A punta de miedo nos tienen subyugados

A punta de miedo nos tienen subyugados

La élite usa su discurso de siempre para someter, vigilar, castigar y evitar cualquier atisbo de rebeldía que ponga su estatus en riesgo

Por: FARIT CAJAR MARTINEZ
noviembre 21, 2018
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A punta de miedo nos tienen subyugados

El discurso del miedo ha sido el elemento de dominación que ha utilizado la casta politiquera en Colombia para mantenerse en poder. Este discurso imaginario, y creado con astucia por parte de la élite, ha subyugado a la mayoría de la población para hacerle creer que el otro, aquel que piensa diferente, que considera el cambio de mentalidad y político para mejorar nuestras condiciones de vida, es el que tiene la culpa de que la sociedad colombiana esté viviendo este estado de marginalidad, discriminación, matanza, depravación y corrupción.

Tal discurso es tan descarado que solo el eco de pronunciarlo muestra la sinrazón de quien lo emite, su mala intención, lo que esconde para así hacerle creer a la mayoría ignorante que tiene la solución. Este discurso del miedo solamente ha servido para preservar las vidas, bienes e intereses de quienes detentan el poder y quieren perpetuarlo a como dé lugar para que sus hijos lo hereden. Es claro que al hacer creer a través del discurso que el enemigo imaginario es el otro, que existe un enemigo oculto y hay que atacarlo, entonces hay razones suficientes para manifestarlo y declararlo y hacer que exista porque de lo contrario no hay manera de sustentar ese discurso, ni manera de sacar presupuesto para la guerra. Si no hay manera de sustentarlo, entonces se acaba la hegemonía, la casta, la seguridad para ellos y el buen vivir o el vivir seguros a costillas del otro.

Si desaparece el discurso del miedo, que ha sido construido para dividir a la sociedad civil, entonces llegaría la tranquilidad y con tranquilidad y paz no es posible una sociedad "democrática" como la colombiana. El miedo es el instrumento de dominación creado por una élite que necesita de su discurso para poder someter, vigilar y castigar. Una sociedad sin miedo es la posibilidad más próxima de una sociedad verdaderamente democrática, porque va a pensar, decidir y escoger mejor a aquellos que direccionarán los destinos de un país como Colombia; por eso a la casta no le gusta esto, porque de dónde va a sacar los recursos para su vidas palaciega y de fantasía si no es a través del discurso del miedo.

Ese fantasma del miedo es la propia incapacidad de una élite que no ha podido gobernar con dignidad y justicia a un país como Colombia porque todo lo corrompe, manipula y tergiversa a su acomodo. El discurso del miedo ha permitido que una casta política hereditaria haya podido gobernar sobre la mayoría de la población, a la que ha excluido de las decisiones fundamentales y del reparto equitativo de las riquezas. Esa misma casta política por su propia incapacidad, corrupción y derroche de recursos es la que descaradamente utiliza los medios de comunicación (de los cuales son dueños) para expresar la sinrazón del miedo porque este produce la desconfianza al cambio y la violencia.

En Colombia, aparentemente la “democracia es igual para todos o todos somos iguales y el voto vale lo mismo para todos”, pero en la práctica no es así, sobre todo porque Colombia es el país más desigual en la distribución de las riquezas de Latinoamérica. La élite, la casta política o sociedad política (que es el uno por ciento de la población colombiana y dueño del cincuenta por ciento de las riquezas de Colombia) es la clase que financia las campañas políticas de tal o cual presidente, de tal manera que el voto de la élite es muy importante porque es la clase que aporta el dinero para las campañas políticas y a la cual se le debe plata y favores; el voto de la sociedad civil corresponde a un simple voto, a conciencia o no, es un simple voto.

Con la plata que da la élite para la campaña  presidencial comienza la inversión del candidato en la sociedad civil, es decir, utilizando o comprando a los medios de comunicación o a intermediarios para la emisión de discursos de miedo sobre el terrorismo o de discursos falsos sobre mejoramiento del salario mínimo, más trabajo, más justicia laborar, social, menos impuestos, más inversión en la educación,  etc. Entonces los candidatos obtienen los votos de la sociedad civil ya sea comprados o no, pero lo importante es que todo esto es gracias a los millones de pesos prestados por la élite al candidato. Cuando este es elegido presidente tiene una deuda con la élite. Y ¿quién es la élite? Son los dueños de Colombia (los Lleras, los López, los Pastrana, los Santos, los Uribe entre otros) y de las multinacionales (porque terminan legislando para ellos). Entonces, una vez el candidato es elegido comienzan los agradecimientos pero para los que le prestaron la plata porque tiene una deuda que pagar, ya sea con intereses o con favores, y no para la sociedad civil que lo único que le dio o le vendió el voto.

Por eso los congresistas, senadores y presidentes terminan legislando para la élite, o sino ¿por qué medidas tomadas por el expresidente Uribe (como quitar las horas extras y los festivos) fueron tomadas? ¿Cómo se explica que el presidente Santos haya subido más los impuestos a la sociedad civil y a la par el salario de los senadores? Esto es para pagar favores. Por eso los colombianos que se la pasan discutiendo que el uno que el otro, ¡hombe!, no discutan tanto ni se dejen confundir por culpa de la casta porque todos ellos buscan el interés propio y eso ha sido el proceso histórico discursivo en Colombia. Y cuando alguien serio quiere de verdad el bienestar de la sociedad civil, entonces no le conviene a la élite y lo persiguen o lo tildan de terrorista, socialista, comunista, desintegrador de la familia o castro-chavista, es decir, el discurso de deslegitimación social y político.

Ese mismo discurso del miedo ha sido utilizado para comparar a nuestro país con un supuesto sistema vecino, pero eso es para deslegitimar y crear zozobra por temor al cambio, porque a pesar de que no se ha dado en Colombia, esta no ha estado lejos de esa experiencia a pesar de que es un sistema capitalista y tenemos todos los recursos para tener mejor calidad de vida pero el sistema no lo ha permitido por su deplorable corrupción y aprobación de normas en detrimento de la sociedad civil. La estrategia consiste en llenar la conciencia de la gente con imágenes e información de un gobierno vecino para generar el odio, la indignación generalizada de la comunidad y con esto la desconfianza a todo el que plantea un cambio señalándolo como seguidores de éste, pero con el único objetivo de seguir consiguiendo el voto de los mismos para los mismos, para que quede oculto la corrupción, la violencia, los desplazamientos, la desnutrición de niños, la pésima atención en salud, la desigualdad educativa y el pillaje de la casta politiquera.

Nuestro país está en manos del bandidaje más horrible del mundo y diseñado para robarle, porque para la casta política el Estado es un patrimonio que hay que capturar a como dé lugar para sacarle el usufructo. Este capitalismo es perverso y clientelista, porque es la acumulación de grandes masas de dinero a través de las palancas del Estado y de los contratos para su lavado y traslado a los paraísos fiscales, ya que están aliados con fuerzas criminales que los protegen y en donde el discurso del miedo y el pago a los manipuladores de la información están a la orden del día.

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