El periodismo es la profesión más arriesgada y más apasionante del mundo, dice Tomás Eloy Martínez, y en eso podemos estar de acuerdo, el problema es cuando el riesgo y la pasión amenazan con quitarnos la vida.
El pasado 4 de diciembre, a las 9:37 am, fue enviado a los correos electrónicos de diferentes colectivos y medios de comunicación colombianos un panfleto firmado por el Bloque Capital del grupo paramilitar Águilas Negras donde declaran como objetivo militar a 12 medios y 14 periodistas, asegurando que son “terroristas guiados por la farc-eleno política” y amenazando que “su propaganda será callada a plomo”. En el mismo panfleto dan como plazo hasta el primero de enero para abandonar las ciudades en las que desarrollan sus labores periodísticas.
No es la primera vez que sucede, en datos de la Fundación para la Libertad de Prensa –FLIP- a la fecha se cuentan 66 amenazas directas a medios y periodistas en el país. Una cifra que no ha tenido mayores cambios en los últimos 9 años. El caso más alto presentado fue en el año 2011 cuando se contaron 119 casos.
La mayor parte de las amenazas y agresiones son hechas a medios de comunicación que por sus enfoques, políticas y agendas informativas se catalogan como alternativos y populares. En palabras de uno de los últimos colectivos amenazados, periódico El Turbión, son medios que “han realizado un trabajo de memoria, investigación y visualización de realidades y problemáticas sociales que medios ligados a los sectores empresariales y políticos censuran, ignoran y acallan”, medios de comunicación que “han recorrido rincones del país con el objetivo de comprenderlo y de informar rigurosamente sobre sus realidades, sin la censura política que impide a los monopolios de medios cumplir con esta labor”.
Atacar y pretender acallar estos medios es condenarnos a la uniformidad informativa, lo que debería ser un delito.
Cuando hay un único punto de vista, las mentiras, de tanto repetirse, se convierten en verdades. Generar temor entre los medios alternativos y la población es una manera de escribir la historia, manejar la memoria colectiva y hacer política.
Ahora que se ha llegado a un punto alto en el proceso de diálogo que adelantan las Farc y el Gobierno Nacional es urgente la protección e impulso de esos medios. La paz solo será posible escuchando y comprendiendo lo que tienen por decir y proponer las comunidades, y los medios alternativos y populares son la mejor fuente para hacerlo.
El Estado colombiano tiene como deber constitucional garantizar la existencia de una prensa independiente, libre, veraz y comprometida con informar sobre la realidad del país. Las exigencias de protección y promoción de medios independientes, alternativos y populares es un derecho que debemos exigir.
En diciembre del año 2012 más de 20 colectivos de comunicación reunidos en la Alianza de Medios y Periodistas por la Paz suscribieron una carta dirigida a Juan Manuel Santos (Presidente de Colombia), Timoleón Jiménez (Comandante en Jefe de las FARC-EP) y Nicolás Rodríguez Bautista (Comandante en jefe del Comando central del ELN) donde solicitaban abrir la discusión en torno al acceso a franjas televisivas, radiales e impresas como una forma de abrir la agenda informativa nacional a realidades necesarias para un escenario de posguerra. Hoy esa solicitud es necesaria y urgente.
Proteger e impulsar la prensa independiente es un asunto de construcción de paz.
@ignotolegris
