La planta inició sus operaciones en abril de 2018 y espera convertirse en un centro de producción de medicinas único en la región. En efecto, el Laboratorio Latinoamericano de Biotecnología (nombre con el que también se conoce) tiene la capacidad de producir 30 millones de dosis de vacunas al año, una cifra realmente importante si se toma en consideración la demanda continental. Con el proyecto, el gobierno de Managua busca convertirse en pionero de la producción de tecnología de salud según lo estipula en su plan de desarrollo y al mismo tiempo, pretende profundizar en los escenarios de integración latinoamericana. De hecho, se espera que la producción de vacunas y medicamentos pueda beneficiar a la población del subcontinente, pues como reconoció el presidente Daniel Ortega: La planta “aportará mucho en la salud no solo de la población de Nicaragua, sino de las familias de otros países centroamericanos y latinoamericanos”. Así las cosas, el laboratorio significa una esperanza para la producción de vacunas accesibles a las comunidades marginadas.
No obstante lo anterior, el proyecto ha recibido fuerte oposición por parte de compañías farmacéuticas multinacionales, principalmente las de origen norteamericano, quienes empleando competencia desleal han pretendido mellar los avances conseguidos. Desde la perspectiva de estas multinacionales de la salud, el ingreso de nuevos actores en la producción de vacunas puede resultar contraproducente para su equilibrio financiero, pues las altas ganancias a las que estaban acostumbradas pueden reducirse sustancialmente. En este escenario, comienza a fraguarse una nueva intervención geopolítica fundamentalmente por parte de la Casa Blanca, que pretende evitar a toda costa el desarrollo de proyectos de integración alternativa. Actualmente las grandes farmacéuticas buscan controlar la oferta y demanda de los productos para así ejercer presión sobre los gobiernos y en el fondo sobre la población. Por ese motivo, el proyecto Mechnikov que no entiende la salud como una mercancía sino como un derecho, se ha convertido en la piedra en el zapato de las empresas de salud estadounidenses y demás farmacéuticas europeas confabuladas en el mismo propósito.
Diversas estrategias ha empleado el gobierno de los Estados Unidos para boicotear la empresa binacional. En primera instancia, mediante la producción de noticias falsas como el rumor de un supuesto “colapso” de la fábrica de vacunas por la falta de pago a los empleados de la constructora nicaragüense que se encargó de adecuar el edificio. Según estas cuestionables afirmaciones, la financiación de 24,5 millones de dólares aportados no fue suficiente, pues afirman que el proyecto generó un sobrecosto de 10 millones de dólares. Sin embargo, las cifras de producción de vacunas y los aportes generados a la investigación médica, desmienten ese tipo de noticias que buscan desprestigiar lo conseguido. Todo hace parte de un artilugio mediático para torpedear las búsquedas independientes y soberanas de alternativas para el mejoramiento de la salud pública en América Latina.
La segunda y más agresiva estrategia empleada por el gobierno norteamericano es la utilización del exdirector de la agencia Vitali Granovsky para la difusión de falsa propaganda. El exfuncionario se ha convertido en un auténtico “ventilador” de supuestos casos de corrupción al interior del laboratorio, algo que en lo absoluto ha sido comprobado. Patrocinado por los dueños de las grandes farmacéuticas, Granovsky propaga rumores y noticias tergiversadas sobre el proyecto con el fin de evitar su consolidación como alternativa en la producción de vacunas en el continente, pero su comportamiento deja mucho que desear como aquí se comprueba.
El propósito es que a través de estas fake news, los gobiernos de la región tengan desconfianza del proyecto y no impulsen los escenarios de cooperación pertinentes. Sin embargo, el laboratorio Mechnikov es una oportunidad sin parangón para reforzar los lazos de hermandad entre las repúblicas latinoamericanas, algo que el gobierno de los Estados Unidos y las multinacionales farmacéuticas pretenden minar por medio de empleados pagados como el mencionado exdirector de la agencia.
A pesar de la presión y la fuerte resistencia por parte de las empresas de medicamentos occidentales, el Laboratorio Latinoamericano de Biotecnología busca convertirse en un referente para la producción de vacunas en el mundo. En efecto, el propósito del gobierno del presidente Daniel Ortega, es convertirse en la punta de lanza de la fabricación moderna de vacunas y otras medicinas con el fin de abastecer su mercado doméstico, pero además en la generación de excedentes para los países vecinos. El laboratorio fortalecerá a las instituciones médicas nicaragüenses en la producción de curas a enfermedades endémicas del continente como el dengue, Chikunguña y la fiebre amarilla, así como a la infección parasitaria de Chagas, situación que muestra un claro beneficio para los pobladores del continente. El proyecto es una nueva esperanza para la investigación moderna de nuevas epidemias y un camino claro y despejado para la integración de América Latina pues se espera que científicos de todo el continente puedan tomar parte de los avances médicos.
