Puntos sobre la íes en los primeros 100 días del gobierno Petro

Puntos sobre la íes en los primeros 100 días del gobierno Petro

Quienes esgrimen que Gustavo Petro no ha hecho nada en estos tres meses, o viven exiliados en Butan o su animadversión les afecta la relación con la realidad...

Por: César Augusto Patiño Trujillo
noviembre 25, 2022
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Puntos sobre la íes en los primeros 100 días del gobierno Petro

Cada vez que hay cambio de gobierno, 100 se convierte en un número mágico; esa cifra en días es la que determina, desde los medios, cómo va a avanzar el gobierno del recién posesionado presidente durante el cuatrienio o parte de él; en todo caso, dicho número, no debería tener nada de especial, pero los mass media le utilizan como un medidor. ¿absurdo?, no lo sé, pero es solo una especie de mitificación de la cifra para iniciar el verdadero cuatrienio, o, en otras palabras, es como ese puente que ayuda a dar por finalizado el gobierno anterior y permite al nuevo presentarse, diferenciarse y definirse, respecto del anterior a partir de sus propuestas programáticas.

Supone uno que el día 101 es el inicio en la práctica, del nuevo gobierno; sin embargo, en este caso, la salida del presidente Duque de la Casa de Nariño, al ser tan ansiada por la mayoría de los colombianos, dio al nuevo gobierno, un inicio casi inmediato. Se me hizo parecido al primer día del gobierno Uribe en 2002 que, en medio del caos que se vivía, exigía rápidamente la salida de un Pastrana que, derrotado por no lograr sentar al máximo dirigente de las FARC en los inicios de los diálogos de paz en el Caguán, permitió la desinstitucionalización, con unas FARC fortalecida y con capacidad de poner al Estado colombiano al límite y unas fuerzas estatales armadas hasta los dientes con el pérfido Plan Colombia.

La guerra perfecta que se desataría en el s. XXI uribista hasta el cansancio. Fueron estos, unos diálogos que desde el primer día estaban condenados al fracaso. Uribe en ese momento, emergía como el salvador de esta nación tan desafortunadamente anquilosada en la guerra. Ya conocemos todos que, en vez de mejorar, hubo una debacle peor que con los anteriores gobiernos, los del preuribismo, esos mismos que, por nefastos, abrieron el camino del Mesías Intocable por dos décadas. El caudillismo populista revivía después de haber gobernado a la nación durante el. XIX.

En todo caso, con el gobierno Petro, el cuatrienio sí inició el mismo 7 de agosto con la orden de transportar la Espada de Bolívar al escenario de la posesión. No hay duda, la imagen y autoridad de Petro borró la endeble y poco original de Duque, y su derrota no fue solo en las urnas, esta se extendió con la contraorden del nuevo presidente. Allí comenzó Gustavo Petro a gobernar, lo de los 100 días, ha sido solo el tradicional simbolismo que marca el estilo con el que se gobernará, y, sin embargo, ese estilo, con Petro, ya estaba marcado con anterioridad. Su talante estaba perfilado desde que emergió como figura política.

También ese número 100 fue el espacio de tiempo para que las fuerzas políticas, sociales y ciudadanía en general se fueran acomodando en favor o en contra de Petro; muy seguramente, el día 15 de noviembre, una importante marcha gobiernistas marcará un hito histórico, sea por lo masiva o por lo pequeña, ella dará énfasis a la aprobación que las encuestas dan del presidente Petro, mucho más alta que la de los 100 primeros días del gobierno Duque (49,7% vs 27%). Petro despierta todos los sentimientos a favor y en contra, es un personaje fundamental al lado de Uribe Vélez y Santos Calderón en la historia reciente de Colombia; Duque tan solo fue un comodín y por eso, es una negra página de la historia condenada a ser desestimada por su naturaleza espuria y equívoca con los grandes problemas del país. Con Petro es blanco o negro, no hay medias pintas, ni siquiera los tibios que declararon independencia del gobierno, ello, realmente son oposición.

