Protestas sin norte y de intenciones criminales

Protestas sin norte y de intenciones criminales

"Esa minoría parasitaria que conforma el paro no tiene ni idea para dónde va"

Por: Carlos Ayala
junio 30, 2021
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Protestas sin norte y de intenciones criminales
Foto: Las2orillas / Leonel Cordero

Es sano comenzar diciendo que el mal llamado paro nacional (que no cuenta con respaldo de mayorías, porque estas están trabajando y evitando que el país se hunda saliendo a trabajar todos los días) es en buena parte responsabilidad de la torpeza absoluta del presidente Iván Duque. 

La incapacidad de cumplir el programa de gobierno para el que fue elegido y el capricho de querer quedar bien con todos los sectores tienen al país en medio de una dicótoma inoficiosa. 

A esta actitud meliflua de desgobernanza se le suma con claridad una minoría delincuencial que cuenta con dos factores que se han venido evidenciando a medida que se suman los días del mal llamado paro nacional, que no es más que una protesta criminal, empujada por minorías sin representación real entre la sociedad: 

- Intervención guerrillera

- Dinero narco, por su puesto de la guerrillerada criminal

- Instrumentalización de la ignorancia adolescente y el cretinismo social

¿Qué dicen los del paro?

En la veintena de grupos organizados en distintas redes sociales y en los puntos de concentración que terminaron siendo expendios de vicio, esa minoría dedicada a la delincuencia urbana se golpea el pecho atribuyéndose el hundimiento de una reforma tributaria que no llegó a ser más que papel muerto.

¿Por qué nació muerta esa reforma?

Porque desde las comisiones encargadas de darle tránsito para su votación en el Senado nunca salió a hacer su curso legal. Mientras tanto la renuncia del ministro odiado, Carrasquilla, obedecía a una promesa de otro cargo, gestionada mucho antes del supuesto estallido social. 

Entonces, no, no han hundido nada, de hecho, se necesita una nueva que ya está haciendo curso en las comisiones económicas responsables y encargadas de velar porque se dé una reforma para poder solventar los gastos públicos. 

A esto se suma que en esas mismas redes sociales y espacios de encuentro delincuencial, si se le pregunta a cualquiera de los integrantes de esa minoría violenta, si entienden los alcances o ka necesidad de la reforma para el sostenimiento de la regla fiscal del país, la respuesta serán vueltas sin fin alrededor de la absoluta ignorancia que terminará en el sinsentido de: a parar para avanzar… 

Lema de las protestas que visto desde la realidad es tan práctico como que los dueños de un carro diseñado en 1977, destrocen a palazos un modelo de 1997 para llegar a tener un auto autónomo y eléctrico del 2027. No tiene sentido alguno. 

Los del paro dicen que se toman las calles, o sea que secuestran la capacidad de decisión de los que no están de acuerdo con esa forma de protesta, para que a las malas, sí o sí, abandonen la vida junto a sus obligaciones, unas que esa minoría parasitaria que conforman las protestas violentas no van a pagar. 

Un dato

La protesta logró en su día de mayor participación un apoyo de 250.000 personas, según datos de las mismas ONG que hicieron un llamado para juntar 1 millón de personas, cifra impulsada (y jamás conseguida) por personajes mediáticos entre los que están Gustavo Petro y por supuesto toda la izquierda que quiere ver al país hundido en la absoluta miseria o caos. 

Cada día son menos, pero más violentos y armados de mejores recursos, gracias a las colectas hechas por senadores como Gustavo Bolívar, que alientan a grupos radicales y criminales con sus acciones. 

A esa minoría parasitaria que sale a bloquear, destruir, saquear y secuestrar, que creen que 250.000 almas son representativas, con mucha vergüenza debemos decirles: no representa ni el 1% de la población del país. Por eso no se le puede llamar paro nacional, sí, en minúsculas, porque no es más que la protesta delincuencial de unos pocos en extremo violentos. 

