Qué espera la gente del líder que debe guiar a Colombia: aciertos y contradicciones

Qué espera la gente del líder que debe guiar a Colombia: aciertos y contradicciones

Una encuesta de El Tiempo y la Fundación Origen muestra el deseo de cambio de los colombianos, pero también la falta de foco y de compromiso con este

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mayo 27, 2022
Qué espera la gente del líder que debe guiar a Colombia: aciertos y contradicciones
Foto: Archivo

En medio de una cacofonía de mensajes contradictorios en esta campaña por la Presidencia de Colombia, parece que hay un único punto en común que ofrecen todos los candidatos en sus recetarios para los próximos cuatro años: el cambio. Todos reconocen que Colombia no va por un buen camino y hay que transformar esa realidad. Donde están las diferencias están en el tipo y visión para los cambios, y las capacidades de los candidatos para lograrlo.

Los políticos suelen ofrecer el oro y el moro, para atraer al votante. El rechazo de este al estado de cosas, sin entender el entorno y la naturaleza de los problemas que lo afectan, impide que cuestione la capacidad del candidato para lograr el cambio prometido. El riesgo enorme, es que el elector, sin mucha reflexión, compra el remedio que se le ofrece para conseguir su apoyo, para luego sorprenderse porque su candidato no le cumplió.

La ignorancia del entorno, sumada a la falta de criterios para evaluar las capacidades del candidato, tienen unas consecuencias muy graves más adelante, cuando las expectativas no se cumplen, el votante se siente engañado, los problemas se acumulan y su confianza en las instituciones y los políticos se derrumba, como sucede en la actualidad en Colombia.

Por las razones anteriores, es muy importante que el votante entienda primero el contexto que hoy le ha tocado vivir. Eventos como la pandemia o la invasión de Rusia a Ucrania, que están afectando profundamente la inflación en el mundo, entre otros, le deberían enseñar una realidad muy importante.

La volatilidad, la incertidumbre, la complejidad y los cambios muy rápidos son las características dominantes del entorno actual que limitan tremendamente el papel del Estado y de quienes pretendan llegar al poder.

El elector tiene que entender que, la capacidad de las instituciones y los dirigentes políticos, están siendo desbordadas en un entorno tan complejo. ¿La razón? Porque no se ha entendido lo que está sucediendo, y se reacciona utilizando fórmulas del pasado que no han funcionado, cuando la realidad actual requiere otras aproximaciones más innovadoras pero realistas. Los riesgos son muy altos cuando se lanzan propuestas a la loca sin contacto con la realidad que muchas veces limita lo que es posible

El no comprender el contexto es el primer gran vacío que explica el muy pobre entendimiento de lo que se debe tener en cuenta a la hora de escoger por quien votar. Esto tiene unas profundas implicaciones que afectan la dinámica entre el elector y el candidato si sale elegido, en el momento de la verdad cuando llega al poder. En lugar de tener un votante exigente con su elegido, este se convierte en un fan (ver blog anterior) que condiciona su identidad con la de su candidato, como sucede en los grandes espectáculos musicales con muchas estrellas reconocidas.

Dicho lo anterior, adicionalmente el votante debe de entender la naturaleza de los problemas que quisiera que le resolvieran y los que los candidatos están proponiendo. Ya quedó claro, que lo que suceda, está impactado por un entorno que quita muchos grados de libertad para actuar a quien aspire a llegar al poder.

Veamos los problemas “técnicos”, llamados así porque tienen soluciones conocidas y la gente puede esperar respuestas claras, rápidas y de calidad por parte de las instituciones del estado y de su elegido ya en el poder. Esto implica qué el dirigente político, que llegue a la presidencia, se sepa rodear de gente competente para llenar estos cargos con capacidad sobresaliente para administrar con transparencia los recursos del Estado, ejecutar y controlar con prontitud los resultados.

