A diferencia del lenguaje de los médicos algunos conceptos de la ciencia económica como el déficit presupuestal o la balanza comercial son asequibles a cualquier lego. Eso hace que cualquiera sienta que puede participar y opinar sobre la situación o el manejo de la economía del país con igual autoridad que quienes han pasado por las aulas para especializarse en el tema.
En un caso especialmente se destaca o descubre la diferencia entre los unos y los otros. En principio el profesional usa el indicador GINI entendiendo como funciona y lo que expresa; no así quien simplemente lo copia de la información que recibe.
El GINI, aunque aparece con frecuencia sobre todo en ese campo, no es propiamente una variable de la economía sino una fórmula matemática que expresa la forma en que se encuentra la distribución de un determinado universo o inventario.
Por ejemplo, en el caso de la cantidad de tierras que hay en Colombia se hacen múltiples comparaciones entre un pequeño porcentaje de grandes latifundios y la inmensa cantidad de pequeñas propiedades: se puede tomar el número de hectáreas que coinciden con el 1 % de los primeros y decir que equivale a un determinado alto porcentaje de las segundas, o escoger el 5 % y entonces su equivalente será mucho menor. Es decir que, a gusto de quien lo presenta, se puede hacer mayor o menor énfasis en la desigualdad del tamaño de los predios en el país.
Lo que hace el indicador GINI es convertir y resumir todo ese conjunto de posibilidades en un solo valor. Ese valor oscila entre el 0 y el 1, siendo el primero la distribución perfecta —por ejemplo en el caso mencionado, que todas las propiedades fueran del mismo tamaño— y 1 el caso en que una sola propiedad cubriera la totalidad del territorio.
El GINI, por tener un valor único, permite medir y comparar diferentes distribuciones; es por eso que se usa para establecer variaciones en el tiempo o comparaciones entre diferentes situaciones.
Ocasionalmente
(como en el caso de Colombia)
se muestra también el GINI de la propiedad de la tierra
En economía sirve principalmente para estudiar la distribución del ingreso; es decir, la desigualdad que se da en el total del ingreso de un país. Pero también se utiliza a veces para analizar el consumo o la situación de la riqueza que ya existe y como está concentrada. Ocasionalmente (como en el caso de Colombia) se muestra también el GINI de la propiedad de la tierra.
Se puede además sofisticar la información, por ejemplo dar la distribución ya no del ingreso bruto sino su resultado después de impuestos. En los datos de la OCDE —contrario a lo que sucede aquí— el neto nivela aún más: el promedio del bruto está en 0,45 y el del neto apenas ronda el 0,3.
Como la variación es en el tiempo, se puede establecer cuál es la tendencia y eventualmente el resultado transitorio de una gestión, por eso lo usual es mostrar los cambios de un mismo indicador en diferentes momentos históricos; o compararlos entre países. Tiene la ventaja adicional de no estar atado a otros valores (i.e el dólar) —luego no sufre distorsiones como cuando se habla de las variaciones en la pobreza—.
Es importante por eso saber el GINI que se menciona a qué se refiere, por ejemplo en el caso de Colombia si al ingreso (0.535) o a la riqueza (0,765). Y podría ser incluso más útil presentar varios al mismo tiempo. Se puede tener un indicador muy malo de riqueza pero bueno del ingreso, y eso significaría que se está atacando la desigualdad. Lo contrario sucedería con un GINI que mostrara una buena distribución de la riqueza pero uno muy malo en el del ingreso. El conjunto de ambos indicadores nos diría mucho más que cada uno individualmente.
En este momento en que se dice que disminuye la desigualdad,
esto se puede referir al GINI del ingreso
pero no parece suceder lo mismo respecto a la riqueza
Intuitivamente es casi seguro que en este momento en que se dice que disminuye la desigualdad, esto se puede referir al GINI del ingreso pero no parece suceder lo mismo respecto a la riqueza, y con seguridad sucede lo contrario respecto a la propiedad de la tierra.
Esto último es normal e inevitable porque, en cuanto a la situación de los predios rurales, en todo el mundo existe de una parte la tendencia a que la población migre del campo a los centros urbanos, y de otra a que se organice la explotación agrícola alrededor de unidades que por las economías de escala y los requerimientos tecnológicos se convierten en agroindustrias, es decir, con un proceso de concentración paralelo. Solo la insurgencia de las Farc desconoce este hecho.
Lástima en cambio que no exista un inventario del total de las oportunidades que ofrece un país; si existiera, con el GINI correspondiente se podría medir la igualdad o desigualdad de oportunidades, lo cual permitiría saber cuánto se avanza en dirección de la justicia social. Poder ver, por ejemplo, la evolución de cómo se distribuyen las posibilidades de educación —en cantidad y calidad— para ver hasta dónde se cumple ese objetivo del Estado.