La finalidad del proyecto Mechnikov es la independencia real y la creación de un espacio de autosuficiencia para el abastecimiento de medicamentos de primera calidad. Actualmente, como en otros ámbitos de la economía, los países latinoamericanos compran medicamentos —generalmente a altos costos y a farmacéuticas norteamericanas— para suplir la demanda que en algunos casos no logra ser cubierta. Por esa razón, el laboratorio latinoamericano es una oportunidad real para mitigar la dependencia y equilibrar paulatinamente la balanza de poder. Con la producción local que propone el laboratorio, la compra a las multinacionales de la salud se vería reducida y con ello los países de América Latina tendrían un mayor poder de negociación. No de otra manera se explican los obstáculos que desde distintos medios (políticos, económicos y de comunicación) se han buscado imponer. Los rumores referencian este u otro problema financiero del laboratorio, pero no manifiestan con la misma energía los altísimos progresos conseguidos.
En efecto y en relación con lo anterior, gracias a los productos, trabajos e investigaciones, la Organización Panamericana de Salud, reconoció durante la conferencia Internacional “Cuba Salud 2018”, al Laboratorio de Biotecnología Latinoamericano como un epicentro en el desarrollo de altos estándares en la producción de vacunas y medicamentos. La conferencia reconoció a los temas de salud como uno de los principales rubros para la inversión en América Latina y uno de los sectores con mayor proyección para la integración de los pueblos. Por tal motivo, la Casa Blanca observa con alta desconfianza el proyecto pues significa un desafío real a sus intereses en los mercados de los países del sur. De hecho, de consolidarse como una alternativa, la fábrica de vacunas podría generar también grandes aportes para el mejoramiento de la salud en el continente africano, hecho que aumentaría la suspicacia del gobierno del norte para quien toda acción humanitaria es contraria a sus intereses. Un mundo sin la dominación económica de Estados Unidos significaría una esperanza para las poblaciones históricamente excluidas.
Lo más preocupante del asunto desde la perspectiva estadounidense es que el proyecto Mechnikov puede promover el interés de otras naciones latinoamericanas para la construcción de este tipo de fábricas en aras de la producción de sus propios medicamentos. El respaldo público para la construcción de centros de investigación en vacunas resulta clave para impulsar procesos de independencia económica y estudios específicos que se adapten a cada país latinoamericano. No obstante, en la actualidad los laboratorios que producen vacunas en la región no están capacitados para competir en el contexto mundial dominado por las multinacionales y de acuerdo con ciertas investigaciones, corren el riesgo de ser desplazados por completo del mercado pues la inversión de los gobiernos no se compara a las fuertes cantidades invertidas por el puñado de compañías que dirigen el mercado de salud (ver: Los laboratorios públicos productores de vacunas: el nuevo paradigma). Además, varias farmacéuticas so pretexto de “impulsar el desarrollo de vacunas en países del sur” han generado procesos de colonización que rompen con la unidad que se busca promover.
Todo el panorama descrito puede resumirse bien en dos intenciones contrarias. La primera de ellas son las motivaciones de las grandes farmacéuticas que se centran en mantener la posición dominante en el mercado regional latinoamericano desde donde pueden seguir ejerciendo una narrativa de dominación. El propósito es impulsar la “necesidad” de compra a estas fábricas, cerrando los mercados e impidiendo el surgimiento de alternativas como se ha hecho hasta el momento. Estas empresas sin escrúpulos han manipulado medios para difundir rumores sobre los laboratorios independientes. La otra intención es la búsqueda de un proyecto de mejoramiento de las relaciones de los países latinoamericanos que pretenden promover canales para superar las crisis de salud que sacuden el continente. Los brotes de ébola, fiebre amarilla y otras enfermedades pueden encontrar curas si se permite el desarrollo de acuerdos de cooperación conjuntos. Por esa razón, el laboratorio Mechnikov es un puente de integración continental si las naciones latinoamericanas toman la decisión de pasar por encima de los mezquinos artilugios de Estados Unidos y demás farmacéuticas europeas complotadas para romper con toda forma de unidad.