Aparecieron en días pasados las calles obstruidas, con bloqueo de puertos, manifestaciones y protestas de los agricultores europeos (franceses, alemanes, españoles, italianos...) y llama la atención la cantidad de tractores gigantes que bloquean las calles de París y otras ciudades.
Entonces, me viene a la memoria uno de los últimos paros en Colombia (2021). Las fuerzas del orden fueron a desalojar a los manifestantes en la vía hacia el mar, porque en el país se bloqueaba la entrada de productos agrícolas que llegaban desde el exterior y, lo peor porque venía la escasez de alimentos.
Los agricultores europeos bloquean las vías, calles y ciudades por el tratamiento que se le da a la agricultura europea, la cual no alcanza el 10 % del producto nacional bruto. Los motivos del bloqueo y protestas están dados por las condiciones que afronta el sector agrícola: el costo de los fertilizantes, impuestos y la importación de productos, los bajos precios y, con ello quedan los agricultores fuera del mercado.
Y más, los beneficios para las importaciones de Ucrania, dado el conflicto con Rusia. A lo que hay que añadir protestas contra los tratados de libre comercio, TLC y los convenios con Mercosur, pues el neoliberalismo, como doctrina económica, poco a poco va cayendo, ya que no tiene la lucidez que tuvo en el siglo pasado.
Más cuando escucho la noticia me viene a la memoria lo que ha sucedido en nuestro medio con los Tratados de Libre Comercio, TLC y con la suerte de los campesinos, labradores e indígenas. La desprotección de los trabajadores agrícolas en Colombia se consumó con la importación de productos agrícolas a más bajo precio que la producción nacional.
Los pequeños productores sobrevivían en una economía de autoconsumo, en notoria pobreza se encontraron con que se les echó por la borda, al dejar a un lado el proteccionismo que, no hacia posible la entrada de productos agrícolas a bajos precios, al firmar los tratados de libre comercio para la importación de alimentos.
Solía decirse que el país para estar a la altura de los tiempos debía abrir las fronteras para la libre importación. En aquellos días, cuando se pregonaba a los cuatro vientos “bienvenidos al futuro” (1990-1994) se hizo posible que se echaran abajo las fronteras proteccionistas, pues la novedad del neoliberalismo derribó los muros aduaneros, de modo que los productos alimenticios locales quedaron en desventaja con los bajos precios de los productos importados. Los mercados internacionales perjudicaron notablemente la producción local.
Y, Colombia, un país agrícola que, producía el 90% de la canasta básica, pasó a importar el 50% de los productos básicos. Con tal hecho no solo se fue abajo el trabajo de los campesinos, labradores e indígenas, sino que disminuyó el empleo rural, creció el éxodo de los habitantes del campo hacia los barrios de miseria y el desempleo en las ciudades…