En un variante de la lectura del concepto clásico del psicoanálisis denominado pasaje al acto o acting out, Slavoj Zizej se refiere a este ubicándolo como un acto supremo de negación: es un salto al vacío; la expresión pura de la acción y casi que imposible de interpretar o racionalizar. Es un acto que redefine los límites de lo posible y por eso aparece como acción de locura, de salidas a la impotencia, de irracionalidad y de sentimientos desbordados y descontrolados.
Ahora bien, al revisar los actos de la protesta de estos días de finales de abril en varias ciudades se tiene como constante:
Ataques a los bancos. Préstamos exclusivos, pago por transacciones, por uso de tarjeta, préstamos con altos intereses y ahorros con pocos rendimientos. Se destaca la frase de Bertolt Brecht: ¿qué es el robo de un banco en comparación con fundar uno?
Ataques a transporte masivo. Filas interminables, pasajes costosos, tumultos y aglomeraciones, robos cotidianos de billeteras, celulares y trancones interminables. La última flota de buses de Bogotá le quitaron más de la mitad de los asientos. ¿Por cuánto tiempo soportas una fila o un tumulto?
Derribar estatuas. Patrimonio por fuera de consensos, personajes asociados con episodios odiosos: Misael Pastrana y elecciones fraudulentas; Julio Arboleda, esclavista negrero; Sebastián de Belalcázar, violador de indígenas. ¿A quién representan los próceres de la patria?
Tumbar cámaras de fotomultas. La impotencia total cuando ni siquiera sabes que te han multado por superar 50 km por hora en una vía que fácilmente puedes ir a 60 km sin darte cuenta.
Asalto a peajes: Cada vez que pagas un peaje y la vía por la que vas está plagada de huecos lo único que se te ocurre decir es “son unos ladrones”.
Ataque a la Fuerza Pública. Sinónimo de represión de la expresión y la protesta, cada vez que sales a marchar tienes el riesgo de que te ataquen o agredan. Salen prevenidos y no a prevenir y armados hasta los dientes. No parecen una fuerza cívica sino un grupo de choque.
Saqueos a supermercados. Según el Dane, 1,7 millones de hogares apenas lograron consumir dos comidas al día. Limitarse a mirar la comida a través de los cristales de los escaparates o romperlos en un acto irracional.
Ahora bien, la lectura de la violencia en la protesta bien puede tener otras interpretaciones; por ejemplo, esa de que hay una red de infiltrados perfectamente coordinada a nivel local y nacional, con blancos definidos y asociada con grupos de extrema izquierda.
Que cada uno saque sus propias conclusiones, sean estas del psicoanálisis, de la derecha o de la izquierda. Pero las preguntas serían: qué es y cómo surge un acto propiamente político.