El título de esta nueva entrada está inspirando en el tema Y no hago más na’ del Gran Combo de Puerto Rico, el cual se ajusta a las pretensiones de muchos ciudadanos, no digamos que solo en Colombia sino en todo el mundo, de vivir eternamente subsidiados por parte del Estado.
Dicho lo anterior, sucede que algunos habitantes del Carmen de Bolivar se encuentran inmersos en una discusión con el Gobierno, aduciendo que las jovencitas que se han vacunado contra el Virus del Papiloma Humano (VPH) están sufriendo trastornos a causa de la aplicación de dicha vacuna.
A tal punto han llegado los alegatos de los padres de las jóvenes afectadas que decidieron viajar a Bogotá D.C. junto con sus hijas, y de esta forma, una vez más quedó registrado en los medios de comunicación como debían ser socorridas las jóvenes ante sus desmayos en la terminal de transporte de Bogotá. Dicho show mediático ya se había presentado en tierras bolivarenses en la postrimería de la jornada de vacunación contra el VPH.
Respecto al caso el Instituto Nacional de Salud, el Ministerio de Salud y Protección Social, y ahora el Hospital de Fontibón de Bogot, han manifestado que lo que tienen las jóvenes se conoce en medicina como Enfermedad Psicógena Masiva, lo cual en palabras coloquiales se traduce a: se convencieron de que están enfermas y se enfermaron.
Ya conocedores de los pormenores de este caso de enfermedad autoinducida, cabe preguntarse por qué los padres de estas jóvenes insisten en reclamarle al Gobierno Nacional que sus hijas se encuentran enfermas, producto de haberse aplicado la vacuna contra el VPH.
El vivo vive del bobo. Buscando respuesta a la inquietud planteada en los medios solo se halla lo aquí planteado, razón por la cual nos adentramos en el terreno de las conclusiones temerarias para hallar el fondo del asunto. Ya iniciado este ejercicio una de las deducciones que surgen es que probablemente, no mintamos, es absolutamente seguro que los padres desean que se concluya que las afecciones de salud de sus hijas obedecen a efectos secundarios de la vacuna, lo cual derivaría en una jugosa demanda contra el Estado.
En realidad mentimos un poco en lo planteado en el anterior párrafo, efectivamente los medios de comunicación reportan que ya rondan en el Carmen de Bolivar abogados ofreciendo sus servicios para lograr cuantiosas reparaciones económicas a las menores afectas.
En conclusión, las familias de las niñas afectadas desean resolver su futuro, ¡y hasta su presente!, financiero a costa de una demanda contra el Estado. Como ya se mencionó al inicio, es una triste realidad el hecho de que muchas personas se pasan la vida subsistiendo a punta de subsidios otorgados por el Estado o en su defecto, por muy inverosímil que sean, se inventan demandas que puedan darles la estabilidad financiera que les daría el trabajo digno y honrado que ni siquiera han buscado.
