Hace un par de días llamé a un gran amigo mío que vive en Colombia, una persona de gran capacidad intelectual y muchos estudios, un hombre de bien en su manera de pensar y de actuar, o por lo menos eso creería yo muy a pesar de que tenemos ideas políticas muy disímiles. Al preguntarle acerca de los desmanes y barbaridades ocurridas durante la jornada del paro nacional del pasado jueves, él me respondió que ojalá les hubieran dado más duro a todos los protestantes, que ojalá los fumigaran a todos y además añadió entre risas: ¡qué cosa tan mañe eso de los cacerolazos! Y para finalizar añadió algo acerca del problema de los grupos de derechos humanos, lo cual creo que preferí no entender o no escuchar.
Obviamente me dejó sin palabras, claro está yo le expresé mi desagravio con el vandalismo que ocurrió y todo lo que ello conlleva para las ciudades y sus habitantes, pero además le manifesté mi profundo desacuerdo con su manera de pensar. Luego de colgar me quedé pensando en esta diatriba que tuvimos. Yo entiendo que todos podemos y debemos pensar de diferentes maneras, pero de verdad que me quedé sin palabras.
Yo sé que es prácticamente imposible hacerle ver las cosas de otra manera a todos aquellos que votaron por el no el dos de octubre de 2016, además que aquel a quien prefiero no mencionar es visto casi desde una perspectiva mesiánica por parte de sus seguidores. Yo sé que hace muchos años no vivo en el país, pero eso no quiere decir que no tenga el derecho a opinar, como mi propia familia me lo ha dicho.
¿Qué podemos esperar los colombianos si hasta las personas con más educación y más acceso no parecieran siquiera estar interesados en cultivar un pensamiento crítico, especialmente acerca de nuestros líderes? ¿Qué podemos esperar los que estamos lejos si el discurso colonialista de la derecha recalcitrante colombiana pareciera no haber cambiado desde épocas de la violencia? ¿Será que la inmolación de un jovencito de 18 años logra que aquellos con los estudios, la inteligencia, el dinero, el tiempo, los apellidos y todo lo demás que cuenta en la sociedad hiperclasista colombiana finalmente recapacitan acerca de sus anquilosadas posiciones políticas?
El tiempo dirá, personalmente no creo que el presidente Duque, ni aquel a quien prefiero no mencionar, ni su partido lleguen muy lejos.