La oposición liderada por Miguel Uribe Turbay, confusa, enclenque y supremamente débil, es otra de las conclusiones de estos 100 días. El uribismo, como en su talante, se agarró de un delfín político, como lo hizo hace algún tiempo con Paloma Valencia y los apellidos de los señoritos de la élite bogotana y provincial, un delfín gaseoso y sin muchos argumentos, se ha dedicado a disparar irracionales ataques a cualquier idea de proyecto del gobierno entrante. No ha entendido que la oposición debe ser objetiva e inteligente, el mismo vástago de doña Diana Turbay se comprometió con ello; ni un solo segundo de su oposición ha tenido en su promesa, un mínimo de cumplimiento. Su oposición en síntesis es un bodrio.

Marelen Castillo, la representante de la Liga Anticorrupción, ha ido un poco más allá en la oposición objetiva, sin embargo, y posiblemente, como resultado de su inexperiencia política no logra mojar las mismas cámaras que los poco sesudos congresistas del Centro Democrático. Su divorcio político con Rodolfo Hernández que renunció al Senado y se negó a oponerse al nuevo gobierno, ha desdibujado a la misma Liga.

El matoneo de Hernández a Castillo demostró lo insano de la Liga, y ella con dos congresistas más que ni suenan ni truenan, quedaron representando a una bancada que se desdibujó totalmente. Se le reconoce a Castillo el mantenerse en la Cámara cumpliendo su papel, el que se ganó con los más de 10 millones de votos en segunda vuelta presidencial.

La necesidad de una oposición es indiscutible, sin embargo, su calidad demuestra qué tan preparada está para aportar desde la otra orilla, a la creación de nación. Petro y Uribe lo han demostrado, en varias ocasiones se han sentado a dialogar, ayudando a generar cierto optimismo en la ciudadanía de a pie. Solo los más fanáticos del petrismo y del uribismo sienten prurito por esos encuentros, porque su opaca inteligencia y su vasto sectarismo no les permite entender el nuevo panorama nacional.

En estos momentos, pocos ciudadanos escuchan a la oposición y las manifestaciones; éstas han sido poco masivas, solo Medellín mantiene su postura de derecha y de extrema derecha, con un antipetrismo que ha cedido un poco de terreno, pero, que, igual mantiene sus mayorías.

Los medios magnifican las manifestaciones en la capital de Antioquia e intentan engañar a la ciudadanía, declarando que la población colombiana se encuentra insatisfecha con el nuevo gobierno. Planos que ocultan la poca asistencia a las marchas antigobierno son claro ejemplo de desinformación, y la gente ya no les cree, a excepción de esa pequeña porción decidida a seguirse autoengañando.

100 días en que los partidos declarados independientes al gobierno son realmente de oposición, léase Cambio Radical, entendible por su diferencia tan abismal con el Pacto Histórico, y Dignidad, entendible también por la neura evidente de sus principales dirigentes con el gobierno de Petro. Aquí dos izquierdas pugnan, una, la que dirige el senador Robledo, tradicional y de la vieja guardia con una más socialdemócrata y progresista, de nueva era, liderada por el presidente Petro.

Allí en Dignidad se escuchan voces opositoras, sin embargo, para el caso de la representante Jenifer Pedraza, una ambigüedad la muestra como una congresista que, se podría sentir incómoda en la posición de Dignidad, su partido, frente al gobierno; a propósito, está muy callada, teniendo en cuenta y reconociendo las capacidades que tiene para descollar en la Cámara Baja. Ella debe aprovechar para convertirse en una líder nacional con futuro, de lo contario, no será más que una pieza de un partido político que, estoy seguro, será de muy corta duración en la vida de la república.

Con los partidos de gobierno hay mucho que reprochar, sobre todo al Pacto Histórico, quien no ha asumido una responsabilidad de acuerdo con las expectativas de la ciudadanía; escándalos que no pueden dejarse pasar, ausentismos en momentos fundamentales de votación; contradicciones innecesarias entre otras, es la muestra de la inexperiencia de las izquierdas liderando el poder legislativo.

