El año en que Chanel creaba su emblemático perfume “Número cinco”, el catalán Antonio Puig Castelló lanzaba su pintalabios “Milady”. Era el verano de 1922. Y, sin saberlo, estaba pintando el rostro del que se convertiría en uno de los mayores conglomerados de cosméticos, perfumería y moda del mundo, iniciado ocho antes con su primer apellido. Más de un siglo después, con más de dos decenas de grandes marcas en su portafolio y la magia de Carolina Herrera, Paco Rabanne y Nina Ricci, este imperio español compite con el del francés Bernard Arnault, el hombre más rico del mundo (cuando no se atraviesa Elon Musk).
Los Puig son claro ejemplo de una dinastía industrial catalana que presume de ser empresa familiar de tercera generación. La primera del fundador que adquirió los derechos de la Colonia 4711 y creó la emblemática “Agua Lavanda”, la segunda con el liderazgo de Antonio y Mariano Puig Planas fue catalogada por Harvard como “team at the top”, y la tercera con sus dos caras más visibles de Marc Puig Guach, consejero delegado (CEO) y presidente y Mariano Puig Rocha vicepresidente y principal accionista, es la responsable de afianzarse en el mundo de la moda y lograr un crecimiento con recursos propios y un endeudamiento que califican de “muy confortable”.
De izquierda a derecha, Manuel Puig Rocha, vicepresidente. José Manuel Albesa, responsable de marcas. Eulàlia Alfonso, directora de recursos humanos. Joan Albiol, director financiero. Marc Puig Guasch, presidente ejecutivo. Javier Bach, responsable de mercados y operaciones.
Casi el 90 % de las ventas vienen de las marcas propias que son Carolina Herrera, Paco Rabanne, Jean Paul Gaultier, Dries Van Noten, Nina Ricci, Byredo, Penhaligon’s, L’Artisan Parfumeur, Kama Ayurveda, Loto del Sur, Charlotte Tilbury, Uriage y Apivita. Lo demás, de licencias como Comme des Garçons, Christian Louboutin, Benetton, Antonio Banderas , Adolfo Domínguez o Shakira. Los resultados del 2022, presentados por Marc Puig indican que fragancias y moda son el 74 % de las ventas de 3.620 millones de euros (USD 3.897 millones hoy) que han crecido 40 % en un año, mientras que el maquillaje es 17 % y los productos para la piel, 9 %. El beneficio neto de 400 millones, un 71 % más, ha sido el resurgir ese 2020 horrible de la pandemia, cuando por primera vez el grupo dio pérdidas de 70 millones. Pero el “efecto pintalabios”, el de la autoestima en tiempos de incertidumbre al que alude Marc, ha puesto a Puig en una senda de crecimiento tal que se cree posible alcanzar anticipadamente los 4.500 millones de euros en ventas que para el 2025, la meta que se puso hace dos años.
Los Puig nacieron como perfumeros, se reconocieron en el mundo como perfumeros, pero el negocio de hoy va más allá de las esencias y ha saltado con fuerza al mundo de la moda. De la célebre “Agua Lavanda” que el abuelo desarrolló tras la Guerra Civil Española en los 40 con el perfumista francés Segal y que se convirtió en uno de los líderes mundiales en la industria del perfume se llegó a un punto de quiebre en 1968 de la mano del amigo Francisco Rabaneda Cuervo, de San Sebastián, mundialmente conocido como Paco Rabanne. Con él inició la internacionalización de Puig, con él sacó la fragancia “Paco Rabanne pour homme”, una nueva categoría de fragancias masculinas. Más tarde terminaría con el 100 % de la marca del diseñador.
La verdadera entrada al mundo de la moda por la puerta grande fue tres décadas después, cundo en 1988 acordó la creación y comercialización de todas las fragancias de Carolina Herrera, y concluyó en 1995 tomando la división de moda de la diseñadora venezolana.
