Prospectiva política, Margarita Rosa a la alcaldía de Bogotá

Prospectiva política, Margarita Rosa a la alcaldía de Bogotá

"Desde ahora anuncio que votaría por ella. Es dueña de una encantadora política que siempre me ha seducido"

Por: Carlos Roberto Támara Gómez
agosto 14, 2018
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Prospectiva política, Margarita Rosa a la alcaldía de Bogotá
Foto: Instagram @margaritarosadefrancisco

Es absolutamente incontrovertible que la llegada de los celulares a Colombia coincidió con el furor de la política de conciencia ciudadana preconizada por la administración de Antanas Mockus. Luego de bajarse los pantalones siendo rector de la Universidad Nacional, el público estudiantil debió guardar silencio —era lo que perseguía— pudiendo apreciar, dicen, sus eróticos cachetes glúteos; disparando una aceptación ciudadana tal que lo hizo alcalde de Bogotá en algo que puede ser denominado tal como la fase de inflación cósmica, desarrollada por Alan Guth. Pasado el tiempo nadie habla hoy de aquella luminosa estrategia de educación pública que lamentablemente no ha tenido más desarrollos, eso mientras los celulares ya experimentan, tres o cuatro inflaciones en cadena, y van por su quinta generación exponencial.

Nadie sospechaba jamás que bajarse los pantalones pudiera ser pedagógico, es decir, más que pedagógico, ni siquiera en el congreso de la república después de muchos años. Sin embargo, cuando los estudiantes callaron, cuando lo senadores hicieron mutis por el foro y, sobre todo, cuando Margarita Rosa mostró bajo sus panties de encaje de color piel un sonrosado bocatto di cardinale, concitando viralmente a miles de seguidoras y seguidores, yo entre ellos, todas las algarabías cesaron automáticamente. No era para menos: alguna diferencia debe encontrarse tras los glúteos de Mockus y los de Margarita. La diferencia, supongo, debe ser algo más que exótica (favor leer bien esta última palabra).

Solamente para ampliar la mirada pedagógica puedo dar fe de lo que vi y cómo sucedió ante mis ojos estupefactos lo mostrado felizmente por Margarita Rosa. Debo confesar, no sin rubor que desde ese momento estoy matriculado por siempre haciendo parte del clan voyeurista más grande del mundo. Con alguna infidencia clandestina puedo decir que lo de Margarita Rosa habría sucedido más o menos así:

Ella no estaba preparada. Lo de Mockus la había tomado recién salida del baño. Lamentablemente esas deliciosas imágenes no han salido a la luz, aunque no desespero en imaginarlas. Cuando los flashes de algún noticiero acogieron la noticia de cierta algarabía proverbial en el congreso acallada por Mockus, Margarita imaginó que el pobre Antanas sería poco menos que crucificado por la horda uribista que acababa de apoderarse de la presidencia del Senado. Ya Macías ladraba de ira. Una babasón centro democrática… Las féminas de su cauda pretendían competir rasgándose las vestiduras.

Mientras tanto Margarita Rosa urdía la más maravillosa de las tramas, jamás vista en sus famosos y extravagantes realities. ¡Oh, milagros de la creación! Eso coincidió con mi llegada afortunada a la pantalla. ¡Qué pantallazo! Lo primero que hice fue espernancar mis ojos. Cerca había un colirio que me ayudó a obtener una visión ampliada. Ante mis ojos ocurrió aquello que jamás pude haber soñado, ni siquiera en miles de vidas anteriores. Margarita, puedo jurarlo, adivinó mi presencia extracorpórea, supo que en algún lugar del mundo alguien realmente sensible la apreciaba con avidez. Con una lentitud espectacular lo hicimos juntos, es decir, yo miraba mientras ella bajaba micra a micra. Por primera vez coincidí en que las gotas homeopáticas sirven para algo más que para soslayar la ira. No sabía si deseaba estar más por delante que por detrás…de la imagen del televisor. ¿Cuándo inventarán el televisor de doble pantalla?

Desde ese momento en más he abominado una y otra vez de Netflix. ¡Qué porquería de programación! ¡Cómo pude haber terminado alguna vez la serie Vikingos!

Ignoro si Margarita irá por la Alcaldía de Bogotá en las próximas elecciones. Yo lo sueño. Desde ahora anuncio que votaría por ella. Es dueña de una encantadora política que siempre me ha seducido y me mudaría de ciudad con tiempo suficiente para que no se diga que estoy promoviendo el trasteo de votos. Ah, y si Margarita inaugura una nueva fase del programa de conciencia ciudadana desde ya anuncio un crecimiento exorbitante de ella. Mi conciencia ciudadana estará en primer lugar. No es cuento, leo todo lo que escribe en alguna revista. Si Margarita pone su capital, conciencia ciudadana resucita hasta la exasperación.

Y entonces ahora si pregunto: será que la nueva fase de conciencia ciudadana que inaugurare Margarita contará con mayor fuerza expansiva que la de Mockus en aquel primer momento, y ganarle a la inflación cósmica de celulares. El contraste entre uno y otro fenómeno es por lo menos paradójico. ¿Cómo es posible que algo tan prodigioso y benéfico localmente como la conciencia ciudadana no haya crecido ni siquiera en Bogotá después de lo de Mockus y los celulares sigan su acelerada expansión?

Son manes del capitalismo en su fase imperialista y parecería bastante simple: detrás de los celulares habrían gigantescos capitales alimenticios. Genios como Steve Jobs concitaron millonarias inversiones cambiando sucesivamente los conceptos de belleza, facilidad y eficiencia en los aparatos de la oralidad global del mundo y sus comunicaciones. ¿Quién hubiera predicho jamás que alguien podría tener más de un teléfono ya no fijo si no ambulante, cuando era casi anodino tener uno solo en casa? Solo David Bohm, premio nobel de física pudo haber anticipado que tras lo explícito del teléfono local estallaría lo implícito de la revolución de las comunicaciones móviles del orbe. Y la expansión de tal frente de onda apenas empieza según algunos: no estaríamos siquiera en los albores de la revolución del móvil.

En cambio, a la conciencia ciudadana de Mockus jamás se le volvió a invertir un peso. Si a ese movimiento desde ese entonces se le hubieran inyectado capitales de soporte en las sucesivas administraciones posteriores, ¿podríamos estar diciendo que jamás tuviéramos que estar ostentando al benemérito senador Macías como presidente del senado?

Pero no hay mal que por bien no venga. Podríamos tener una segunda oportunidad sobre la tierra. ¡Margarita Rosa al poder!

¿Alguien puede imaginar cómo ilustrar su deliciosa apertura de campaña?

Hay otras razones para que lo de Margarita Rosa sea creíble. Es inteligente y creativa. Imaginemos que compita contra Pacho Santos. Es obvio que Pacho nada podría aportar a la conciencia ciudadana luego de proponer por poco que electrizaran a estudiantes de la Nacho (U. Nacional) que salieran en protestas por las calles. Y así con cualquiera que le pongan.

Todo esto mientras ya Margarita tiene los afiches de su futura campaña lanzados. ¿Alguien adivina algo mejor? ¡Habrá voto a la lata!

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