Se viene una campaña bastante reñida para las elecciones del próximo mes de octubre y las apuestas de siempre han sido infraestructura, seguridad y prosperidad económica. Sin embargo, en las últimas décadas esa prosperidad nos ha costado muchas bajas en el medio ambiente, sistemas ecológicos reducidos, especies amenazadas y la indiferencia con que tratamos esos asuntos que no son importantes porque no dan réditos políticos.
Muy pocos líderes políticos han estado en sintonía con la preservación de la cadena ecológica, pues por encima han estado los recursos no renovables, que ciertamente parecen innecesarios para la existencia como la explotación de oro a cambio de producir aguas envenenadas: nadie en este mundo va a beber oro para calmar su sed.
La industrialización trae beneficios económicos y no hablo de que se deban parar las industrias, pero debe haber más restricciones. Como buenos prepotentes llamaban a los indígenas y campesinos ignorantes por el simple hecho de no haber pasado por un aula universitaria o su expresión muy tosca del lenguaje, pero nada más alejado de la realidad, cada quien es inteligente en su accionar diario: un campesino sin estudio no te va hablar de leyes, pero un abogado no va a ser capaz de sacar una buena cosecha. El indígena o el campesino entendió a lo largo de los años que la naturaleza tiene un ciclo, que para seguir ofreciendo sus beneficios necesita regenerarse. ¿Por cuánto tiempo seguido puede una madre dar a luz un hijo tras otro? Este simple principio puede ayudaría a esa sanación que nos pide la tierra después de tanto abuso, pero necesitamos políticas comprometidas con la naturaleza.
Algunos dirán que por cada árbol que talan siembran cinco, pero la verdad es que esos cinco que se siembran aún están pequeños y no cumplen con la misma capacidad de oxigenación que lo hacía el grande; es como poner a cinco niños a hacer la fuerza de un adulto. Requerimos nuevas y reformas en la política ambiental, que garanticen derechos y deberes de todos como sociedad y que en verdad se cumpla, pues temas como el fracking —en el que el presidente Duque nos ha fallado— traerán consecuencia en años venideros —pero de nadie será la culpa—.
Tal vez la mayoría de los que votan no van a sufrir los estragos de la fragmentación de los bosques, la desaparición de fuentes de agua, ¿pero han pensado en sus hijos? Las próximas generaciones merecen una oportunidad pero esa oportunidad está en nuestras manos y la decisión en las urnas irá escribiendo ese futuro. De nada sirve que separemos en la fuente los residuos si los grandes megaproyectos se comen los ecosistemas a bocados de dólares.
Cuando quieran revisar las propuestas de los candidatos a las próximas elecciones regionales hagan un análisis donde no quepa solo la seguridad, la infraestructura y la economía. En la balanza electoral debe estar presente la naturaleza y exigir a los ganadores que cumplan con su compromiso con el medio ambiente. La humanidad está posiblemente en la cuesta más alta de su existencia antes del descenso como especie. Depende mucho de nuestros líderes si seguimos subiendo esa cuesta o empezamos a sortear los obstáculos de la colina de la extinción.
