Acaba de renunciar Íngrid a su enclenque candidatura a la presidencia. Antes lo hizo Luis Pérez. Por coincidencia, tienen asignados dos recuadros de los más bajos del tarjetón, en cuyo rastrero lugar los acompaña el anodino, fantasmal e insulso espacio del voto en blanco.
También podría tirar la toalla John Rodríguez. O Enrique Gómez. Aún están a tiempo de manifestar que esta pelea no es con ellos. Son rellenos, no puntean en las encuestas y desde el principio de los tiempos fueron pétreos convidados de piedra, ceros a la izquierda, buenos para nada, útiles para tres cosas, pintados en la pared.
Por lo menos por ahora. En 2026 o más adelante quizás cante otro gallo y saquen a relucir el dicho de que “lo importante es competir, no triunfar”.
Incluso Fajardo puede incluirse en este pelotón de quemados con anticipación. Su alianza pegada con saliva, en vez de llamarse “coalición”, se debió denominar “colisión” por los numerosos golpes bajos, tramacazos y choques internos en que se trenzaron sin tregua sus egocéntricos integrantes, unos contra otros, para lo cual no eran nada tibios y sí bastante calenturientos.
Conforman un quinteto los retirados de hecho o por apoyo estrecho. Muy sonrientes quedarán sus caras y las de sus compañeros de fórmula vicepresidencial en los coloridos tarjetones de nueve recuadros con los que votaremos este domingo 29 de mayo.
De seguro a esta hora esos papeles incólumes, expectantes y decisivos reposan en las bodegas de las tantas sedes de la Registraduría en los distintos municipios y distritos del país, listos para su distribución y única misión. No hay marcha atrás ni para coger impulso y pronto todo estará consumado.
“El que se fue no hace falta...”, les canta el salsero Tito Rodríguez a los que renunciaron. Hace falta el que ganará.
Solo quedan con opciones reales Petro, “Fico” y Rudolf Hess...nández, el veterano proideas neonazis que precisamente terminó con el sustentáculo de la Marine Le Pen criolla, o sea Íngrid. Hess...nández es considerado la “sorpresa” gracias a las tácticas del argentino Ángel Beccassino, el publicista que una vez fue arrestado por andar fotografiando a la bella Lala, una modelo que puso a posar en pelotas en el interior de la Catedral de Sal de Zipaquirá. Pocos se acuerdan: fue en 1986.
Beccassino tiene dos novelas: Bufarrón Bill y Equinoccio ascendente. Estuvo en la campaña pasada de Petro. Por cierto, ¿a quién respaldarán los seguidores de Luis Pérez, que fue liberal-radical cuando ejerció como gobernador de Antioquia, pero que para el caso que nos ocupa logró la candidatura como independiente, o sea por apoyos de un grupo significativo de ciudadanos?
De paso cabe aclarar que el respaldo no es endosable como alguna ilusa gentuza cree. Íngrid puede convocar a sus cien mal contados simpatizantes a sufragar por Rudolf, pero dudo que quienes rechazan sus posturas simplonas secunden el llamamiento.
Para bien o para mal, a estas horas del partido tú tienes claritititico a quién le darás tu equis en un recuadro del tarjetón. La historia dirá si tuviste la razón.
De otra parte, debo reconocer que hay una presión fuerte de algunos empresarios internacionales y nacionales, altas jerarquías de la Iglesia católica y de sectas cristianas, y otros grupos de poder que, a pesar de no compartir algunas ideas del Pacto, están pidiendo a los que sabemos que respeten el resultado de los escrutinios.
O sea que, si gana Petro, se le deben brindar todas las condiciones de gobernabilidad. Aclaro que esto es por lo menos en el plano público.
Porque en el ámbito hermético de los exclusivos clubes sociales de gran caché se lanzan rayos y centellas contra los del “castro-chavismo-comunismo-expropietismo”.
Es así que la política parece más en la actualidad un juego de tintes maquiavélicos que un arte de tácticas montesquianas. Los jugadores colocan sus apuestas, pudiendo mañana retirar parte de lo señalado, o pueda que incrementen el monto. En el juego de la vida unos entran al casino mientras otros salen desplumados.
Uno no tiene una bola de cristal para adivinar el futuro, así que no podemos descartar que acontezca algo inesperado como un posible gol en fuera de lugar y tengamos que esperar que el árbitro ―léase CNE, Consejo Nacional Electoral― tome una decisión salomónica con ayuda del Var.
Todo esto del proceso de elección presidencial y el empalme ―al cual los congresistas actuales le piensan imponer una ley de estricto protocolo como jamás se había hecho antes― se dará siempre y cuando no haya un suceso antidemocrático como pudiera ser, por poner ejemplo, otra alcahueteada jornada de bloqueos en vías del país por parte de los que sabemos, o cualquier otra jugadita oficial para posponer la justa electoral más esperada de toda la historia patria.
Lo que pueda pasar luego no se puede anticipar. No se puede prever qué implicaría puesto que una cosa piensa el burro y otra el que lo arrea.
Como se ha dicho y redicho millones de veces: esto de la política hay que vivirlo a última hora. Eso sí, imaginamos cosas y nos prevenimos.
El domingo 29 de mayo, en horas de la noche, habrá mucha gente pendiente de quiénes son los del dueto vencedor. O puede que ninguno alcance la mayoría de mitad más uno de los votos válidos, y es ahí que entonces la etapa definitiva será el domingo 19 del mes de la matriarcal diosa Juno.
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