El 28 de abril se cumple el primer año de lo que empezó como una protesta popular y terminó volviéndose un estallido social sin muchos precedentes en el país. Los nadies se hicieron sentir ante el peor gobierno de los últimos tiempos, y la reacción de este ante el agotamiento de su aparato ideológico fue la activación de su aparato represor con más de 40 asesinatos a manos de la fuerza pública, y otro tanto de violaciones a los derechos humanos.
Se tumbó una nociva reforma tributaria, otra calamitosa a la salud, y se consolidó un acumulado de luchas que permitió que por primera vez la tercera parte del Congreso de la República electo sea alternativo, y que sea posible que el próximo 29 de mayo después de 203 años de vida republicana pueda elegirse un presidente también alternativo a las élites que han manejado a sus anchas el Estado. Hay motivos para celebrar, pero la forma de honrar la memoria de los caídos sea paradójicamente no celebrar. Explico.
Nunca antes la izquierda había estado tan cerca de conquistar el poder estatal, y la derecha lo ha estado sintiendo cada día con un pánico que va en subienda y los está llevando a hacer la campaña más sucia posible, que caracteriza la ausencia de ética con que ha gobernado el uribismo en las dos últimas décadas, y el descaro de pretender seguir desangrando el país con el nuevo meme Fico Gutiérrez, un personaje vacío de contenido que visten casual pero reivindica la cultura narco, y venden como “el de la gente”.
Como la responsabilidad histórica ha recaído en Gustavo Petro, todo el andamiaje de la matriz informativa de sus medios de comunicación, todos a una, se han ido contra Petro y su campaña por cualquier cosa, sea porque su hermano visita cárceles pregonando el perdón social (tema que daría para otra columna), sea porque habla del tema pensional o no habla de Ucrania, o porque se toma un par de cervezas en plena campaña.
No tendrán límites morales, y si se sale a conmemorar con protesta el año del estallido, no solo van a reprimir violentamente, sino que lo venderán como el vandalismo petrista que hará invivible la república, por lo que la forma más sensata de celebrar será hacerlo en recintos cerrados, y aguantarse para salir dentro de un mes a abarrotar las urnas de votos por el cambio por la vida.