¿Cuáles son las intenciones o norte del paro?

Luego de revisar cómo son los trámites que se requieren para que reformas o proyectos de ley se gestionen y luego se aprueben de manera legal. De entender el orden, desde luego imperfecto de nuestra democracia, pues queda claro que esa minoría parasitaria que conforma el paro no tiene ni idea para dónde va. 

A tal punto que en esa misma veintena de grupos que reúnen a esas minorías delincuenciales han sugerido que lo mejor es dedicarse al saqueo de almacenes de grandes superficies, no importa la excusa para conseguir lo que por medio del trabajo no logran. 

Pero los que sí tienen un norte son el grupo de narcoguerrillas (Farc-ELN) que durante más de 50 años han intentado de manera violenta llegar al poder de este país.  

Esos grupos están alimentando, como se ha podido demostrar a lo largo del paro según algunas evidencias, los llamados frentes de resistencia o primeras líneas, con recursos, armas e insumos, como está sucediendo en la ciudad de Cali.

De igual forma, esas narcoguerrillas siguen reclutando menores para instrumentalizar la falta de conocimiento sobre la realidad de un país que a pesar de la pandemia no paró y siguió sacando, a trancas y a mochas, la economía de millones de personas gracias a su trabajo. 

La intención de los idiotas útiles que gozan con el desayuno que sus mamás les brindan para salir a vandalizar no tiene ninguna claridad. No va para ninguna parte. 

Los que sí tienen claro los modos de cómo y cuándo para destruir lo poco que hemos construido son los grupos delincuenciales pagos por las narcoguerrillas. 

Tienen la claridad del delincuente que tiene la intención de acabar con lo que sea o quién sea para lograr su cometido.

La amenaza más reciente es que van a trasladar los grupos más violentos desde la ciudad de Cali a Bogotá, para iniciar un proceso de secuestro por sectores como ya lo hicieron en la capital del Valle. 

Un sano recordatorio

A Colombia la componen no solo esa turba destructiva que ahora moja prensa internacional y que se regodea quemando lo que a todos nos cuesta, mientras los también adolescentes editores de salas de redacción socialistas, venden como héroes a la minoría delincuencial. 

A este país, a Colombia la componen generaciones que ya hemos pasado por este camino durante décadas:

Sobrevivimos las tomas guerrilleras de los 60 70 y la de los 80, década que conjugó no solo a la voraz violencia de izquierdas armadas hasta los dientes de corte marxista-leninista, sino que además enfrentamos como sociedad al peor asesino serial y narcotraficante de la historia: Pablo Escobar.

En medio de los bombazos, masacres y tiroteos de Escobar, salimos a trabajar. Salimos a buscar el progreso y lo conseguimos. 

Sobrevivimos al Caguán y a la arremetida de las Farc que sumó toda la fuerza criminal del narcotráfico en la década del 2000. Salimos adelante y no nos dejamos acobardar por narcoguerrilleros que dispararon con fusil a los buses de trabajadores en las zonas rurales.

Esta vez no va a ser la excepción: esa minoría parasitaria que conforma las protestas delincuenciales, que no son un paro nacional, verán cómo en las urnas les vamos a cobrar cada niño muerto en ambulancias, cada destrozo, cada hora de más caminada por los trabajadores y cada una de sus acciones violentas. 

Adolescentes que conforman grupos delincuenciales para salir a quemar lo ajeno: no se sientan originales, ustedes no son los primeros que han intentado quemar el país. Acá seguimos apagando sus incendios y ayudando a los que atracan en sus retenes legales en sus secuestros barriales. 

Somos bomberos, policías, médicos, enfermeras, tenderos, trabajadores haciendo lo que siempre hemos hecho: sacar adelante a Colombia a pesar de las minorías improductivas y violentas. 

Sus intenciones criminales cada día pesan menos, porque  sabemos que no tienen un norte o un lugar más allá de la destrucción social. 

 

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