Éste es el vestido que tiene dividido en dos a toda la web, pues hay quienes lo ven dorado con blanco y otros lo ven azul con negro. ¿Qué es lo que realmente sucede?
Los cuadros A y B son del mismo color, pero es nuestro cerebro el que los percibe de forma diferente. En 2010 Allasdair Willkins explicó el por qué de éste fenómeno.
¿Cómo funciona? Mucho de esto tiene que ver con la sombra producida por el cilindro verde. Según Adelson (Creador de la ilusión) explica, el cerebro tiene que evaluar cuanta luz proviene de la superficie de cada cuadro en el tablero. A esto se le conoce como la luminiscencia de cada cuadro, y el cerebro también tiene que ver cuánta luminiscencia (o falta de ella) es causada por el color de cada cuadro, y cuánta es causada por las sombras. Asimismo el cerebro debe ubicar dónde están las sombras y al tratar de compensarlas, nos vemos en apuros.
En palabras de Adelson:
“El primer truco se basa en contraste local. En sombra o no, un punto que es más claro que sus puntos vecinos, posiblemente sea más claro que el promedio, y viceversa. En la figura, el punto claro en sombra está rodeado por puntos más oscuros. No obstante, aunque el punto es físicamente oscuro, es claro si se compara con sus vecinos. Los puntos oscuros afuera de la sombra, por el contrario, están rodeados de puntos más claros, así que se ven oscuros en comparación.
Un segundo truco se basa en que las sombras incluso tienen bordes suaves, mientras que los bordes de la pintura (al igual que los cuadros) son fuertes. El sistema visual tiende a ignorar los cambios graduales en un nivel claro, así que puede determinar el color de las superficies sin ser engañado por las sombras. En esta figura la sombra se ve como una sombra, porque es borrosa y porque el objeto sobre el cual cae es visible.
Parte del problema es en donde los cuadros están ubicados. Mucha gente conoce suficiente acerca de tableros de ajedrez para saber que un cuadro siempre será del color opuesto a sus cuadros adyacentes. Eso significa que dos cuadros que están separados el uno del otro, o separados por cierto número de cuadros, deben ser de colores diferentes. Desde que A y B están a dos cuadros de distancia es lógico que sean de diferente color, y nuestro cerebro quisiera pensar que así es.
Según Adelson, no hay nada de qué preocuparse pues el sistema visual de quien lo perciba así, funciona como debe funcionar. “Al igual que con muchas ilusiones, este efecto demuestra más el éxito que las fallas del sistema visual. El sistema visual no es muy bueno para medir la luz física, pero ese tampoco es su propósito. Su labor es descifrar la información de la imagen en componentes llenos de significado, y solamente así es que percibe la naturaleza de los objetos en cuestión”.
¿Qué tiene que ver esto con el vestido?
La luz entra por medio del cristalino del ojo humano –diferentes ondas correspondientes a diferentes colores. La luz golpea la retina en la parte trasera del ojo donde los pigmentos encienden conexiones neurológicas a la corteza visual, la parte del cerebro que procesa esas señales como una imagen. Siendo así, el cerebro constantemente recibe una ráfaga de imágenes, llena de gran cantidad de ondas de diferentes magnitudes provenientes de la iluminación que recibe el mundo, representando lo que se percibe por medio de imágenes. Todo ese proceso sucede sin que el ser humano se preocupe porque así sea, por lo cual el cerebro lo hace sin concentrarse en que el color que se recibe sea el que verdaderamente es, por lo que “substrae” la información real del color. Nuestro sistema visual está hecho para substraer la información que considera irrelevante y dejarnos solo la que considera importante, plantea Jay Neitz, un neuro-científico de la Universidad de Washington. No obstante lleva 30 años estudiando diferencias individuales en la percepción del color y la del vestido es una de las más grandes que ha visto. Por cierto, Neitz lo ve blanco y dorado.
Usualmente ese sistema funciona bien. Esta imagen, sin embargo, aprovecha algún tipo de percepción de la realidad. Tiene que ver más con la forma en que cada quien piensa. Los seres humanos evolucionaron para ver la luz del día, pero la luz del día cambia su color. Esa variedad cromática abarca muchos colores, desde los de un amanecer, los de un mediodía, pasa por los del atardecer y termina con los de la noche. “Lo que sucede aquí es que tu sistema visual mira una sola cosa y tú estás tratando de salirte del eje cromático de la luz diurna”. Dice Bevil Conway, una neuro-científica quien estudia la percepción del color “Así que si tratan de quitar la gama de azules, verán blanco con dorado, y si tratan de quitar la gama dorada, verán azul y negro” (Conway ve azul y negro).
El caso es que el cerebro trata de interpolar un tipo de contexto de color para la imagen y termina dándole un color al vestido. Incluso Neitz viéndolo dorado y blanco, admite que puede ser azul. “Imprimí la imagen, corté un pedazo muy pequeño, lo miré en otro contexto y me di cuenta que depende mucho del contexto en que se mire. Cuando el contexto varía, puede variar la percepción visual de la gente.
Para concluir, podemos decir que el cerebro funciona para darle sentido a lo que ve. Cuando percibe el color de la luz contrapuesto a otros colores, los cerebros al ser diferentes le dan más prioridad a un color que a otro, dando como resultado diferencias de percepción. Según los expertos todo indica que el vestido es azul y negro personalmente, pero al menos en esta foto, su color depende de quien lo observe. Y la otra explicación simple es una excelente estrategia de mercadeo digital por parte del @romanoriginals para vender su producto.
Tomado de: io9.com