Carolina Herrera es el glamur, la sofisticación, el ícono de la moda en Nueva York. Pero pocos saben que detrás de las pasarelas y los fantásticos diseños está el músculo empresarial de la catalana Puig. Carolina es la chica venezolana de apellido Pecanins que vestía sus muñecas en Caracas y veía a sus abuelas viajar a Europa para vestirse de Dior, Lanvin y Balenciaga. Que se casó a los 18 años y después de una década y dos hijas se divorciaría, para después contraer matrimonio en 1968 con Reinaldo Herrera Guevara, marqués de Torre Casa -perdió el título en 1992- con quien fue protagonista del jet set caraqueño. Y después en Nueva Yok cuando él llegó en 1980 como editor de Vanity Fair y ella a sus 40 años decidió volverse diseñadora impulsada por su amiga editora e Vogue, Diana Vreeland, lanzando su primera colección en 1981 en el Metropolitan Club de Nueva York.
Carolina Herrera es ícono de la moda en el mundo, con el músculo finnciero de los Puig
Lo demás es el camino del éxito entre artistas como Warhol, la aristocracia como Ana de Inglaterra, el diseño del vestido de boda de Caroline Kennedy que en 1986 que la llevó a la fama, y crear para los últimos 10 años de la vida el vestuario a otro ícono del glamur, Jaqueline Onassis. Hace pocos días la reina Letizia de España llevó un traje con su marca para la coronación de Carlos III del Reino Unido.
Con Puig Carolina Herrera ha visto crecer su fortuna más allá de los USD 1.000 millones, sus tiendas en Madison de Nueva York, el barrio Salamanca en Madrid, 0 en el Retiro de Bogotá entre los 104 países donde tiene presencia su nombre. En 2018 dejó la creación. Puig inició con ella una estrategia basada en las adquisiciones para penetrar en nuevos segmentos e integró Nina Ricci en 1998, controlada hasta entonces por las familias Fuchs y Kousmine y el grupo Sanofi.
El imperio catalán de la moda que compote con el del francés Bernard Arnault
Paco Rabanne, Nina Ricci y Carolina Herrera fueron desde entonces el tridente de la división de moda de Puig. Marc Puig, como CEO lidera desde el 2007 esta apuesta en la que José Manuel Albesa, es su mano derecha en marcas y mercados. Albesa ha estado 24 años con Puig y cree que el mayor motivo de orgullo es evitar el fashion drama y huir de los divos que encarnan fórmulas del pasado. “Nuestro gran acierto ha sido fichar a gente joven y feliz, que no es nada fácil de encontrar en este mundo”. Con ese perfil fichó a Wes Gordon a los 32 años para que sucediera a Carolina Herrera cuando ella se retiró del diseño en 2018. A Julien Dossena de 37 como director creativo de Paco Rabanne, y a Rushemy Botter (33) y Lisi Herrebrugh (29), como responsables de Nina Ricci.
En junio de 2020 compró una participación mayoritaria de la marca de maquillaje Charlotte Tilbury en una operación que se valoró en 900 millones, y el año pasado a la firma de lujo sueca Byredo or 1.000 millones en una subasta donde su gran rival fu L’Oréal.
Pero la nueva apuesta con la que terminó el 2022 fue la del bienestar con glamur y por esa vía entró la india Kama Ayurveda, que califica como "la principal marca de productos de belleza y cuidado personal ayurvédicos en India" con 60 tiendas propias y la colombiana Loto del Sur en la que había invertido en 2019 y ahora tomó el control.
Johana Sanint con Loto del Sur es la nueva apuesta de Puig en su lía de bienestar con glamour
Loto del Sur fue fundada en 1999 por Joahana Sanint, que seguirá al frente de la marca poque Puig no prevé cambios en el modelo de negocio de la compañía, que distribuye sus productos a través 21 tiendas en Colombia, y sus planes de crecimiento pasan por ganar presencia también en México y Chile, mientras los catalanes planean la apertura de una tienda en Madrid.
Para Puig "la adquisición mayoritaria de Loto del Sur, que ofrece un completo abanico de productos naturales elaborados a partir de la flora latinoamericana, es una apuesta diferencial y con amplio potencial de desarrollo que reforzará el portafolio de marcas únicas de Puig".
Del agua de colonia y el pintalabios de don Antonio Puig, un siglo después la forma de ampliar el emporio y lograr sus metas se busca en las plantas de la una empresa latinoamericana le lujo en cosmética y el empuje de tres generaciones.
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