Por causa de mi desaplicación escolar terminé viviendo en casa del tío Marco Tulio, en Palmira, donde disfruté de años maravillosos mientras terminaba mis estudios de bachillerato.
Solo he podido sentir parcialmente la idea de que Colombia es mi patria estando fuera del país, y en realidad más que sentir a Colombia sentí a América Latina, sentí a los pueblos indígenas de toda América, sentí a los pueblos negros de África y a los pueblos de Asia.
Cuando un grupo de poder habla de patria, en general apela a valores culturales de un pueblo o a nacionalismos chatos, carentes de fuerza (en general, creo que todo nacionalismo es chato y carente de fuerza, porque no hay uno sólo que se sustente en hermandades o solidaridades ciertas, amplias y desinteresadas).
Los discursos sobre la patria son sospechosos, porque la idea que se expresa siempre es abstracta, difusa, pretende borrar diferencias que se han impuesto en las sociedades por el ejercicio del poder de algunos (las naturales las conocemos y las aceptamos, como cuando hablamos de la piel; las étnicas y las culturales también son ciertas y respetables, porque hablan de modos de supervivencia, de formas de producir conocimientos y de estar en el mundo, de maneras de sentir y de crear, de convenciones y acuerdos colectivos); los que hablan de la patria esconden que imponen a otros (a la mayoría) una noción del derecho y un ejercicio de la política que les niega toda posibilidad de expresar sus pareceres y de participar en la vida de un país como fuerzas con capacidad y posibilidad real de tomar decisiones.
Más grave es que se hable de intereses de la patria, y más que se afirme que tales intereses están por encima de toda una población. La patria es una entelequia que sirve a los poderosos para convocar a los despojados del poder en torno a sus propios intereses.
Cuando las minorías hablan de patria lo hacen convencidos de que es posible socialmente pensar por y para todos los habitantes de un país, pero sabemos que esta idea de patria es una más de las utopías de la humanidad.
Los estados-nación surgieron del sueño burgués que imaginó sociedades organizadas en función de la libertad, la igualdad y la fraternidad. Pero muy pronto y sistemáticamente estas conquistas se hicieron de unos pocos, y en las luchas por ampliar los beneficios para sí mismos distintos grupos de poder han apelado a la idea de la patria para lograr que muchos se enreden en guerras fratricidas para defender sus propias ideas de lo que debe ser la patria.
No la de quienes mueren en las guerras sino las de quienes las alientan, las alimentan y crean ejércitos para hacerlas.
¿Cómo se materializa la patria? Podríamos preguntarle a los soldados de cualquier ejército de cualquier país, y de seguro no podrán expresar en qué consiste la patria por la que se supone deben estar dispuestos a dar la vida.
Creo que la idea de patria es la que cada quien quiera tener. Y me quedo con la idea de que la patria es la infancia; al menos, en mi caso, me siento renacer cuando recorro las casas que habité, los sitios en los que he sido feliz, los caminos por los que pude andar algún día tomado de una mano amorosa.