Era anteriormente, una muy aislada oposición, hoy como mayorías, no se puede dar el lujo de aprender en el camino. Se hace bien las cosas desde el principio para no dar, como ya se dio, argumentos para que esa pobre oposición se ranche en contra del gobierno, amplificado como ya lo dije, por los medios.

Cada error, por pequeño que sea, es una afiladísima katana ofrecida a la oposición liderada en buena medida por los fervorosos del uribismo de la revista Semana, léase María Andrea Nieto, Salud Hernández-Mora, Vicky Dávila (su compañero, el tal Jairo, ese ni cuenta), Juan Diego Alvira entre otros, lo que lleva a actuar con gran mesura o cuidado.

Los partidos tradicionales, Liberal y Conservador, además, de la U, están apoyando a un gobierno ideológicamente diferente a ellos. Es entendible en ellos, sus ideas hace rato se esfumaron; seguramente su apoyo al gobierno está a punto de cesar, y su apoyo, tan solo se mantiene por una mermelada estratégica de Petro, quien sabe que debe negociar con ellos, y, por otro lado, unos partidos que entraron a apoyar con el objetivo de neutralizar el avance de un progresismo que ellos detestan. No están allí de gratis, ni por amor a la patria.

Francia Márquez, la vicepresidente de la República, se ha dedicado a trabajar en el tema de igualdad, se espera, con mensaje de urgencia, la creación del nuevo Ministerio, para que la lideresa nacida en Suárez comience a materializar las promesas de campaña. Indudablemente, ha representado muy bien al país en las visitas internacionales. Habla menos, ha decidido escoger un perfil más bajo que cuando estuvo en campaña; al fin y al cabo, ya se conoce muy bien su base ideológica sustentada en la filosofía Ubuntu, y desde el 7 de agosto pasado es consciente de que los hechos valen más que las palabras.

Eso no lo ha entendido el Presidente. Mientras Márquez se silencia un poco y trabaja en su proyecto de país, Petro arrasa con el tuiter, escribe comentarios que, a veces, poco ayudan a generar tranquilidad; es como si no se hubiese dado cuenta de que es el Presidente de la República y no el candidato en campaña, es como si no entendiera que no es un ciudadano del común, que puede opinar lo que desee y no trasciende, en cambió él, como titular del ejecutivo y su imagen como portada de la nación, sí influye.

Él lo sabe muy bien, y, sin embargo, tercamente sigue alborotando avisperos. Tiene derecho a opinar, pero, no de cualquier manera. Es una debilidad que debe trabajar constantemente, pues, y aunque nadie duda de su brillantez intelectual (bueno, algunos sí, los uribistas y las derechas que nada reconocen de su adversario, exceptuando, paradójicamente, al expresidente Uribe quien reconoce en Petro a un hombre inteligente y capaz), su ego debe menguar un poco en beneficio de la nación entera.

En estos 100 días, se reconoce el respeto a la oposición; no ha habido persecución hacia ella. El mismo Petro lo manifestó en Francia al reunirse con Alberto Fernández y Emmanuel Macron, mantiene su bandera de “Paz Total” como referente nacional e internacional de su gobierno, propósito que si se lograra materializar justificaría largamente el paso de Petro por la Casa de Nariño; el inicio de diálogos con el ELN satisface a buena parte de la población colombiana, se tienen dudas con respecto a las bandas criminales y narcotraficantes, pero, a la larga, sabe la población el beneficio que traerá a las regiones.

El tema del cambio climático y la lucha contra las drogas, lo van ubicando en el contexto internacional como una voz autorizada y conocedora de la situación. Cada vez que lanza sus propuestas en los grandes encuentros globales, su voz suena con una sabiduría y una sensatez que, es imposible, no generar ante las grandes potencias y el resto del mundo, cierta admiración, pensarán. “nada que ver con el anterior, este sí es un estadista”, pues, mientras el anterior servía de mensajero de Uribe ante Felipe VI de España, este, se pone de pie ante la ONU y la COP 27 para dar cátedra, exigir y comprometerse con su ideal de ayudar a salvar la Tierra, así al exsenador Robledo le parezca populista y niegue que es la vida la que está en riesgo, así Colombia solo emita el 0,6% de gases venenosos en la atmósfera. Esto va más allá del porcentaje, es la verdadera responsabilidad de los gobiernos hacia e planeta Tierra. He ahí la diferencia.