Para ilustrar mejor el tema veamos un ejemplo. En la temporada invernal, las autoridades locales y nacionales, deben de haber tomado las medidas preventivas, para que en caso de un derrumbe que afecte la movilidad en una vía importante de una región, haya la competencia de una respuesta rápida y eficaz. Desde la Presidencia, debe haber la capacidad de coordinación y movilización de recursos de manera oportuna.

Para estos problemas “técnicos”, el ciudadano tiene el derecho de esperar y exigir una solución efectiva a su problema porque la hay. El reto para el dirigente político y su equipo, a cargo de las instituciones responsables del Estado, es el de administrar, responder bien a estas expectativas, comunicarse oportunamente con la comunidad afectada, y mejorar estas capacidades en el tiempo.

¿Qué características debe de tener quien aspira a llegar a la Presidencia de Colombia para enfrentar estos problemas “técnicos”? Evidentemente una muy importante: saberse rodear de gente mejor que él o ella, con una trayectoria sobresaliente en la administración y manejo de organizaciones que pueden responder a este tipo de problemas, y en frentes muy diversos, donde se espera la acción del Estado. De la capacidad de respuesta de estos equipos, va a depender la credibilidad que tenga su administración en la comunidad.

Según unos datos que me dieron en estos días, la próxima administración que llegue al poder el 7 de agosto, necesita contar con alrededor de 8000 cargos de niveles directivo, en las instituciones de orden nacional, para gestionar el próximo gobierno.

La tragedia del estado colombiano, es que quien es elegido, que llega cada cuatro años y barre con los equipos existentes, como lo hizo Petro en Bogotá. El resultado: se borra una buena parte de la memoria institucional y se inicia de ceros. El costo en términos de efectividad del Estado es enorme. Y el reto de conseguir las personas competentes no es menor con la capacidad de remontar rápidamente la curva de aprendizaje que se requiere para gobernar y ejecutar los cambios prometidos.

En resumen, quien aspire a llegar a la Presidencia de Colombia y tenga que enfrentar institucionalmente este tipo de problemas “técnicos”, debe de conformar equipos de excelencia y exigir unos estándares muy altos de administración y gestión, para ponerlos al servicio de la comunidad.

Pero en un mundo tan complejo y cambiante, hay otro tipo de problemas “adaptativos” que se caracterizan porque no tienen una solución conocida y requieren de una alta participación de la comunidad y de los demás actores afectados por el problema. En estos casos, las expectativas de la gente tienen que cambiar, porque su manejo va a depender muchísimo de lo que colectivamente se haga para enfrentarlo.

Para estos retos adaptativos no hay soluciones mágicas e instantáneas. Por lo tanto, es importante entender esta distinción, para “no comerse el cuento” de quienes ofrecen tener en su manga como los magos, la solución. Lamentablemente, esto es lo que está sucediendo en la actualidad con las propuestas de algunos de los candidatos en esta campaña presidencial.

Estos problemas se llaman “adaptativos”, porque normalmente van a implicar cambios de valores, creencias, relaciones, lealtades, y comportamientos. Requieren muy seguramente de desaprender para volver a prender. Significan qué hay que retar a la gente a salirse de su zona de confort para que asuman ser corresponsables y protagonistas de las aproximaciones que se acuerden. Como no existe una respuesta conocida, hay que estar abiertos a experimentar, fallar y volverse a levantar.

Para ilustrar este planteamiento, en la actualidad hay varios de los grandes problemas del país que pertenecen a esta categoría de retos “adaptativos”. Por ejemplo, el impacto del cambio climático y la transición que se debe dar hacia una nueva matriz energética. El impacto económico que va a significar dejar la dependencia de los ingresos del petróleo y la necesidad de que los empresarios colombianos emprendan nuevas oportunidades productivas que los reemplacen.

