El 2 % de la población colombiana pagará en la reforma tributaria, dado que ganan más de $10 millones de pesos o más. Sin embargo, la oposición de hoy se encarga de viralizar la desinformación a través de sus redes sociales y sus medios de comunicación como en cada semana.
Han encontrado en la propaganda, al estilo Joseph Goebbels, su artilugio para alborotar a las masas incautas, partiendo de la base de que ellos se encargaron de dividir a Colombia de modo tajante, al punto que ya no somos colombianos sino, o somos guerrilleros porque votamos por Petro, o somos de derecha (ocultando claro está, lo que representa la derecha en sí misma, porque los métodos que han utilizado si no los pueden ocultar, aunque hagan un gran esfuerzo por matizarlos).
No todos los ciudadanos que votamos por Gustavo Petro somos guerrilleros. Algunos somos intelectuales que por nuestra formación comprendimos los matices del discurso capitalista y cómo este solo produce plus de goce y borramiento del sujeto, así como también hay ciudadanos que se cansaron de un discurso guerrerista, pendenciero y busca pleitos, que aún insisten en sostener como argumento a falta de discurso, quienes quieren satanizar el trabajo de reconstruir el lazo social de una ciudadanía a quien le cuesta creer en sus instituciones y sobre todo, en sus líderes.
Al perder el poder, han ido tejiendo una campaña fundamentalista generando terror y desinformación sobre lo que el gobierno actual está proponiendo.
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Con el asunto de la “expropiación”, por poner un ejemplo, la falta de historia y de civismo hace ver, en su propaganda, cómo un terrateniente que se apropia de muchas hectáreas de terrenos baldíos puede ser intervenido legalmente por su mal proceder o “proceder del avispado” por el Estado, haciéndolo pasar por víctima o por una persecución, al punto que para ganar adeptos en su defensa, tratan de seducir a un campesino que ha usufructuado un terreno pequeño para su manutención o su pancoger, haciéndolo pasar como un gran terrateniente a quien el Estado también le va a quitar su porción de tierra.
A falta de una claridad cívica que haga entender al ciudadano colombiano la importancia de la buena y sana alimentación y cómo el sistema capitalista exprime el concepto de valor, dándole a quien compra y vende en el mercado, a quien toma el producto hecho por el trabajador que emplea su energía mental (su concentración) y física para producirlo, la oportunidad de multiplicar su ganancia sin reinvertirla de modo justo en quien le permite fructificar dicha ganancia y si repartirla solo entre sus accionistas, se ponen a despotricar sobre el alza en el producto porque tiene que pagar más impuesto.
Con ello exponen cómo les interesa tener una ciudadanía sometida, agradecida y débil, con tal de continuar reinando en un país de ciegos. Al punto que, en su patético esfuerzo de sostener su máscara en su comedia, utilizan a un bufón del veneno que siendo afrocolombiano habla como nazi, sin notar su propia contradicción, ni cómo es solo un idiota útil de su causa.
Las patadas de ahorcado de esta oposición pueden continuar generando, como niño malcriado que no quiere aceptar lo real, el mismo síntoma de violencia en el que se acostumbraron a vivir, dado que históricamente está claro que las ciernes del gobierno que sale y muchos de sus adeptos nacieron o se formaron en la década del setenta, cuando Pablo Escobar Gaviria era el Patrón, por ello es tan complejo para ellos entender que se puede construir una sociedad donde la paz sea total y el trabajo dignifique al hombre.