La derecha colombiana está definitivamente agotando la paciencia de ese amplio sector de colombianos progresistas, que no quieren ver al país estancado en el pasado doloroso del conflicto armado, y que además creen en las instituciones y quieren la paz. Su última propuesta denominada "Libertad y Orden", que sin duda tiene el respaldo del jefe de este sector político, el expresidente Álvaro Uribe Vélez, tiene ese sello de querer acabar con todo lo que se asocie al proceso de paz y hacer evidente su deseo de eliminar todas aquellas instancias creadas con el objeto de avanzar en el posconflicto que tanto requiere esta dolida sociedad colombiana.
Como no pudieron lograr que el presidente Duque tuviera éxito en su propósito de objetar parte de la JEP, ahora su objetivo inmediato es realizar un referendo con los siguientes propósitos: el primero y sin duda el más importante, derogar la JEP y según la prensa "crear salas especiales en la Corte Suprema de Justicia para juzgar a los agentes del Estado y ex guerrilleros de las Farc". El segundo, igual o más grave que el anterior, lograr “la revocatoria de las altas cortes, especialmente tras los más recientes fallos en los que se le reconoce a Jesús Santrich fuero de congresista y se ordenó su libertad, lo cual permitió su posesión como representante a la Cámara". En síntesis, lo que quieren es una justica con la respectiva institucionalidad que se ajuste a sus deseos.
La pregunta es por qué la derecha colombiana y particularmente el uribismo
le tienen tanto miedo a la JEP principalmente,
aunque también a la justicia en general y a las actuales instituciones
La pregunta que surge es por qué la derecha colombiana y particularmente el uribismo le tienen tanto miedo a la JEP principalmente, aunque también a la justicia en general y a las actuales instituciones. Es obvio que se trata de salvar a los responsables tanto del ejército como a aquellos miembros del sector privado que el país sabe que propiciaron de frente el paramilitarismo y muchos otros dolorosos episodios del conflicto. Se sabe y se acepta que muchos empresarios se vieron obligados, presionados, pero otros lo hicieron convencidos de que esta era la forma de actuar, con los costos evidentes en términos de desplazamiento y vidas que producirían. Estos últimos, así como aquellos miembros de la Fuerza Pública responsables de la Falsos Positivos y de otros crímenes, tienen que pagar el costo de sus actos. A eso le tiene pavor ese sector del país que propicia acabar con todo lo que les signifique una amenaza, como ser objeto de procesos judiciales que les puedan significar penas.
La Registraduría le dio el aval a este referendo para que iniciara formalmente la recolección de firmas, y en su proceso de difusión además anuncian que "El referendo también busca remover a los actuales magistrados de las altas cortes y establecer un concurso de méritos para la elección de estos cargos." Necesitan 1’853.083 firmas, que deberán recolectar en los próximos seis meses y de acuerdo a las normas existentes debe recordarse que reformar la Constitución vía referendo, que es lo que se propone, exige el voto de más de la mitad de los sufragantes y que "el número exceda la cuarta parte de ciudadanos que integran el censo electoral." Es una tarea mayúscula y actúan con la seguridad de que lo lograrán; pero como se dice popularmente: "Amanecerá y veremos."
¡Qué cansancio! La derecha no para en su obsesión por "volver trizas la paz" así lo nieguen, entre ellos el presidente Duque. Esta última salida es el anuncio de lo que sucederá de aquí en adelante, que esperamos no supere los 3 años que le faltan tanto al gobierno como a los senadores actuales del Centro Democrático. Viviremos de sorpresa en sorpresa, sin duda. Lo más grave de esta nueva salida de este sector del país es que quienes tenemos objetivos distintos que cada vez son más colombianos apoyados por la opinión internacional, vemos en este referendo otra fuente de polarización en Colombia. Después, señores del gobierno, no se sorprendan si las cosas no les salen como quisieran. Sus seguidores se están encargando siempre de introducir elementos complejos en el panorama nacional.
Toda sociedad se agota ante partituras que siempre tienen la misma tónica: no construir sobre los construido, que entre otras contradice la promesa de campaña del presidente Duque, que ofrecía para su gobierno exactamente lo contrario. Ojalá el sentimiento generalizado de la otra parte del país no sea: ¡Qué cansancio!
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