A menos de dos meses de las elecciones para designar a los nuevos gobernantes regionales y locales, y renovar las asambleas departamentales, concejos municipales y distritales, aumenta el clima de un tipo de violencia que se puede denominar como subterránea: no tiene un autor claro y está basada en generar actos de intolerancia y agresividad en contra de sus contendores.
Las redes sociales están inundadas de mensajes llenos de adjetivos descalificadores contra quienes aspiran con el voto ciudadano a ocupar alguno de los cargos de elección popular. El comportamiento de muchos ciudadanos, envenenados con ese tipo de mensajes, es la incitación al odio y la agresión personal en contra de los aspirantes a esos cargos, a quienes estigmatizan de ser corruptos por el simple hecho de aspirar a ocupar una de esas dignidades.
Los graves hechos de los últimos meses, en los que han sido víctimas de atentados y asesinato candidatos a las alcaldías y concejos municipales, ponen de manifiesto la situación. El caso de Orley García, candidato a la alcaldía de Toledo en Antioquia, es uno de ellos, al igual que el de Karina García, aspirante a la alcaldía de Suárez en el Cauca, que falleció junto a cinco personas que la acompañaban, entre ellos un joven aspirante al concejo de ese municipio.
Y eso no es todo. Según informes de la Procuraduría General de la Nación, también tenemos aumento de amenazas de muerte de grupos al margen de la ley en 315 municipios del país en contra de aspirantes de las diferentes campañas; altos niveles de agresividad y polarización en los que se ha caído, en donde la estrategia se basa en desinformar y levantar calumnias en contra del contendor que encabeza las preferencias ciudadanas en las diferentes encuestas; generación de un debate en torno a los valores regionales, despertando el fanatismo en torno a si un candidato de otra región del país puede gobernar nuestra comarca, todo esto bajo el presupuesto de evitar que su rival más fuerte alcance el apoyo ciudadano que le permita acceder al cargo que se aspira.
Esta polarización ha provocado que la presente campaña esté particularmente centrada en motivar e incrementar la agresividad a través de mensajes en las redes sociales, estimulando la violencia entre los simpatizantes de las diferentes propuestas políticas, situación que afecta a todos los partidos que están en la contienda política y que se convierte en una amenaza para que se desarrolle el presente debate electoral en un ambiente de respeto y tolerancia.
Este fenómeno de intolerancia política nos aleja de la posibilidad de asistir a una campaña electoral pacífica, en la que las propuestas de gobierno sean el centro del debate, apartados de cualquier tipo de incitación a comportamientos de agresividad mutua. Para la directora general de la Unesco, Irina Bokova, la tolerancia es una condición fundamental del respeto de los derechos humanos y para el logro de la paz.
Aprender a ser tolerantes en la actual campaña electoral provocará que construyamos la cultura del respeto en la diferencia. Para eso es fundamental que nos escuchemos y que apliquemos en la vida cotidiana los valores fundamentales. Así podremos avanzar en una política de convivencia, rompiendo con las proclamas políticas que promueven el odio y la discriminación.
