Como indígena del pueblo Awá quiero narrar algunos hechos que debemos vivir diariamente para poder salir del resguardo el Gran Rosario hacia la vía principal, ya sea a comprar la remesa, acudir al médico o que los niños puedan tener acceso a la educación media, debido a que en la comunidad sólo se presta hasta grado quinto de primaria.
La entrada principal a la vía que comunica el municipio de Tumaco da hacia un costado del corregimiento de la Guayacana. Es allí donde se inicia el recorrido hacia nuestra comunidad. Hay que cruzar el Río Inda, el río Pulgande, posteriormente, el Río Guandapí, el río Rosario y varias quebradas intermedias que en temporada de lluvias, como la actual, no permiten el paso de las personas por las crecientes de los ríos.
A diario, la vida de las personas corre un gran peligro debido a que no hay puentes que comuniquen las orillas de estos ríos y el desplazamiento se complica con la crecida y las corrientes de las aguas que ponen en peligro la vida de los niños y colegiales que cada fin de semana deben entrar y salir de las comunidades. En muchas ocasiones y por experiencia propia, el tiempo que toma atravesar los ríos cuando el agua está muy corrientosa, es de tres a dieciséis horas pues el nivel del río no baja y hay que atarse un extremo del laso a la cintura y el otro un árbol. Yo algunas veces tuve que cargar a mis hermanos y salir con mi mamá dándoles la mano.
En estos casos lo más difícil es sacar a las personas que están enfermas, puesto que la mayoría de enfermedades padecidas por los habitantes de estas zonas son: Leishmaniosis, paludismo, tuberculosis, dengue, malaria que requieren de tratamientos muy largos y que muchas veces requieren quedarse en lugares por fuera de la comunidad. Algunos de estos casos son atendidos en Tumaco, en el puesto de salud de la Unidad Indígena del Pueblo Awá (UNIPA) pero a veces el desplazamiento por tierra es muy costoso para nosotros. Algunos no salen de la comunidad y prefieren ser tratados con medicina tradicional por que no comprenden los tratamientos de los médicos actuales. Algunas personas que no han salido de sus comunidades y hablan la lengua materna, no lo hacen debido a las burlas que tiene que enfrentar por parte de la gente mestiza, quienes en muchos casos nos consideran inferiores. Estoy completamente segura de que todos los habitantes de esta zona ya sea mestizos o indígenas están de acuerdo con que se construya un hospital con atención de alto nivel que es indispensable para la atención de todos.
Hay problemas aún más complicados como la mala nutrición que promueve la proliferación de enfermedades. El alimento consumido por las personas de la comunidad es el “pan del norte” –un fruto parecido a la papa-, el chiro que es como un banano pequeño-, que se preparan como “bala”, una forma de preparación que consiste en cocinar el chiro o plátano, machacarlo con una piedra y amasarlo, dándole una forma redonda. En la temporada de maíz tomamos chicha que consiste en cocinar el maíz y dejarlo fermentar, lo que significa que nuestra alimentación está basada en carbohidratos y almidón porque son pocas las proteínas y los vegetales.
En los últimos años, desde que se empezó a dar el rociamiento aéreo con glifosato, han disminuido los animales de la selva tropical limitando a las poblaciones que vivían de la caza hace 15 y 20 años. Muchos mestizos han invadido nuestras tierras porque piensan que están desocupada sin tener en cuenta que el indígena habita un lugar y se alimenta de los recursos naturales de ese sitio hasta que se agotan y luego migra a otro lugar mientras el anterior se recupera. Es de gran importancia decir que las ocupaciones mestizas han traído gran proliferación de cultivos ilícitos que algunos indígenas también han tomado como alternativas debido a que es más costoso producir y sacar a la venta animales como gallinas, patos, cerdos, pollos, el plátano, la yuca, el limón, el maíz, que los productos procesados de dichos cultivos ilegales.
Desde las políticas gubernamentales, deberían plantearse mecanismos, donde se sustituyan estos cultivos pero para que se den estos cambios hay que invertir en infraestructura, en educación y en proyectos que garanticen la seguridad alimentaria.
¿Quienes somos los Awá?
“Los indígenas awá se ubican principalmente en la cordillera occidental, desde la parte alta del río Telembí hasta la parte noroccidental del Ecuador. Ocupan los siguientes resguardos en los departamentos de Nariño y Putumayo: El Verde, El Diviso, Puente Piedra, Angostura, Andalucía, San Vicente Nulpe Alto, San Luis Nulpe Medio, Telpi, Rosario, Peña Lisa Gran Rosario, Planada, Inda Sabaleta, Alto Telembí, Salto Palay, Sintawa, Arenal, Guandapi, ubicados en los municipios de Cumbal, Mallama, Ricaurte, Barbacoas, Orito y Villagarzón. Esta comunidad ha sido víctima de conflictos entre los grupos al margen de la ley y el Ejército, por lo que se ha visto obligada a dispersarse entre estos municipios. La comunidad awa posee 25.813 indígenas, de los cuales, según el censo del Dane del 2005, el 33,10%, es decir, aproximadamente 8.555, habla awa-pit. La lengua nativa awa-pit suele considerarse aislada, sin ninguna filiación lingüística; no obstante, por mucho tiempo se clasificó en la familia barbacoa, mientras que otros lingüistas la han emparentado con la familia macro-chibcha (Ardila, 2000). Sobre este aspecto, aún hoy es difícil plantear su filiación, pues no hay acuerdo entre los investigadores en cuanto a su clasificación, además, los datos disponibles no permiten definir con exactitud su parentesco con un grupo lingüístico específico[1]”.
[1] Ministerio de cultura de Colombia. En: AWA. Encontrado en URL: http://www.mincultura.gov.co/areas/poblaciones/APP-de-lenguas-nativas/Documents/Awa.pdf