La falacia sobre los beneficios de los proyectos de energías alternativas en los territorios wayuu
Al analizar etimológicamente la palabra falacia, encontramos en la Real Academia Española (RAE) que se refiere a un sustantivo femenino que proviene del latín fallacia, del verbo fallere, asociado a engañar y mentir.
La definición estricta de ella, permite hacer referencia a las cualidades de engañar y a la mentira que se esconde bajo algo.
En el ámbito de la lógica, la falacia se refiere a los argumentos que intentan defender algo que no es válido. En ocasiones, las falacias se cometen con la intención de persuadir a otros para lograr un fin. Otras veces la falacia puede llegarse a cometer sin intención o por ignorancia.
Para el caso de La Guajira y en particular con el pueblo wayuu, se podría decir que esto está ocurriendo con las empresas matrices o ejecutoras de los grandes proyectos eólicos en la península.
Pero lo más lamentable, es que ocurre bajo la complicidad de algunos agentes externos e internos a las comunidades respaldados por funcionarios estatales, departamentales, falsos líderes y dirigentes guajiros, que participan pordioseramente de la llamada mermelada o ponqué eólico.
La mermelada se refleja claramente en las fallas estructurales que tienen los procesos de consultas previas necesarios para la expedición de licencias requeridas en la instalar los parques eólicos, luego de las visitas de acercamientos comunitarios generalmente promovidas por las mismas empresas, que asumen los costos del traslado y la estadía de líderes y directivos de los gobiernos nacional y territorial que deben decidir la conveniencia o no de las plantas generadoras de energía.
En la actualidad, se está a la espera de la publicación de 793 actas de consultas previas pactadas con las poblaciones y que luego de varias peticiones por parte de diferentes sectores indígenas y movimientos sociales aún se desconocen.
La consulta previa es la muestra contundente de la falacia. Curiosamente y como lo afirman las autoridades tradicionales wayuu, la gran mayoría de los procesos se adelantaron en el territorio entre los meses de septiembre, octubre y noviembre del 2021.
Ellas fueron llamadas “consultas exprés”, que posterior a la protocolización, evidenciaron fallas estructurales en el proceso, lo que ha dado pie a que se gesten movimientos sociales advirtiendo de la complicidad y actuaciones no transparentes de algunos funcionarios.
El método de que se asume en la consulta previa se ha vuelto común y generalizado en el territorio de los wayuu, el cual se han venido convirtiendo en un simple procedimiento y no en un magno evento de respeto y reconocimiento de derechos.
En La Guajira la consulta previa evidencia la degradación a un simple trámite y no como un mecanismo de participación y dialogo genuino propuesto en la sentencia T-302 de 2017.
Todo ello da pie para pensar que los indígenas wayuu terminaron jugando un partido final de visitantes, cuando en realidad debían jugar de locales y adicionalmente el árbitro fue puesto y financiado por el equipo rival.
Como dice Juan Ipuana Urariyú “nos metieron una goleada en el territorio y adicionalmente nos toca lavar los uniformes de los ganadores y marcarles el trofeo”.
En la Sentencia SU-123 de 2018 la Corte Constitucional ha reconocido la consulta previa como un derecho fundamental de los pueblos indígenas a la participación y a su integridad cuando se adelanten en sus territorios proyectos que puedan afectarlos.
La consulta previa como instrumento de protección de los derechos fundamentales en las comunidades se ha venido subvalorando por la dinámica que siguen los proyectos de generación de energía eólica.
Las consultas previas resultan fundamentales para identificar de manera inequívoca a las instituciones y autoridades representativas de las comunidades, sin impedir que otros líderes y miembros (asesores) de las comunidades acompañen las actividades realizadas.
En las consultas previas a las comunidades se le brinda información parcial y de baja calidad. Solo se le suministra aquella que tiene que ver con las áreas específicas de incidencia.
No se les informa sobre cómo opera el ciclo completo de la cadena de los proyectos de energía eólica desde el inicio hasta su cierre (disposición final de torres y aerogeneradores), sobre las dimensiones de los proyectos, tamaños de las torres y aspas y los impactos en una perspectiva holística.
En las comunidades se presentan recelos y reservas frente al comportamiento de las empresas y del Ministerio del Interior en las consultas previas.
Por lo que expusieron las autoridades, en las consultas previas (taller de impactos, pre taller de acuerdo, taller de aceptación y acuerdos) llevadas a cabo no se dieron las garantías del debido proceso.
Las consultas fueron precipitadas, carecieron de legitimidad, la comunicación intercultural y bilingüe fue limitada, la información no fue veraz, oportuna, completa, confiable y garantistas del pluralismo jurídico.
Ello ha generado que en Jonjoncito las autoridades de Walerrapo II y Utaiton (Wimpechy) acudieran a dos abogados contratados por las comunidades para tratar con la Empresa de Energía de Bogotá y Renovation, respectivamente.
A la fecha no existe la posibilidad de generar beneficios comunitarios que permitan transformar la realidad de los wayuu y se ha descartado la opción de participación de las comunidades dueñas de territorio como socios o beneficiarios en los dividendos de este negocio que, en su concepción funcional, pretende llevar energía al país, pero donde curiosamente no aparecen los guajiros; como dicen los viejos, claridad para afuera y oscuridad para el rancho.
Lo cierto es que la fuerza del viento y la intensidad de los rayos del sol guajiro, han convertido al departamento en el mejor territorio de la nación para la implementación de la transición hacia las energías renovables para el país y el mundo.
Hasta ahora al pueblo guajiro, solo lo han alimentado de ilusiones, con anuncios de prensas cada vez más pomposos, al tratar de persuadir al colectivo local, señalando las bondades sobre esta bonanza del viento, que necesariamente debe traer impactos positivos en la calidad de vida de los dueños ancestrales del territorio; pero que en la práctica quedan en completa oscuridad.
Ciertamente es una falacia, al fin y al cabo, con razón se dice y se rumora en los tertuliaderos de Uribía: las empresas del sector de la energía eólica se han convertido en “puro tilín tilín y nada de paletas ware”.