Qué bonito se ve todo
Opinión

Qué bonito se ve todo

La tal refrendación hará que al fin la paz se decrete, y tal vez dejemos de oír al que grita día y noche que la paz con LaFar es un imposible

Por:
diciembre 02, 2016
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Todo esto me recuerda aquella vez que un buen amigo, Carlos Arturo, se lió con una hermosísima mujer que había sido a la vez Miss Cacao y Miss Cilantro y había salido en dos portadas de revistas de chismorreo televisivo, de esas espectaculares mujeres por su belleza que miden con exactitud meridiana noventa sesenta noventa y que uno no sabe cuando sonríen si esas cosas blancas que salen de sus labios carnosos son perlas del océano o simplemente dientes perfectamente tratados.

¿Qué qué hay con todo esto?

Nada especial,  solo que Carlos Alberto (¿Carlos Arturo?, es que ya no recuerdo…) tuvo una aventura con aquella mujer de nombre tan conocido que no oso repetir, parece que él sólo andaba en un bar solitario como siempre está y la señorita en cualquier parte de la barra agotada después de una sesión de fotos y mi pobre amigo no tuvo ocurrencia diferente a ofrecerle un trago a la dama, con lo que cuesta un trago en esos bares cuando no estamos en happy hour, una millonada. Bueno, que parece que hablaron como tres horas de mil temas, y cuando ya estaban entonados parece que también hablaron de la forma mágica como copulan las nubes.

¿Y qué con esto?

Que mi amigo, cada vez que nos reunimos, no hace sino hablar de sus amoríos con la Miss cuando todos sabemos que la cosa no pasó de una gastadera de plata de Carlos como sea en mojitos al estilo caribeño y cada cual, después de la aventura, se fue a su casita.

Habla y habla de la Miss como si fuera parte de sus costillas y todos los amigos no hacemos sino mirarlo con caras de absoluta tristeza.

Y el acontecer nacional no hace sino parecerse por estos días y meses al triste caso de mi amigo. No hablamos sino de la paz y no hay titular de los diarios nacionales que no traiga el tema como el único asunto que llame la atención.

Con una pequeña diferencia. El caso de mi amigo parece que solo está en sus sueños, cuando “la paz” ya perece tener el visto bueno del Consejo de Estado cuando considera que “resulta conforme con la Constitución y con la ley orgánica del reglamento del Congreso que ese cuerpo legislativo pueda hacer una manifestación política, a título de refrendación, de los acuerdos de paz suscritos por el Presidente de la República”.

Uff, qué descanso se habrá sentido en el palacio de Nariño.

Para el Consejo de Estado “la refrendación por parte del Congreso debe entenderse como un voto de confianza respecto de la política al mando en el manejo de la paz, con el fin de que la acción pública y estatal en la materia tenga el mayor grado de legitimación democrática posible”.

La Sala de Consulta argumentó que la paz es un derecho que vincula a todos los órganos del Estado y por lo tanto no puede reducirse la legitimidad democrática del Congreso de la República para que se niegue la posibilidad de refrendación de los acuerdos de paz a través de ese cuerpo de representación popular.

Los ministros sonríen.

No obstante, dentro del concepto que estructuró el Consejo de Estado, advirtió que si bien puede darse la refrendación, ésta es diferente a la implementación del Acuerdo Final y por lo tanto deberán realizarse las reformas constitucionales y legales que este último demande.

Nuestro Nobel habrá pasado saliva.

“Por tanto, debe tenerse en cuenta que las normas que requiere la implementación del acuerdo de paz, no se producen automáticamente por la firma del acuerdo ni por su refrendación, y que, en ningún caso, la decisión que adopte el Congreso de la República, con independencia de su sentido, comprometerá a futuro la libertad de configuración normativa que le reconocen la Constitución Política y bla bla blá.”

Las sonrisas se apaciguan en la casa presidencial, parece que la cosa no está de color rosa ya que nadie comprende a nadie, pero el caso es que ya con la tal refrendación, por mucho grito que haya, hará que al fin la paz se decrete.

Y tal vez dejaremos de oír la cantaleta de aquel que grita día y noche que la paz con LaFar es un imposible físico.

 

Se refrendará el papel aquel que firmaron en el Teatro Colón
y tal vez dejemos el tema recurrente
para permitir que Colombia sea el país de siempre

 

Se refrendará el papel aquel que firmaron en el Teatro Colón y tal vez dejemos el tema recurrente para permitir que Colombia sea el país de siempre: corrupto, violento, con pobrezas desconocidas,  y a la vez maravilloso.

Y con eternos temas circulares que no van a ningún Pereira.

Y hablando de …

Y hablando de cosas maravillosas,  qué poco se le cree al señor doctor Peñalosa con los dibujitos de su metro elevado con palmeras y loros silvestres.

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