Otro ejemplo muy doloroso: cambiar la cultura mafiosa que se ha construido alrededor de la cocaína para voltear al campo hacia una agricultura más industrializada como lo hizo el Perú. Para no hablar de cambiar la cultura de “la corrupción” que es un clamor nacional por una cultura del cumplimento de las reglas y de respeto a la Constitución. Y la lista la podría seguir y seguir. Y todos estos problemas implican cambios donde se requiere una gran capacidad en el ejercicio del liderazgo colectivo.

Estos cambios adaptativos claramente no “se administran” sino que se deben de liderar a diferentes niveles de la sociedad. Por esta razón se tiene que hablar y entender el papel “del liderazgo colectivo”. Y es colectivo, porque la complejidad desborda la capacidad de un solo individuo o de un pequeño grupo, para enfrentar los cambios qué hay que realizar. El caudillismo es la peor solución en estas condiciones tan complejas.

Y de nuevo la misma pregunta: ¿Qué carácteríséticas debe de tener quien aspira a llegar a la Presidencia de Colombia para enfrentar estos problemas “adaptativos y los cambios que se han ofrecido realizar”? La primera condición es que el elegido tenga las capacidades y las condiciones para ejercer el liderazgo que se requiere para lograrlos en un entorno de tan alta complejidad.

Esta persona tiene que demostrar la capacidad de proponer una visión inspiradora que convoque y una a los colombianos para acabar con la polarización que hoy tiene dividida a la sociedad. Debe de ser capaz de tender puentes con quienes no lo apoyaron, para construir acuerdos que integren la diversidad de visiones encontrando los puntos en común.

Y para lograrlo, debe de ser capaz de liderar los cambios y vencer las resistencias que se van a producir, creando una emocionalidad que inspire la confianza, la esperanza y el optimismo. No promueva el odio, la división, el miedo y la desesperanza, como hizo Petro cuando fue alcalde en Bogotá.

La confianza se logra cuando, quien pretende liderar los cambios desde la presidencia, sea un modelo de rol de los valores y comportamientos, que deben de orientar su gobierno y a los colombianos. como son la transparencia, y la coherencia entre lo que dice y se hace.

Pero dados los retos que implica el ejercicio del liderazgo en esta época, hay otras características y capacidades que debe de tener quien aspire a llegar al poder. Una muy importante: la de motivar el reconocimiento de los avances que hemos tenido como sociedad. La razón: son las bases sobre las cuales se deben hacer los cambios ofrecidos.

Recientemente El Tiempo publicó una encuesta hecha a 300 personas sobre las 30 características que debían priorizar y quisieran ver en el próximo presidente del Colombia. Los resultados motivaron a la Fundación Origen, promotora del estudio, a publicar la lista 10 de atributos que recomienda tener en cuenta este domingo, al votar y a la luz de los comentarios hechos en este blog.

Lo interesante es que temas como el liderazgo colectivo y la importancia de saberse rodear bien, no fueron escogidos en la encuesta, cuando son temas claves para enfrentar los problemas técnicos y adaptativos como se ha explicado en este blog.

La encuesta muestra que no hay una comprensión de que se necesita para liderar los cambios que se ofrecen y que la gente reclama. Se priorizan las características equivocadas. Pero también se hacen evidentes unas contradicciones muy preocupantes. Mientras que la gente pide que el líder sea honesto y transparente, tienden a ser muy condescendientes con las fallas éticas de quienes eligen y se identifican con ellos.

También, cuando no asumen la corresponsabilidad de los cambios requeridos y buscan que un Caudillo les resuelvan sus problemas. Si las cosas no cambian se sorprenden, pero nunca se miran al espejo y se preguntan su rol en el problema.

Los colombianos parece que tienen una concepción caudillista del liderazgo que es la menos adecuada para lograr los cambio deseados en un entorno tan complejo. Esto demuestra la urgencia de generar una pedagogía mucho más amplia sobre el liderazgo, y una mayor conciencia que muestre las contradicciones que la gente tiene, cuando dice valorar lo que contradice con su apoyo a la hora de votar.

Esta es la lista que la Fundación Origen recomienda a la hora de votar el próximo domingo.

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