En la ciudad de barranquilla al igual que Bogotá, Cali o Medellín se está presentando un fenómeno de irrespeto sistemático a la cultura ciudadana e incluso a las mismas normas de los sistemas de transporte masivo, en donde se evidencia un fenómeno social al que debemos prestarle mucha atención. Ante mano no pretendo estigmatizar a ninguna fe religiosa ni tampoco a sus seguidores, solo que cabe una pregunta muy lógica de hacer:
¿Son los sistemas de transporte masivo los idóneos espacios para hacer proselitismo religioso?
A continuación un vídeo grabado y difundido por uno de los jóvenes del grupo religioso en donde se les ve cantando y predicando dentro del sistema de transporte, cabe observar que los usuarios deben tolerar no solo los sermones sino los cánticos de la secta religiosa.
Para quienes contesten una llamada en pleno sermón o para quienes simplemente quieren llegar a sus lugares de trabajo tranquilos, estos actos de proselitismo religioso se convierten en una camino sin opciones pues toca escuchar y tolerar a los sin números de grupos religiosos que se toman los sistemas de transporte en la ciudad ¿Desde cuándo se convirtió en obligatorio escuchar el proselitismo religioso de otros? ¿A caso no debe ser un proceso voluntario y libre? ¿A caso no debemos nosotros acercarnos a las iglesias y organizaciones religiosas y en sus espacios idóneos apoyarlos?
El Transmetro en Barranquilla es un sistema inundado de comportamientos con escasa cultura ciudadana, sin contar con las cifras de inseguridad dentro y fuera de los articulados, entonces esto nos remite a nuevos interrogantes ¿El proselitismo religioso se puede convertir en un distractor para que los amigos de lo ajeno hagan de las suyas? , la repuesta parece ser que es probable y posible, porque muchas de las campañas de los grupos o sectas espirituales que actúan de buena fe, pueden sin saber ayudar a distraer a los usuarios para convertirse en víctimas de la inseguridad, pero ahí no termina el problema, sino que cada vez está siendo más frecuente la presencia de vendedores ambulantes y personas que quieren expresar con su voz o sus canciones sus estados emocionales, entonces ahí nos encontramos con un tercer interrogante ¿Son los articulados del transporte masivo el lugar ideal para la comercialización de productos o expresión de nuestras emociones? Si bien unos abogarían por el derecho al trabajo y otros por su libertad de expresión, estaría incurriendo en una egoísta posición porque la libertad de otros no puede ser la restricción de los demás a una tranquilidad dentro de un complejo sistema de transporte en donde debemos estar pendientes a dar permiso a que más usuarios salgan y entren en las paradas de cada estación, en donde también debemos estar cuidado nuestros objetos personales de la inseguridad y sumándole a eso de estar pendientes a ir luchando por salir para que no se nos pase la estación a donde debemos bajarnos.
La pregunta final es, ¿no está suficientemente saturado el sistema como para ahora convertirlo en sinagoga oficial de distintos grupos o doctrinas religiosas? Este asunto debe ser tratado como un tema de cultura ciudadana en donde las organizaciones religiosas respeten el espacio para el cual fue destinado las estaciones y los articulados del sistema de transporte masivo, y por su puesto los parques y plazas públicos pueden seguir siendo utilizados por estos grupos religiosos, pero insistir en hacer proselitismo dentro de un espacio cuya naturaleza es muy distinta y compleja como los buses del Transmetro, podría ser una carga más para ahondar en el retroceso a la promesa de la cultura ciudadana, mi llamado es que defendamos el respeto a la cultura ciudadana en donde cada cosa tenga su lugar y su espacio, las religiones sus espacios públicos y sinagogas , los usuarios su congestionado sistema de transporte y los vendedores las plazas de comercio.
Vea aquí más vídeos de la intolerancia de las organizaciones religiosas en otros sistemas de transporte masivo
Twitter: @DiegoVitola7