A tres horas en carro desde el sur de Bogotá, hay un pueblo con un atractivo turístico poco común: Se trata de San Bernardo, uno de los únicos lugares del mundo donde gran parte de los muertos no suelen descomponerse y se momifican naturalmente.
La primera momia fue descubierta hace alrededor de 50 años cuando trasladaron los muertos al nuevo cementerio. Varias universidades colombianas han hecho estudios pero aún no se ha logrado resolver el enigma. Los pobladores insisten en atribuir este fenóemeno al consumo de la guatila y el balú, dos verduras que no tienen químicos y se cultivan en esta tierra. Sin embargo, esta hipótesis quedaría descartada si bien hay bebés momificados que no alcanzaron a comer estos productos.
Otros lo atribuyen a las condiciones climáticas, las propiedades de conservación del suelo y los vientos. Aunque el clima es templado, el cementerio al estar ubicado en la parte más alta del municipio, llega a tener temperaturas bajas que podrían coadyuvar en la conservación de los cuerpos.
En el cementerio construyeron un mausoleo donde están expuestas más de 10 momias en urnas de cristal. Los fines de semana se acercan con frecuencia turistas de otros pueblos y de otros confines del mundo para observarlas y preguntarse una y otra vez por qué se da este misterio.
No todos los muertos que llegan a momificarse son expuestos en el mausoleo. Deben contar con la autorización de la familia y, si ellos lo consideran, son exhibidos en el pequeño mausoleo donde reposan los cuerpos.
Retomado de: Diana López Zuleta - Hispanopost.com