Quienes esgrimen que Gustavo Petro no ha hecho nada en estos tres meses, una de dos, o viven exiliados y aislados completamente en Butan, Kiribati, Brunei o Djibuti, o su animadversión hacia el Presidente les ofusca y neutraliza su relación con la realidad que vive el país y el mundo.

La reforma a la ley 418 del 97, la aprobación de la Reforma Tributaria, el avance de la reforma política que, aunque genera críticas es mucho mejor que lo que hasta ahora se tiene; el interés por reformar el sistema de salud liderado por la Ministra Corcho, el acuerdo con FEDEGÁN, tal vez de lo más importante e inesperado, para compra de tierras que tiene como objeto cumplir con el Punto 1 del Acuerdo de Paz de 2016, la normalización de relaciones con Venezuela y el gobierno de Nicolás Maduro, además de la apertura de fronteras; la petición de eliminación de visa a los Estados Unidos para ciudadanos colombianos y la imagen del país y del Presidente a nivel internacional; la lucha por conservar la Amazonia y detener su deforestación, el principal lío ambiental que tiene Colombia y un largo etcétera, demuestran que se está haciendo gobierno.

Para nadie es un secreto que la debacle colombiana de décadas no se resuelve ni en tres meses, ni en un bienio ni en un cuatrienio. Si al presidente Duque se le justificó sus salidas en falso durante el primer año de su gobierno, como aprendizaje, ¿por qué tan rígidos e intolerantes, reaccionarios y hostiles? Estoy seguro de que con Hernández o Fico en la Presidencia de la República, los análisis serían de otro talante, así la situación del país fuera más que nefasta.

Sí señores, 100 días de un gobierno que avanza, a pesar de un dólar disparado, y en el que, Petro, podría ser algo responsable por sus trinos de poscampaña; de una guerra en Europa Oriental que deja consecuencias orbitales, de una inflación desbordada que hace más de dos décadas no se veía en Colombia, de enemigos vergonzantes en los medios tradicionales de comunicación, de mentiras que inundan las redes y buscan desprestigiar a un gobierno que exige equidad en la distribución de la riqueza y de pago de impuestos justos, de eliminar contratos leoninos de trabajo, donde el empleador gana todo y el empleado el mendrugo;  de revivir las horas extras desde las seis de la tarde, una política laboral que se derogó con el ministro Zuluaga Escobar, haciendo el milagro de hacer poner el sol a las diez de la noche, y luego, como mendrugo populista, recuperando una hora, desde las nueve, para posar de salvadores. Ellos crean el problema y luego del tiempo, su solución, así n fuera más que una excusa populista y electorera.  en síntesis, aquí hay un gobierno que desea gobernar con el objeto de construir un país para todos y a la medida de sus sueños.

100 días para replantear, pero también para atreverse a soñar.

ADENDA 1: que no se le olvide a la Oposición más extrema y violenta del Centro Democrático y de Salvación Nacional, hay una diferencia grandísima entre hacer uso a ese derecho y a la vez muy democrático, pero ello es diferente a aupar a un golpe de Estado, invitación que Enrique Gómez Martínez ha hecho por las redes, y que, azuzando en las manifestaciones, ya hay ciudadanos esgrimiendo que al actual gobierno hay que tumbarlo a como dé lugar. No se convierta el uso de un derecho en un delito señores de la oposición. Están informados.

ADENDA 2: Es posible que este artículo aparezca publicado después del 15 de noviembre. Hago esta acotación por lo que escribo en el artículo sobre cómo podría ser la marcha en defensa del gobierno Petro.

 

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