El Orgullo Gay de Madrid, ha logrado traspasar fronteras y ser un referente mundial en la defensa de los derechos de la comunidad LGTBXX, promoviendo la aceptación, el respeto y la igualdad para todas las personas, independientemente de su orientación sexual o identidad de género.
Tales manifestaciones en pro de la diversidad y la libertad se habían dado en los Estados Unidos y ya masivamente en números mayores en ciudades europeas como Ámsterdam o Berlín. Pero se destaca como hito en la historia cultural y social del momento, siendo un punto de inflexión significativo que puede trascender más que sus antecedentes.
Pero no en cantidad de participantes sino por lo que significa Madrid como símbolo y hoy caldero de fusión de los países latinoamericanos. No solo como ‘madre patria’ España nos había dejado como herencia el machismo, sino ella misma, bajo el franquismo, había reforzado internamente ese carácter.
La forma en que se desarrolló la semana del festival permite que se pueda considerar quedó conquistado este bastión y no parece dejar muchas dudas sobre que se han consolidado nuevos paradigmas como resultado de las luchas por la diversidad, la tolerancia y la libertad.
El desfile multitudinario no se limitó a quienes reivindican el derecho a cualquier opción de género sino se amplió a todos los que defienden causas hoy llamadas ‘progres’. Igual desfilaban diferentes grupos con banderas de países de tendencia homofoba, igual de Venezuela y Cuba como de Argentina o Rusia; o quienes piden la reglamentación del aborto o la exclusión del racismo y la xenofobia; o quienes se oponen a las guerras, independientemente de la justificación que se pretenda darles; o defensores del medio ambiente y la protección de los animales.
Dentro de un contexto de centenares de millones de participantes y espectadores, todo fue visto como una fiesta, como un carnaval sin que se produjera ningún incidente, es decir como parte del discurrir normal en una sociedad.
Es posible hacer el paralelo con lo que significó Woodstock para la época hippie.
Woodstock, a pesar de tener también antecedentes en festivales de música como el Newport Folk Festival, se convirtió en un acto de contracultura que promovía la paz, el amor y la libertad. Este festival no solo fue un hito musical, sino logró capturar la esencia de una generación que buscaba cambios profundos en la sociedad.
Es posible que no llegue a ser tan simbólico como Woodstock, pero si expresa una transición tan radical e importante como aquel
Es posible que no llegue a ser tan simbólico como Woodstock, pero si expresa una transición tan radical e importante como aquel: cualquier ‘disidente’ que hubiera tratado de expresar su desacuerdo con esta nueva época aparecería más que anacrónico, y él mismo se sentiría perdido, delirante, alucinado, marginado porque su mundo que ya no existe.
Ambos eventos, más allá de ser simplemente continuaciones de festivales anteriores, coinciden en ser un antes y un después en la historia, expresando cambios profundos y duraderos en la forma en que se perciben los valores de la humanidad y se lucha por la diversidad, la libertad y la igualdad en el mundo.
