Como sociedad hemos vivido en el desespero de anhelar de los gobernantes de turno cambios históricos que han sido posibles, pero para cierta y privilegiada plutocracia encarnada en la republica desde las primeras gestas constitucionales. Se equivocó el pueblo al creer que la caída del imperio español en el siglo XIX, llevaría a un mejor destino a las clases más desfavorecidas de la época, sin mencionar nombres creyeron que esas primeras acciones constitucionales en 1811 le darían voz a un pueblo oprimido por los poderes políticos hegemónicos que hicieron trizas la dignidad humana de sus habitantes, a tal punto que dos siglos después no se ha podido recuperar.
Con la muerte de Policarpa Salavarrieta, heroína de la patria que sin duda en nuestros tiempos seria tildada de vándala, delincuente y guerrillera, era una mujer que exigía dignidad, ejemplo de ello esta la remembranza de sus acciones, por ejemplo, cuando se enteró que habían subido los impuestos, rompió el Edicto español en la puerta de la Alcaldía y armó tremenda revolución, acción de dignidad que nos hace reflexionar de manera holística de las siguientes palabras “"¡Pueblo indolente! ¡Cuán distinta sería hoy vuestra suerte si conocierais el precio de la libertad! Pero no es tarde. Ved que, mujer y joven, me sobra valor para sufrir esta muerte y mil muertes más”, gritó.
Hoy, sufrimos de la misma mezquindad, la dignidad ha sido esquiva hasta estos nuevos días, sencillamente porque nos acostumbramos a vivir subyugados de quienes usaron la política para enriquecer a sus familias, rendimos pleitesía a los que en cada elección salen de las madrigueras para convencer a un pueblo oprimido, sin oportunidades, para que, dé su voto por un contrato laboral precario de tres meses, ese mismo pueblo se fue acostumbrando a vender su dignidad por un favor, o un ladrillo. En estas nuevas épocas, algunos ejemplares de la clase trabajadora se acostumbraron a que no les paguen horas extras, al contrato por prestación de servicios, al trabajo dominical sin recargo, se volvió normal que el trabajador colombiano viva y normalice la ignominia.
Ahora Colombia vive unos nuevos escenarios políticos, una nueva forma de afrontar y solucionar los problemas que aquejan a un buen numero de ciudadanos, sin embargo el país parece no salir de las dificultades que ha traído la patria desde sus primeras acciones republicanas, nuestro país es catalogado como uno de los más desiguales del mundo y es entendible cuando vemos las ultimas gobernanzas representadas en un cuarto de siglo gobernados por el Uribe-Santismo, que dejó a #Colombia en ruinas, más de 200 años gobernados por unas mafias que hicieron de la política un negocio de familia. Por tal motivo, resultamos siendo unos Ilusos e hipócritas al pensar que la republíqueta que tenemos como herencia de pésimos gobiernos se arreglara en 9 meses de la administración actual.
Para finalizar, hemos visto como el “vivir sabroso” se ha puesto de moda, pues ese enunciado parece destacar la mas furiosa inquina de quienes al parecer perdieron el mando del barco llamado Colombia, pues nos han hecho creer que vivir sabroso solo está permitido para los herederos de 200 años de plutocracia. Espero que pronto la “dignidad se haga costumbre” para todos los que anhelamos una mejor patria fundada en la anhelada justicia social.