Cuando esta columna aparezca publicada en este portal, muy seguramente aún se estará corriendo la décima etapa del Tour de Francia entre Tarbes/La Pierre-Saint-Martin.
Es la primera fracción de alta montaña de la competencia y el primer gran test para Nairo Quintana y Rigoberto Urán respecto de sus tres grandes rivales: el británico Chris Froome (keniano hasta 2008), el español Alberto Contador y el italiano Vincenzo Nibali.
Puedo pecar de triunfalista, pero no hay duda de que es la primera vez que Colombia tiene serias oportunidades de alzarse con el título de la que de lejos es la carrera por etapas más importante del mundo.
Quintana, para muchos el mejor escalador del planeta en la actualidad, inicia la montaña con una desventaja de 1’59” respecto de Froome, el gran favorito de todos y campeón de la versión de 2013.
¿Es mucha la diferencia para descontar? Sin duda lo es. Pero Quintana y su equipo Movistar han hecho hasta ahora una carrera brillante. El mismo Froome ha dicho ayer que “ahora el más temible es Quintana”.
Foto: EFE
Los expertos daban por descontado que el ciclista de Cómbita iniciaría la gran montaña con más de cuatro minutos de desventaja sobre sus más importantes rivales. Pero no fue así. Aparte de Froome, y transcurridas nueve etapas, Quintana solo pierde 56” con Contador y supera a Nibali por 23”.
El escenario no puede ser mejor. Quintana tiene ante sí al menos cuatro etapas que terminan en grandes premios de montaña. Necesita, entre otras cosas, que, como hace dos años, Froome desfallezca un poco en la última semana de competencia. Pero cuidado: hay montaña en demasía y ésta incluso puede “indigestar” al colombiano. Así le sucedió en varias oportunidades al gran Lucho Herrera, quien prácticamente nunca pudo coronar un gran Tour porque siempre tenía una o más etapas malas.
Ahora bien, ¿en qué se diferencian Lucho y Nairo? El primero fue de lejos el mejor escalador del mundo en los años 80. Soltaba a sus rivales con una facilidad pasmosa. Cuando se lo proponía y estaba bien, les metía varios minutos a sus rivales. Pero era pésimo en las contrarreloj individuales en la época en que los organizadores del Tour ponían siempre dos fracciones contra el reloj que fácilmente podían sumar 70 u 80 kilómetros.
Adicionalmente, “el Jardinerito de Fusagasugá” siempre corrió por equipos colombianos y, sin ánimo de ofender, tenía un espíritu apacible que rayaba a veces con la resignación.
Nairo en parte es todo lo contrario. Al igual que Lucho, devora la montaña, y, si bien no es el mejor, se defiende en las pruebas planas contra el cronómetro en las que nunca pierde tiempo que pueda considerarse indescontable. Así lo demostró en la primera etapa de este Tour cuando perdió por pocos segundos con sus rivales a vencer.
El que Nairo corra por un equipo europeo es una gran ventaja. El español Movistar es desde hace varios años uno de los mejores equipos del mundo. Sus directores deportivos organizan siempre una novena que vaya bien en todos los terrenos. Lo demostró el domingo pasado cuando perdieron por solo 4” la contrarreloj por equipos. Seguro que si Nairo hubiera corrido esa etapa con una escuadra de puros colombianos la diferencia en contra se habría contabilizado en minutos. Tampoco creo que Nairo hubiera salido ileso con un equipo de puros criollos en la temida etapa del pavé.
Y tal vez lo más importante de Nairo: su espíritu, su forma de ser. Recuerdo que en 2013 le dijo al diario El País de Madrid —cuando el periodista trató de ubicarlo como un colombiano paupérrimo— que de adolescente iba a la escuela en bicicleta porque le encantaba ese deporte y no porque no tuviera con qué pagar un pasaje en autobús por ejemplo; que si bien su familia no nadó en los millones, en su casa nunca faltó nada, y que en Europa había visto mucha gente que a lo mejor había vivido en condiciones económicas similares a la suya.
También sorprendió el año pasado cuando Movistar decidió dejarlo por fuera del Tour y enviarlo al Giro de Italia. En palabras más, en palabras menos, dijo públicamente que iba a Italia porque así lo habían decidido quienes le pagaban, en evidente molestia por la desacertada determinación de sus directores deportivos.
Ese es Nairo. Ese es el colombiano que desde hoy podría empezar a sellar la victoria deportiva más importante de Colombia en todos los tiempos. Que no gane también está en el campo de las posibilidades. Lo que sí es un hecho es que si la suerte le acompaña y el equipo le funciona, difícilmente será derrotado.
P.D. No es que quiera ser aguafiestas, pero no creo mucho en las posibilidades de Rigoberto Urán para ganar el Tour. Aunque en la clasificación general es el colombiano mejor ubicado —a 1’18 de Froome al finalizar la novena etapa—, el de Urrao carece en la montaña de la explosión que Nairo le sobra. De todos modos, qué bueno sería que Rigo me tapara la boca e hiciera una gran carrera. Por qué no, por ejemplo, vencedor de una etapa y un puesto entre los 10 primeros de la general.
