricardo Forero señala que “nosotros como tejido social somos parte de un conflicto que todavía continúa. Estamos replanteando un conflicto armado que no quedó atrás, sino que tiene nuevos actores y nuevas violencias que nos retan a tener nuevos proyectos que nos ayuden a pasar la página y a superar los problemas centrales que tenemos como sociedad”.
En lo particular me caen muy gordos los extremos. Cuando abordamos un tema somos demasiado extremistas y vemos las cosas o muy positivas o muy negativas, sin reconocer los claros y los oscuros que se dan; los grises. A partir de aquí tenemos que pensar como ciudadanía en no ahondar en esa polarización que -en últimas- favorece a un actor político determinado. “Tenemos una cultura política débil y debemos propender por un escenario racional, de diálogo y donde aceptemos las diferencias; que pensar distinto y seguir a un líder distinto no necesariamente lleva a un escenario de amigos y enemigos”, resalta Forero.
¿Qué tenemos hoy? Muchas relaciones rotas por cuenta de esa polarización que si queremos, podemos superar. Carlos Arias, docente de la maestría en política de la Universidad Externado, dice que somos una sociedad polarizante, pero que eso es inherente a nosotros mismos porque nos gusta la visión antinómica (la de buenos y malos) y eso es global; así nos criaron. “Hoy tenemos un presidente de derecha que le ganó a un señor que venía de la izquierda, pero ninguno es malo por pertenecer a la ideología que pertenece, sencillamente tienen formas distintas de pensar el país”, asevera Arias, y en eso es que tenemos que trabajar. “Aquí lo importante es, en el caso de Iván Duque, dejarlo ser, dejarlo arrancar, dejarlo gobernar. Si uno mira su gabinete se encuentra con personas cualificadas, preparadas en su campo. Pero se reniega porque son de derecha”, puntualiza.
Ahora viene el tema pasional como elemento de la construcción política, que en nuestra sociedad no pasa por un momento de discusión ni de diálogo, sino emocional y afectivo. Según Ricardo Forero: “El conflicto es primordialmente emocional porque rompe las estructuras más elementales del individuo. Hay múltiples discursos y visiones, pero hay que mirar que lo que siempre hay que cuidar como sociedad –pese a lo frágiles, a lo difíciles, a lo precarios- son los elementos institucionales. El respeto a la ley, por ejemplo, porque es el elemento que nos aglutina”.
No se puede entrar a romper un gobierno que no ha arrancado
Hay que mirar con ojos críticos el momento histórico con el que arranca el presidente Iván Duque, pero sin entrar a destruir. “Hay perfiles técnicos, pero también políticos de un pasado del que Colombia le costó mucho trabajo salir. Hay una gran diferencia entre criticar y hacer oposición; no se puede entrar a romper un gobierno que no ha arrancado. Hay que hacerle una revisión estricta, pero hay que seguir adelante”, señala Carlos Arias. Esto me recuerda las marchas de Petro y la pesadilla que serán. Lo digo porque su intención no va más allá de seguir fortaleciendo su plataforma política e influir sobre las elecciones regionales y sentar bases mayores para las presidenciales del 2022, pero eso será tema de otro día. Sin embargo, el politólogo asegura que hay que validar la protesta, sobre todo si es reflexiva, crítica y fundamentalmente propositiva. “O tendrán excusa para decir que no los dejan manifestarse”, agrega Arias.
En conclusión, solo desde nuestra posición de ciudadanos participativos y constructores de esta sociedad, tenemos que hacer el esfuerzo de trabajar en la actitud, en escuchar y leer más, sin prevenciones, y criticar reflexivamente para ayudar a enderazar caminos y no a destruir futuro. Porque si a Iván Duque le va mal, a todos nos va mal.