Aun se repite la famosa frase de Fabio Echeverri, con confusión parecida a la de Echandía cuando decía ‘¿el poder para qué?’, y algunos la entendían como una muestra de desprendimiento -como si no le interesara el poder-, mientras que él la entendía como que el principio más elemental para quien actúa en política es definir previamente qué se busca o qué se propone como modelo de Estado y de gobierno.
Hoy la variante de ‘la economía va bien aunque el país va mal’ de la frase de Echeverri es la que se ha entendido o asumido sin tener en cuenta la contradicción que esto implica, o como si hubiera la posibilidad de que lo importante fuera que la economía anduviera bien y lo mal que estuviera el país fuera secundario.
Y, acorde con el modelo que supone que la función de la economía es solo el manejo de los mercados y de los negocios -el de los economistas puros neoliberales-, así ha sido la visión y parámetro de medición de la gestión de nuestros dirigentes en los tiempos recientes.
Esta, a su turno, es versión de una original que decía ‘el gobierno va bien pero el país va mal’, la cual tomándola nuestros mandatarios como guía, los ha vuelto algo indiferentes a lo que no sea la imagen que de ellos reflejan los medios de comunicación.
Hoy la realidad puede ser que en alguna forma sea cierto que en comparación a los últimos años la economía esté menos grave (aunque esto no es tan claro), y así tratan de defenderlo las autoridades.
Pero sobre lo que no hay duda es que en lo que respecta a la paz vamos mal, y, bajo el reconocimiento que este es nuestro problema más crucial, que el país va mal. Y en ese sentido hay un curioso consenso entre la derecha y la izquierda: sea destacando los actos de terrorismo o los asesinatos a los líderes sociales, lo que se trasmite a la nación es que seguimos siendo un país en guerra.
Hay un curioso consenso entre la derecha y la izquierda:
lo que se trasmite a la nación
es que seguimos siendo un país en guerra
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Un problema no se soluciona mientras no se reconozca; y si afecta a dos partes se requiere además que las dos partes, aún si tienen diferentes posiciones ante este, compartan el análisis del mismo; pero nosotros inventamos algo más único y es que las dos partes -sin siquiera intentar compartir el análisis- han llegado a coincidir en que lo que vivimos no se resuelve alrededor de encontrar y solucionar lo que son unas ‘causas objetivas’ de la violencia y la ‘guerra’, sino ganándose a la opinión pública a través de movilizar las pasiones mediante el estímulo de la agresividad y la intolerancia.
Por eso la polarización, por eso al país lo están manejando los medios de comunicación, y por eso, porque los medios viven del rating y su éxito depende del tamaño de la audiencia, ellos tienden a alimentarnos de amarillismo, de escándalos, de ‘noticias’ de baranda, revelaciones y filtraciones, y enfrentamientos personales o políticos que sean susceptibles de despertar emociones y controversias.
El momento no es ya para debatir si ‘la economía (o el Gobierno) va bien pero el país va mal’, sino el de entender que a la Paz y a la armonía social, y en consecuencia al país, le va mal, porque con la polarización a los medios de comunicación les va bien.
La realidad puede ser que en alguna forma sea cierto que en comparación a los últimos años la economía esté menos grave, y así tratan de defenderlo las autoridades.