El 3 de mayo fue otro día para recordar en Fusagasugá con el vandalismo ocasionado por un puñado de protestantes de la Universidad de Cundinamarca, UDEC, quienes cerraron vías con contenedores de basura, incendiaron parte de un centro comercial y pintaron paredes y puertas de varios establecimientos comerciales incluyendo la sede universitaria.
Todo este caos de los estudiantes, la zozobra que causaron a los propietarios y clientes de los negocios ubicados alrededor de la UDEC, el atentado contra el centro comercial que dejó una máquina incinerada en el gimnasio Sport Fitness, las pérdidas económicas de emprendedores que aún deben sus restaurantes se da porque exigen el retiro del cuestionado rector, el abogado Adriano Muñoz Barrera, por presuntos actos de corrupción entre otras delicadas peticiones.
Esta manifestación que inició pacíficamente hacia las 3:00 p.m. en la avenida Manuel Humberto Cárdenas con calle 22, frente a la universidad, tuvo desproporciones caóticas que pusieron en riesgo decenas de vidas y es aquí donde vale la pena preguntarse ¿es justificable estos crueles hechos de unos estudiantes que utilizan la violencia para hacerse escuchar?
Al estilo de la llamada Primera Línea cuyos bloqueos de 2021 le costaron mucho al país estos eruditos parecen seguir el loable ejemplo de ese grupo organizado.
En un comunicado estos protestantes que se identifican como Lucha Estudiantil CLE, Presente, Activo y Combatiente, dieron a conocer que iban a centrar su voz de protesta mediante la acción porque según ellos la universidad está sumida en un nido de corrupción, la calidad de la educación no es la mejor y hasta se presentan acosos sexuales por parte de algunos docentes.
Si bien las peticiones en su comunicado son válidas para los ojos de miles de personas y estudiantes, estos encapuchados, delincuentes, criminales, malhechores, no tienen derecho de atentar contra los bienes privados y transeúntes que, en el momento de incendiar un costado del Centro Comercial Manila, se encontraban en el lugar.
Ojalá las peticiones como mejorar la educación en la UDEC sean tomadas en cuenta para que estos jóvenes, caigan en cuenta de que los comerciantes no tienen la culpa y que el Estado, ni el rector de la universidad y mucho menos los encapuchados, les van a pagar los daños.