En nuestra sociedad normalmente el nombre de Adolf Hitler produce escalofrío, estupor e incluso miedo y con razón porque desde los colegios en las clases de historia nos han enseñado el triste trasegar de la humanidad en tiempos de la segundo guerra mundial en especial con el partido nacional socialista obrero alemán NAZI y con el holocausto judío.
En este tiempo de oscuridad para el mundo, según los cálculos y las investigaciones, se dieron entre 70 y 80 millones de muertes, de los cuales 6 millones fueron asesinados en los campos de concentración, lugares creados por los alemanes para albergar a los llamados “enemigos” del Estado alemán entre los que estaban prisioneros de guerra, políticos comunistas, judíos, homosexuales, entre otro tipo de población, con el fin de que hicieran trabajos forzosos aunque algunos campos no era propiamente de concentración sino de exterminio en el que se usaron las cámaras de gas en las que se utilizaba el Zyklon B para asfixiar a las víctimas. En estos se disponía de la vida de los incapacitados para trabajar por diferentes condiciones (ancianos, enfermos, listados, etc). Este proceso podía eliminar en un día de 5000 a 10000 reclusos. ¡Un hecho atroz!
Sin embargo hoy en día se puede evidenciar la hipocresía de muchos, pues hablan mal de Hitler y sus partidarios pero ponen en práctica algunos de los proyectos emprendidos por ellos. Uno de esos proyectos es el conocido como AKTION T4 el cual era un proyecto de eugenesia, que según el diccionario de la Real Academia de la Lengua Española es el estudio y aplicación de las leyes biológicas de la herencia orientados al perfeccionamiento de la especie humana. En pocas palabras, lo que hacían los alemanes para llegar a la perfección de la raza aria era eliminar a las personas que tenían alguna discapacidad física o mental porque no cumplían con los estándares de la raza superior.
Eso es lo que vemos hoy día, lo tenemos en nuestra sociedad y nos parece tan común ese hecho atroz en el que se denigra y se desvaloriza la vida de aquellos que tienen condiciones especiales, no se les respeta el principal de los derechos sólo por su condición física o mental, pues vemos que hay muchas personas proponiendo que se permita la eutanasia (llamada por los Nazis AKTION T4) a las personas que por sus enfermedades, dificultades físicas o mentales, para que tengan una muerte digna, como la llaman ahora, porque Hitler la llamaba “otorgar una muerte misericordiosa”. No vemos la razón del nombre de muerte digna o muerte misericordiosa.
Al parecer, mirando las cosas desde el punto de vista de aquellos que piden la vida libre a la eutanasia, Hitler no era tan malo, de hecho podrían decir que era bueno, pues buscaba la dignidad de los enfermos mentales y físicos otorgándoles la muerte por misericordia. Pero es que además muchos piden la despenalización de la eutanasia porque los ancianos y enfermos les son un estorbo en sus vidas. Entonces nos preguntamos ¿Por qué no permitir entonces el asesinato a todos aquellos que consideramos estorbo? Llamamos estorbo a quien nos crea dificultades cotidianas (vecinos, familiares, amigos y conocidos).
La respuesta es que el derecho a la vida es inviolable como reza la Constitución Política de Colombia en su artículo 11. Entonces ¿Los ancianos y enfermos perdieron ese derecho? Y también se puede aplicar en el caso del aborto, como lo hizo Monseñor Ricardo Tobón Restrepo, Arzobispo de Medellín en el sermón de las siete palabras de esta Semana Santa que vivimos en las casas: “Si una madre puede asesinar al hijo que le estorba ¿Quién y con qué justificación puede impedirle a la persona que mate al vecino que le incomoda? Son nuestros contra sentidos (…) Hoy en día estamos en cuarentena para proteger la vida, e incluso se le piden a los laboratorios milagros para que la vida no se acabe. Pero estamos en una “confusión moral que lleva a pensar que la vida es una amenaza y que cualquiera puede disponer de la vida de otro”.
Como evidenciamos, las contradicciones en nuestra sociedad sin muy grandes y eso hace que la vida sea cada día menos valorada y se quiera imponer la cultura de la muerte, pues si no pensamos que la vida es lo más importante, nos la podemos tomar de manera vaga, vaporosa, etérea y permitir todo aquello que atente contra nosotros mismo. ¡Dios nos tenga de su Santa Mano!