Este es un llamado obviamente al gobierno, pero también al sector privado ante la muy difícil situación de los trabajadores colombianos. Las cifras son mucho más graves de lo aparecen a primera vista. El desempleo no es 19,8% en el país sino realmente como lo ha afirmado Fedesarrollo y otros analistas, el nivel real es un poco más del 30 %. El Dane ha debido prever que ese inmenso aumento de personas inactivas, más de 4 millones, lo que reflejaba era desempleo real ante la imposibilidad de salir a buscar trabajo en medio del confinamiento. Pero la verdad es que no lo hizo en su momento y ahora le toca aceptar que la tasa de desocupación es muy superior a la cifra anunciada. Esta desocupación es un fenómeno fundamentalmente urbano porque los datos de las ciudades, 23,5 %, lo confirman y como siempre los jóvenes, y más aún las mujeres, son las que están llevando la peor carga. Un aumento del 25 % de mujeres amas de casa se debe sumar a su mayor nivel de desocupación que ya es muy superior al de los hombres. ¿Cuántas familias están detrás de estos números?
Es obvio que a partir de mayo empieza a mejorar el empleo porque se ha ido abriendo la economía hasta llegar a lo que es evidente hoy: el presidente simula una ampliación de la cuarentena hasta finales de junio, pero la realidad es que ya acabó prácticamente con ella al abrirle la posibilidad de salir a todos menos a los que despectivamente llama abuelitos, ofendiéndonos de paso. Típico de Duque experto en tratar de quedar bien con todo el mundo: con los expertos en salud diciendo que mantiene la cuarentena, pero también o mejor aun con los gremios que lo siguen presionando para que se abran todos sus negocios. Sobre esto, y más con estos niveles de desempleo, sigue rondando la pregunta de producir para que demande quién.
Aunque estos niveles de desocupación se reducirán un poco, es fundamental que se reconozca que es tal la magnitud de esta tragedia para millones de personas y sus familias, que el país no se puede sentar a esperar que la poca dinámica económica que se genere a partir de ahora, reduzca lentamente semejante niveles de desempleo. O se actúa de inmediato o el costo será infinito.
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Al sector que se deben dirigir estos empleos de emergencia y los sectores claves son los relacionados con la construcción, gremio que debería haber ofrecido ya esas posibilidades
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Para nadie es un misterio que son aquellos cuya vida se gana en la calle, sin prestaciones sociales, sin ninguna protección legal, los más afectados en este momento. Si no se pudieron insertar en la economía formal en tiempos normales ahora solo pueden generar pocos ingresos volviendo a la calle arriesgando su salud. A este sector es al que se deben dirigir estos empleos de emergencia y los sectores claves son los relacionados con la construcción, gremio que debería haber ofrecido ya esas posibilidades. Se generan ingresos y además se puede organizar su trabajo para cumplir con las reglas para evitar que se contagien o que diseminen el virus. Son las grandes ciudades las primeras que lo necesitan y son los alcaldes con el apoyo del gobierno nacional quienes deben organizar estas estrategias. Ahora bien, los gremios tan preocupados por las grandes empresas y por el trabajo formal también en altísimo riesgo, sin dejar de encontrar fórmulas para estos sectores deberían dejar de ponerle freno a estos trabajos diseñados para momentos de crisis como el que vivimos actualmente.
Si no se le quieren medir a esta alternativa, gobierno y gremios de grandes productores, la alternativa existe: la renta básica universal, pero como dice Minhacienda sería para cuando pase la pandemia. ¿Qué tal? Estos son los análisis de políticas públicas que ya deberían estarse haciendo en el país. Pero ni renta básica que según Carrasquilla requiere que el trabajo se formalice, hágame el favor, ni se asignan recursos, gobierno y gremios, para rápidos entrenamientos de personas hombres y mujeres, y menos aún, ni se identifican subsectores donde se pueden ofrecer estas alternativas de trabajo y de ingresos.
Si no se hace ni lo uno ni lo otro, después no se quejen cuando la bandera nacional sea sustituida por un gran trapo rojo pidiendo comida, limosnas para sobrevivir, porque el paso a una conmoción social es casi inevitable.
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