Durante mucho tiempo la discriminación por países consideró como un primer mundo al mundo occidental desarrollado, un segundo mundo, el configurado por los países de regímenes comunistas, y de ahí salió la denominación de ‘tercer mundo’ para aquellos que no pertenecían a esas dos categorías. La coincidencia de la inmensa mayoría de estos últimos con situaciones de desarrollo muy atrasadas llevó a remplazar esa calificación por la de ‘países subdesarrollados’ y después en forma más considerada como ‘paises en desarrollo’.
Estos genéricos implicaban dos particiones: una alrededor del sistema político, y otra alrededor del nivel de desarrollo. Varios países no caían en dichas clasificaciones, o más exactamente, buscaban definir una identidad ajena a estos estereotipos, conformando una propuesta que llamaron y calificaron de ‘no alineados’ (inicialmente la Yugoslavia de Tito, el Egipto de Nasser y la India de Nehru y la Indonesia de Sukarno; hoy tiene 120 miembros, pero poco oficio por desaparición de la Guerra Fría)
Por su parte el conjunto de los países más ricos formaron el G7 conformado por las grandes economías capitalistas, aumentado después al G8 al incluir Rusia (hoy parece que quedó en G6); y un grupo un poco más amplio se reunió en la OCDE con 20 países iniciales y hoy con 37.
Todas estas son entidades definidas básicamente alrededor del nivel de sus economías y de sus propósitos políticos comunes.
Pendiente está hasta dónde y cómo se concreta el BRIC o agrupación de las cuatro mayores economías emergentes, Brasil, Rusia, India y China, (adicionada después con Sudáfrica), ninguna miembro de la OCDE.
____________________________________________________________________________________________
La pregunta es si alcanzan a conformar un núcleo geopolítico; si están estructurados en alguna forma de organización, o si están cohesionados de alguna manera
____________________________________________________________________________________________
La pregunta es si éstos alcanzan a conformar un núcleo geopolítico; si están estructurados en alguna forma de organización, o si están cohesiónados de alguna manera. Pero aún más importante es qué peso tienen y qué peso tendrían como poder geopolítico, como lo proclamaran en la ll Cumbre del grupo de los países BRIC en Brasilia en su ll Cumbre en abril de 2010, cuando propusieron un nuevo orden mundial que les reconociera su importancia
Representan más del 41 % de la población mundial, comparado con menos del 20 % del OCDE o el doble de los países en desarrollo. Del crecimiento mundial han aportado más del 70 % en los últimos 15 años; en conjunto sus economías superan el tamaño de las de Occidente capitalista (Estados Unidos y los países aliados o que siguen su modelo).
Hoy podrían recordar y repetir las palabras Luiz Inácio Lula da Silva en la ll Cumbre en Brasilia el 2010 de Abril: “Vivimos en medio de paradigmas rotos e instituciones multilaterales en declive. La actual crisis económica no hace más que aumentar un sentimiento creciente de complejidad e impotencia ante el cambio climático y el peligro de escasez mundial de alimentos y energía. Es evidente que la sociedad moderna debe revisar un sistema que desperdicia de manera brutal los limitados recursos naturales de la Tierra y, al mismo tiempo, condena a miles de millones de personas a la pobreza y la desesperación”. Hasta ahora han buscado ser la alternativa no solo a los estereotipos Norte y Sur, capitalismo socialismo, Occidente y resto del mundo, etc., sino al ‘poder hegemónico’ del capitalismo, proponiendo reformas en el Fondo Monetario Internacional y al Banco Mundial y creando organismos similares paralelos.
El exceso de importancia tanto de sus líderes como de sus intereses puede ser el obstáculo para unificarse como un centro de poder. Tienen pocos elementos en común pero no son competidores en la base de sus economías. Se complementan como exportadores para los mercados mundiales -China e India ofrecen su mano de obra para industria ligera y servicios; Brasil y Rusia recursos naturales y alimentos- y representan el futuro del crecimiento del consumo masivo.
La coyuntura -incluyendo el posible ascenso de Lula y los acercamientos entre Xi Jinping y Putin- pueden servir de catalizador para consolidar un proceso que hasta ahora no se ha concretado.