La discusión sobre la renovación de la flota de superioridad aérea colombiana ya está en su recta final. Luego de muchas etapas donde incluso se propuso no hacer la renovación, hoy tenemos que el gobierno ha comprendido la necesidad imperiosa de mantener un esfuerzo enfocado a la defensa territorial del Estado y el control de su espacio aéreo. En otras palabras, la tenencia de aeronaves de superioridad no es accesoria para ningún país, por lo que la necesidad de reemplazar los viejos Kfir es irrenunciable.
La pregunta que ha rondado a la comunidad de seguridad y defensa nacional es: ¿cuál de las opciones resulta más conveniente para el país? Lo anterior teniendo en cuenta obviamente que es una inversión con muchos ceros detrás y que en lo económico implica un compromiso de las cuentas nacionales por varios años y en lo estratégico, la supervivencia colombiana en un entorno competitivo.
La opción que se barajó durante más tiempo fueron los F16 bloque 70 de la Lockheed Martin Corporation. Estos aviones representan unas enormes capacidades, una tecnología de punta y unas condiciones de operación relativamente viables para el bolsillo del país. Los contras de esta aeronave —más allá de consideraciones políticas— implican que no se trataba de aviones nuevos —muy seguramente transferidos desde algún país europeo— y con limitaciones operacionales y de transferencia tecnológica para la industria colombiana, que harían poco atractivo esta opción.
Ante este panorama, se tuvo que recurrir a otras opciones. Así aparecieron en esencia los Rafale y los Saab Gripen. Otras menos atractivas, como los Kfir, quedaron rezagadas y hoy no están en la baraja.
Los Rafale son aviones impactantes. En lo político, tienen el respaldo permanente del gobierno francés incluso desde las etapas de negociación, construyendo una sinergia entre la empresa y el Estado que hacen atractiva la propuesta. Tienen unas condiciones técnicas basadas en armamento —principal y secundario—, tecnología, aviónica, maniobrabilidad, tasa de ascenso, eficiencia en el consumo de combustible y un radar potente, que le hacen una opción interesante para el cuidado del aire de cualquier país.
No obstante, los contras son claros. El primer reparo es su elevadísimo precio individual, lo cual lo ha hecho objeto de deseo de países con economías fuertes como Emiratos Árabes, Qatar o Indonesia —muy diferentes de la colombiana—. El segundo pero es el hecho de ser un avión bimotor, lo cual eleva sustancialmente el costo de hora de vuelo y su mantenimiento, llegando incluso —en casos muy particulares— a superar el de los mismos Kfir que queremos reemplazar.
Por el lado del Saab Gripen E/F —el que está estudiando el gobierno—, el panorama es igualmente llamativo. Es un avión un poco más pequeño que el Rafale, por lo que optimiza su único motor, desarrollando un poco más de empuje total en relación con su peso y permitiéndole maximizar el consumo de combustible. En términos de mantenimiento y operación, la condición de un solo motor es decisiva, pues puede implicar un ahorro de entre el 60 o 70% en hora de vuelo en relación con el Rafale.
El costo del Saab Gripen E/F es otro de sus atractivos, ya que implica un ahorro de más del 50% por cada avión frente al Rafale, con la adición de que el Gobierno de Suecia ofrece financiar hasta el 100% del contrato, con periodo de gracia incluido. Es decir que la inversión en el proyecto no afectaría el presupuesto del país en los próximos dos gobiernos cuando menos.
Dentro de los contras, está el aparente hecho que con solo dos usuarios del Gripen E —Brasil y Suecia— los repuestos serían muy caros y que Colombia dependería de alguna forma de Brasil, con las implicaciones políticas, estratégicas y económicas que esto representa. No obstante, este panorama es lejano, en la medida que el abastecimiento de repuestos está soportado por una línea de producción ágil y flexible dependiendo directamente de Suecia, quien ha fortalecido estos procesos ante la amenaza rusa.
Otra de las críticas es que el Gripen E/F nunca ha sido probado en combate. No obstante, la antigua versión C/D del Gripen si tiene un amplio historial de combate aire—aire y aire—tierra, encontrando un ejemplo durante la operación Unified Protector en Libia durante 2011, donde compartió el aire con F18, F16 E/F, F16 C/D, F16AM, Rafale, Eurofigther Thypoon y otros un poco más antiguos como el Tornado y el Mirage.
Si bien es cierto que el Gripen E/F está entrando en operación hasta ahora y no ha sido "probado en combate” este hecho en lugar de ser una condición negativa puede ser una enorme ventaja para Colombia, pues tendría el más recientemente avión de guerra desarrollado en el mundo, poniendo a la Fuerza Aérea Colombiana a la vanguardia regional.
Las opciones están sobre la mesa. La expectativa está en que las decisiones que se tomen beneficien los intereses nacionales colombianos y le permitan mantener la defensa de la soberanía nacional por muchas décadas.