No se pretende dar una respuesta.
Lo que se intenta es proponer los elementos que se conocen y que hacen difícil dar esa respuesta.
Es por definición una bacrim —la bacrim por excelencia y la que dio el origen a tal acrónimo—, es decir una banda criminal. Para ser más concretos una organización criminal dedicada al tráfico de drogas.
Por su origen o extracción, su actividad pudo haber llevado a colaborar en algo a la financiación y después a una inserción o alianza con el paramilitarismo propiamente; es decir con el proyecto político qué pasó de ser el enfrentamiento con la guerrilla al programa de tomarse el poder del Estado
Como afiliado a esos grupos amplió sus vínculos con diferentes bandas en diferentes partes del país y expandieron sus actividades pero siempre fue esencialmente una estructura para traficar droga.
Los que la encabezaban eran unos hermanos de apellido Úsuga y por eso durante un tiempo fue conocido como el Clan Úsuga.
Los reclamos de otros miembros de familias del mismo apellido llevaron al cambio de referencia al hablar de ellos y por ser su actividad principal alrededor del Golfo de Urabá les dieron el nombre bajo el cual se conocen
Pero la pregunta es ¿qué es eso que se conoce hoy bajo ese nombre?
Se sabe que es conformado por residuos de ese paramilitarismo y que como tal mantienen su sistema organizacional y operativo. Lo que no es claro es qué pretenden.
Porque por un lado parece que operarán en todas o en cualquier parte; y por otro que tuvieran un propósito de imponer terrorismo hasta donde les es posible.
A eso ayuda que a cualquier pequeña asociación para extorsionar le queda fácil usar ese nombre que hoy es sinónimo de terror. Pero también que las autoridades lo tratan como si fuera una organización que amenaza al Estado, no solo al declararlo su principal enemigo sino al hacer presentaciones en las que aparece como si fuera igual de probable que una determinada acción fuera cometida por ellos o por el ELN:
Lo segundo no se entiende porque no se conoce ninguna propuesta política ni se ve para qué tendrían como objetivo imponer una autoridad sobre todo el país.
Lo primero se explicaría porque el paralelismo entre terrorismo y extorsión permite que se confundan o se complementen aunque sus objetivos son diferentes. Uno es someter a la población para ejercer control sobre ella; el otro es extraer beneficios -usualmente económicos- de algunos de sus miembros. Pero, a pesar de que ambos acuden al terror para lograr sus propósitos, no tiene lógica que las alternativas para iniciar una investigación sean que igual puede ser el uno o el otro.
Pensar que tienen un propósito político —en este caso apoyando la desestabiliización del país porque los beneficiaría un gobierno fuerte de derecha—- no tiene sentido. No son una agrupación de derecha ni de izquierda; y en sus filas seguramente hay unos miembros que simpatizan con unos candidatos y otros con otros.
Una posible explicación que dan sería que, siendo de verdad la organización que tiene ese tamaño y ejecuta esos actos, en el momento quisieran desactivarse y para ello se fortalecen ingresando o coordinando a esas pequeñas bandas locales para que por su tamaño se les reconozca como enemigas del Estado y se les dé un estatus cuasipolítico y así entren a negociar como los insurgentes su desmantelamiento contra beneficios jurídicos. Esto se reforzaría con las declaraciones según las cuales el Gobierno adelanta conversaciones para eso (bajo el supuesto que solo se habla de ‘sometimiento’ y no de acuerdos).
Se fortalecen ingresando o coordinando pequeñas bandas locales
para que por su tamaño se les reconozca como enemigas del Estado
y se les dé un estatus cuasipolítico para negociar como insurgentes
su desmantelamiento
Pero teniendo en cuenta que son uno de los mayores jugadores en el tráfico de estupefacientes no se explicaría porque buscarían eso. Tampoco se entiende que cuando los ingresos de su actividad central son infinitamente mayores que los de la actividad extorsiva se estuvieran dedicando a ella que solo les representa complejidad de acción y más frentes de persecución por los órganos del Estado.
Por los órganos de inteligencia oficiales parece que se sabe quiénes son los miembros y quienes los capos, pero no hay explicación para dónde van o qué buscan más allá de traficar con la droga o porqué el gobierno los ve como una agrupación parecida a las de los insurgentes.