La ciudad de Cartagena está llena de murallas que separan y dividen a la comunidad, que generan barreras invisibles cuya transgresión es causa de muerte criminal. En esta ciudad se constata una cruda realidad que no es ajena a las grandes ciudades colombianas, y es que se encuentran escindidas o “guetizadas” porque hemos construido una serie de estigmatizaciones de territorios, oficios, personas, razas, condición social, ideologías o formas de pensar.
En las horas de la tarde el 25 de abril, a instancias de la Legión del Afecto, más de 1000 jóvenes de los barrios Olaya, Pozón, Nelson Mandela, Tres de Junio, Nazareno, Nueva Venecia, La Esperanza, Huellas de Uribe, Arjona, San José de los Campana, Nuevo Israel, marcharon desde el Castillo de San Felipe, hasta la entrada de la ciudad amurallada, en la Torre del Reloj, en contra de la estigmatización y la parcelación de las ciudad. Se evidenciaron la gran cantidad de fronteras invisibles generadoras de muerte criminal, en un país que en lugar de construir proyecto común, pareciera dedicarse a dividirse cada vez más por tonterías propias de la mentalidad y los intereses de unos pocos. Fue una marcha de los estigmatizados donde a través de los lenguajes alternativos y simbólicos derivados del arte, la cultura y las tradiciones se pretendió “ponerle el espejo de los marcados y señalados al conjunto de la sociedad, para que nos miremos y cada quien se reconozca a sí mismo como estigmatizado y estigmatizador”.
En la ciudad, según las autoridades, existen más de 80 pandillas juveniles que “administran el terror y la intimidación en los barrios, compuestas por jóvenes que no tienen oportunidades más que ofrecer su vida para sobrevivir”. Tienen sitiada a la ciudad, no dejan entrar ni siquiera a la policía a sus territorios, dijo un funcionario de la Alcaldía que aplaudió el esfuerzo por derribar las fronteras invisibles y abrir oportunidades a los jóvenes, que está haciendo la Legión del Afecto en la ciudad.
“A nosotros nadie nos quiere, dicen que somos la basura de la ciudad y que hay que limpiarla… cuando matan a uno de nosotros a nadie le duele….pareciera que no fuéramos humanos, que amamos, que sentimos también cosas bonitas, que estamos mamados de odiar y del resentimiento, que queremos oportunidades para sentir que la vida vale la pena”, expreso Johan, un joven Legionario.
Paradójicamente, el permiso para la marcha que concedieron las autoridades solo fue hasta la "plaza de la paz", que queda afuera de las murallas, junto a la Torre del Reloj. Los jóvenes no pudieron traspasar las murallas....
