El debate nacional se encuentra caliente por la reciente propuesta del nuevo ministro de Defensa Guillermo Botero. La polémica surge al querer regular la protesta: “En el ámbito social, respetamos la protesta social, pero también creemos que debe ser una protesta ordenada que verdaderamente represente los intereses de todos los colombianos y no solo de un pequeño grupo”.
No hay claridad aún de qué sería la reglamentación, pero lo que sí está claro es que a través de las regulaciones que se hagan es posible que se vea afectado este derecho. La regulación de la protesta social es un llamado a vivir en una sociedad privada de su libertad ideológica. Si esto llegase a su cometido tendría que hacerse sobre la base del principio constitucional en Colombia, el cual es la libertad. Limitarlo no atendiendo el anterior sería inconstitucional y antidemocrático. Además, carece de lógica creer que el inconformismo a decisiones y acciones por parte del Estado genera un clímax de ilegalidad.
Si nos detenemos en el artículo 37 de la Constitución señala que toda parte del pueblo puede reunirse y manifestarse pacíficamente, adicional a ello la norma estipula los casos donde se requiera limitar el ejercicio de este derecho, donde solo la ley tiene la capacidad para hacerlo. La misma constitución exige que toda reclamación o inconformismo sea ejercido en formas pacíficas y desde luego que no interrumpa los servicios esenciales. Es la constitución quien hace unas restricciones validadas para el desarrollo de este derecho fundamental.
Es obligación del gobierno proteger el ejercicio de la protesta pacífica sin imponer nuevas restricciones. Las que se encuentran implícitas en la Constitución son claras y necesarias, por ello no se debería crear un nuevo camino donde se trunque el pensamiento de los individuos o de un solo individuo, pues al contrario de lo que opina Botero la manifestación de un solo ciudadano también representa una protesta aunque no tenga los mismo intereses que la otra parte de la población. Lo anterior solo por el simple hecho de ser colombiano y hacer que se cumpla su derecho a ir en contravía.
Hemos llegado a un punto donde el gobierno de turno tiene el poder de meterse en nuestras camas porque así se lo hemos conferido, es necesario que los colombianos entiendan que el poder reside en el pueblo y no en el gobierno; que la democracia es participativa y no representativa.