Proyecto Santa María, otra afrenta al paisaje de los Cerros Orientales

Proyecto Santa María, otra afrenta al paisaje de los Cerros Orientales

Mientras el derecho de la ciudadanía al disfrute del paisaje natural no se entienda como un bien público, el horizonte de los Cerros Orientales de Bogotá se seguirá deteriorando

Por: Octavio Pineda
junio 28, 2017
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Proyecto Santa María, otra afrenta al paisaje de los Cerros Orientales

Los derechos de la ciudadanía al disfrute del tesoro paisajístico y ambiental que representan los Cerros Orientales de Bogotá siguen siendo pisoteados: termina pesando más el lucro de unos pocos.

Por estos días, con ayuda de una enorme grúa, la constructora Escalar levanta la primera torre del megalómano proyecto Santa María, ubicado en la Carrera 1 este # 72A-96, en las faldas de los Cerros Orientales, en Rosales.

Cuando se lee en la licencia de construcción (expedida por la curadora urbana No. 3, Arq. Ana María Cadena, a la Fideicomitente Comunidad Hijas de María Auxiliadora) que el proyecto es de uso residencial (vivienda multifamiliar) y dotacional (tres unidades: bienestar social, centro deportivo especializado y centro cultural), con alturas de 6, 5 y 2 pisos, uno llega a pensar que se trata de una obra de beneficencia.

Pero cuando en la página de la constructora Escalar uno echa un vistazo al proyecto Santa María, de 44.500 metros cuadrados, se da cuenta de que esto nada tiene que ver con la beneficencia, sino con el lujo mal entendido. Se trata de un suntuoso proyecto residencial de tres alargadas torres de amplios apartamentos y penthouses, cada una con lobby, oficina de administración y salón de conductores, entre otros servicios.

Entre los edificios supuestamente dotacionales, uno es otra torre de ocho apartamentos, mientras que el supuesto “centro deportivo y cultural” es en realidad un spa con piscina, sauna, turco y salón de masajes, además de gimnasio y un auditorio para 60 personas.

Lo más irónico es que el proyecto reconoce y presume que “se encuentra resguardado por un bosque nativo que se enlaza con el paisajismo interior y acentúa la belleza de una vista sorprendente de la ciudad”. ¿Qué saben de paisaje en realidad estos seudopaisajistas, si son ellos quienes están contribuyendo a su deterioro, pasando por alto el derecho al paisaje del resto de los bogotanos?

No es casualidad que otro proyecto de Escalar, Peñas Blancas, con tres torres pegadas de 14 pisos sobre la avenida circunvalar con 81, también haya deteriorado la verde vista de los Cerros Orientales en ese sector de la ciudad.

Ante proyectos similares, muchos ciudadanos han levantado su voz de protesta y dejado en claro que prefieren ver en el horizonte una verde montaña, por ser algo bello y relajante, en lugar del concreto, los ladrillos y los vidrios de un edificio. Pero aquí en Colombia, un país tan rico en montañas, y ante la constante displicencia de las autoridades, el derecho al paisaje sigue siendo privilegio de unos pocos.

Por mirar el árbol, se está dejando literalmente de mirar el bosque: en una maraña laberíntica de regulaciones menores, llena de vacíos jurídicos y administrativos que los constructores aprovechan, se dejan de lado principios básicos.

Son varios los artículos de la Constitución colombiana que, en teoría, buscan preservar los recursos naturales, pero en la práctica eso se cumple muy poco. Cabe recordar que el artículo 58 de la Constitución subraya la función ecológica de la propiedad privada y que el interés público debe primar sobre el particular.

Pero mientras el derecho de la ciudadanía al disfrute del paisaje natural no se entienda como de interés público (es urgente fijar ya por decreto o vía el Concejo un límite de alturas en las faldas de los Cerros), los particulares inescrupulosos que sólo buscan lucrarse a expensas del paisaje seguirán haciendo de las suyas, y la ciudad seguirá viendo cómo ese bello horizonte verde, los Cerros Orientales, se sigue deteriorando.

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