Señora O’Grady,
Permítame presentarme, naci hace 27 años en la ciudad de Nueva York, soy colombiana por extensión de mis padres, pero más que eso, soy colombiana de corazón y convicción. No pertenezco a ningún partido político, defiendo la libertad de expresión, los derechos individuales, la educación y el voto libre y educado. No comparto la gestión presidencial de Santos pero creo que la paz en Colombia es posible y está cerca.
Me crucé con su columna gracias a una publicación en la cuenta de twitter de Álvaro Uribe; era la noticia de una de las cadenas de televisión más influyentes de Colombia que titulaba: “Dura columna de opinión del Wall Street Journal contra el presidente Santos”.
Inmediatamente después de repasar la noticia, decidí buscar la fuente original, al fin y al cabo, había sido un diario mundial, muy prestigioso, quién la había publicado. Lo que encontré, fue una irresponsable columna de opinión plagada de verdades a medias – en ocasiones mentiras – carente de fuentes y argumentos. La fuentes citadas son, un libro de Enrique Santos “Así Empezó Todo” y una columna de opinión de su propia autoría del año 2012. Investigación bastante pobre para un artículo que contiene grandes afirmaciones ¿no le parece?
Aunque a diferencia suya, yo no he publicado artículos en periódicos por más de 10 años, está claro que he realizado una investigación más profunda sobre el actual proceso de paz colombiano y por consiguiente es necesario demostrar la falsedad y mala intención de su columna.
En primer lugar, se compara al actual presidente de Colombia con Hugo Chávez basándose en las facultades especiales que tendría Santos una vez finalizados los acuerdos. Las leyes de Venezuela y Colombia en el tema de facultades especiales son muy diferentes, tal como lo explica Camilo Vallejo, abogado y especialista en derecho constitucional: “en el derecho colombiano existen estas leyes que otorgan facultades extraordinarias al primer mandatario, las cuales tiene límites estrictos y precisos, al contrario de las “habilitantes” que en otros países dejan un amplio margen de maniobra para el presidente.”
En segundo lugar, indica de manera equívoca que Santos desea cambiar el contenido de la Constitución. El blindaje de los acuerdos de paz anexando los mismos a la Constitución, no es en ningún sentido, un intento para cambiar unilateralmente el contenido de la Carta Magna. Héctor Riveros, abogado experto en derecho constitucional y quien además participó en el proceso de la constituyente de 1991, que dio origen a la actual Constitución, afirma que, “para cumplir lo que se ha acordado en La Habana se necesitan hacer dos o tres adiciones constitucionales, todas ellas transitorias y que no cambian sustancialmente ni el sistema político, ni el régimen territorial, ni el sistema de controles o de separación de poderes, o el capítulo de los derechos y sus mecanismos de protección”.
En tercer lugar, habla del plebiscito y la decisión de permitir que jóvenes entre 14 y 17 años expresen su voto de opinión respecto a los acuerdos. La Constitución colombiana en su artículo 22 establece que “la paz es un derecho y un deber de obligatorio cumplimiento” y en ese orden de ideas, el presidente tiene las facultades constitucionales para firmar acuerdos de paz. La refrendación popular no es un componente obligatorio para la firma de los acuerdos, es un mecanismo de apoyo que a la fecha todavía está en discusión. Realizar un voto de opinión con adolescentes colombianos es reconocer que ellos son el futuro de la nación.
En cuarto lugar, afirma que no habrá cárcel para guerrilleros. El acuerdo de justicia transicional está dirigido a promover la verdad y reparación de las víctimas tomando como ejemplo la Comisión de la Verdad y la Reconciliación implementada en Sudáfrica. Independientemente de esa verdad, todos los actores responsables del conflicto serán condenados, ya sea a través de penas de restricción efectiva de la libertad o con cárcel hasta por 20 años. Así mismo, afirmar que las FARC se quedarán con las armas es atentar contra la independencia y credibilidad de las Naciones Unidas, quién expresamente ha afirmado que “verificará el proceso de desarme” ¿Acaso insinúa que las FARC tienen tal poderío como para permear un organismo internacional de la magnitud de la ONU?
Finalmente, indica que el presidente Santos engañó a los colombianos cuando realizó acercamientos clandestinos con la guerrilla, para iniciar diálogos de paz y acordar una agenda, mientras afirmaba que iba a combatirlos militarmente. Según revelaciones publicadas en el 2014 y confirmadas por Frank Pearl, durante el gobierno de Álvaro Uribe se sostuvieron conversaciones secretas de paz con las FARC y el ELN desde el 2002 lo cual indicaría según su definición, un engaño por parte del expresidente, quién todavía pregona ‘mano dura’ contra las guerrillas.
Las conversaciones secretas previas a la instauración de una mesa de negociación no constituyen un engaño a la opinión pública, sino más bien salvaguardan la voluntad de las partes de encontrar una salida negociada a un conflicto, que luego se traduce en diálogos públicos. El hermetismo de dichos acercamientos ha sido parte fundamental en previos acuerdos de paz en el mundo.
Finalmente, el problema de su escrito no es sólo la ausencia de investigación y fuentes, si no por el contrario, el daño real radica en que, en un país altamente polarizado, una opinión engañosa e insensata publicada en un diario que se percibe como independiente y profesional se convierte para el ciudadano promedio en verdad irrefutable.
Publicar artículos de opinión sin fundamento en un periódico de trascendencia mundial, no es la receta para ejercer buen periodismo.
Los periodistas, entendiendo el poder inmenso que tienen los medios de comunicación frente a la ciudadanía, tienen la obligación de ser responsables y profesionales en sus investigaciones y afirmaciones; los ciudadanos comprendiendo lo mismo, están en la obligación de profundizar en los diversos temas para formar así un criterio propio. El activista de los derechos humanos Malcolm Little, conocido como Malcolm X, resumió ésta idea perfectamente: “Si te descuidas, los medios de comunicación, te harán amar al opresar y odiar al oprimido”
@GolondrinaDream