El más reciente paso de Moscú en esa dirección fue confirmado este miércoles 22 de febrero, luego de que la Cámara Baja del Parlamento ruso ratificara por unanimidad la suspensión del tratado START III, medida que anunció el líder del Kremlin un día antes.
Se trata del acuerdo firmado entre Washington y Moscú, que limita la capacidad atómica de las dos potencias a 1.550 ojivas nucleares. El pacto fue firmado en 2010 y extendido en 2021 por un quinquenio más, pero el Gobierno ruso ya había dado indicios de que no lo renovaría en 2026.
Una decisión que aumenta el riesgo de una eventual escalada nuclear ante la falta de controles mutuos que la suspensión implica.
“Al dejar de cumplir con sus obligaciones y rechazar las propuestas de nuestro país en temas de seguridad global, Estados Unidos destruyó la arquitectura de la estabilidad internacional”, justificó en un comunicado el presidente de la Duma Estatal, Vyacheslav Volodin, poco antes de la votación.
Está previsto que la Cámara Alta en Rusia, el Consejo de la Federación, también vote sobre la nueva medida en las próximas horas. Sin embargo, se espera que solo sea un acto protocolario que respalde de forma contundente la decisión de Putin.
Todos los intercambios de información y elementos que se refieren a las actividades de verificación del tratado de desarme nuclear quedarán sin efecto para el Gobierno ruso una vez la suspensión sea formalizada en el Legislativo, indicó en las últimas horas el viceministro de Asuntos Exteriores de Rusia, Serguéi Riabkov.
El futuro del New START quedaría en manos de Putin
Si bien Riabkov agregó que “no se sabe cuándo se reanudará" el convenio, debido a que en la actualidad no existen conversaciones en esta materia con el Gobierno estadounidense, el pacto quedaría en manos de Putin.
Según remarcó en su discurso del Estado de la Nación el martes 21 de febrero, el líder del Kremlin será el encargado de decidir si Moscú retorna o no al cumplimiento de las obligaciones sobre el control de armas atómicas.
Pero entre la ráfaga de acusaciones del Kremlin para continuar el mayor conflicto en suelo europeo desde la Segunda Guerra Mundial; así como retirarse del pacto nuclear, el portavoz de la Presidencia rusa, Dmitry Peskov, aseguró que retomarlo "dependerá de la posición de Occidente”.
“Cuando haya voluntad de tener en cuenta nuestras preocupaciones, entonces la situación cambiará", dijo.
Y es que en medio de sus justificaciones, el presidente ruso señaló que su país se retira de lo pactado debido al apoyo de Estados Unidos a Ucrania, en medio de la invasión en curso ordenada por Putin el 24 de febrero de 2022.
El líder de la primera potencia nuclear acusó a Washington y sus aliados de la OTAN de trabajar abiertamente para “la destrucción de Rusia”.
Sin embargo, sus declaraciones fueron refutadas poco después por Joe Biden, que durante su discurso en Polonia enfatizó que “Occidente no quiere destruir a Rusia”.
Las consecuencias no se limitarían solo a dejar en suspenso el tratado. Moscú amenaza con dar nuevos pasos.
"Por supuesto, seguiremos de cerca las acciones futuras de Estados Unidos y sus aliados, incluso con miras a tomar más contramedidas, si es necesario", sostuvo el viceministro de Relaciones Exteriores ruso, citado por la agencia estatal Interfax.
Rusia ahora exige que las armas nucleares británicas y francesas, que afirma están dirigidas contra su territorio, se incluyan en el marco de control de armas, algo que, según los analistas, es imposible para Washington después de más de medio siglo de tratados nucleares bilaterales con Moscú.
En medio de esta pugna de las dos mayores potencias militares, bajo el paraguas de la guerra en Ucrania, está previsto que el presidente Biden se reúna este miércoles en Polonia con el secretario general de la OTAN, Jens Stoltenberg, y con los representantes del flanco oriental de la alianza político militar, antes de concluir su visita relámpago de cuatro días a suelo polaco y ucraniano.
Wang Yi en Moscú: “Siempre hemos estado a favor de la multipolaridad”
Mientras Ucrania atendía el lunes 20 de febrero la primera visita de un presidente estadounidense a un territorio en guerra, 24 horas después Moscú recibió al máximo responsable de la diplomacia china, Wang Yi.
Pese a dejar entrever una posición ambigua al inicio de la guerra, el gigante asiático se ha convertido en un aliado indiscutible del Kremlin en su guerra.
Un escenario que quedó demostrado con las declaraciones del director de Asuntos Exteriores del Partido Comunista a Rusia, este 22 de febrero, durante su reunión con el canciller ruso, Serguéi Lavrov.
"China y Rusia siempre mantienen su decisión estratégica de avanzar firmemente en el cauce de la formación de un mundo multipolar. Siempre hemos estado a favor de la multipolaridad, y en contra de acciones unilaterales y el hegemonismo", sostuvo Wang.
Beijing coincide con Moscú en las acusaciones contra Washington de buscar un dominio y hegemonía sobre el mundo que, sostienen, no están dispuestos a tolerar.
"Nuestras relaciones se desarrollan dinámicamente y, pese a la elevada turbulencia en la arena mundial, exhibimos cohesión y disposición de defender nuestros intereses sobre la base del respeto internacional y papel central de la ONU", respaldó Lavrov.
Aunque durante la Conferencia de Munich -que concluyó el pasado domingo 19 de febrero- Wang indicó que su Gobierno tiene una propuesta de paz, Beijing no ha presentado formalmente una iniciativa en este sentido.
Mientras Washington y sus aliados respaldan a Ucrania y aumentan su ayuda militar, Moscú y Beijing se muestran más unidos que nunca. El conflicto ruso-ucraniano mide el termómetro geopolítico y en medio queda un país azotado por la guerra que se aferra a su soberanía.