Test de sustancias psicoactivas en Rock al Parque

Test de sustancias psicoactivas en Rock al Parque

Habrá un stand con información.

Por: Julián Andrés Molina Menjura
junio 28, 2013
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Test de sustancias psicoactivas en Rock al Parque

La Coorporación Acción Técnica Social, de la mano con la Secretaría de Salud de Bogotá y el Ministerio de Salud, están implementando en Bogotá una nueva alternativa para Reducir los Riesgos y mitigar los daños, a través de un servicio de información y de análisis de sustancias, para los usuarios de Sustancias Psicoactivas (SPA) que se asumen como tal, responsables y conscientes de sus practicas, en un escenario de ilegalidad. "Échele Cabeza Cuándo se dé en la Cabeza" se denomina dicho proyecto.

¿QUÉ ES UN SERVICIO DE ANÁLISIS DE SUSTANCIAS (SAS)?

En principio, resulta de suma importancia que un servicio de análisis de sustancias haga parte de un programa de reducción de riesgos y mitigación de daños previamente establecido. Este complemento ha demostrado una gran efectividad a la hora de contactar con los consumidores de SPA que difícilmente se interesarían por otro tipo de propuestas preventivas (Rovira, 2002).

En general, las pruebas que se realizan en un SAS se resumen a ensayos químicos o test que permiten cualificar y cuantificar en diversos grados las sustancias que traen los usuarios para analizar. El usuario debe por lo tanto acceder voluntariamente a dejar una muestra para poder realizar los respectivos análisis. Se pueden utilizar test cualitativos (colorimétricos, como Marquis, Mandelin, Scott, Mecke, p-dmab) que permitan detectar si se trata o no de una sustancia específica, es decir si se trata o no de la sustancia que le han vendido el usuario.

Otro tipo de ensayos, como puede ser la cromatografía de capa fina (TLC), puede utilizarse para detectar y/o caracterizar una mayor cantidad de sustancias, así como la presencia de adulterantes peligrosos.

También pueden utilizarse técnicas analíticas un poco más complejas, que requieren de algunos equipos especializados, como por ejemplo espectrofotometría ultravioleta o cromatografía de gases acoplada a espectrometría de masas, técnicas que permiten una mayor resolución (separación del contenido de una muestra), una identificación exacta de las sustancias y una cuantificación precisa de los componentes presentes en una muestra.

Se podrían establecer tres objetivos o niveles de asesoramiento para un SAS, a saber:

1)   Informar a la persona usuaria de la composición que tiene el producto que ha traído para analizar, con el fin de que adapte su consumo al resultado del análisis o decida no consumir si es que se ha detectado una composición nociva para la salud. Para ello se abordarán los siguientes temas: efectos y riesgos de la sustancia en cuestión, adulterantes (en caso de no tener un resultado inmediato se puede hablar de cuales son los adulterantes más frecuentes) y pureza.

2)   Trasmitir pautas de consumo, de la sustancia analizada, que sirvan para minimizar los riesgos derivados. En este sentido se asesorará, primero, sobre la conveniencia o no de consumir la muestra y segundo, sobre cómo dosificarla, la vía más conveniente de consumo, la frecuencia de consumo, la conveniencia de consumir si se está siguiendo una medicación, la mezcla con otras drogas, los efectos que va a experimentar si es la primera vez que consume, los riesgos legales, etc.

3)   Se puede realizar un asesoramiento más profundo si la persona que realiza la atención tiene las habilidades necesarias y la persona usuaria lo solicita o está receptiva. Se pueden abordar problemas derivados de un consumo concreto, profundizar y orientar en procesos de cambio o derivar a otro servicio donde se puedan tratar problemas más graves, ya sean de tipo adictivo, psicológico o asistencial.

En cuanto al equipo humano que compone el SAS, aparte de las evidentes habilidades y conocimientos que deben tener las personas encargadas de la ejecución de los análisis, son indispensables las técnicas y habilidades de conversación[2]. Mediante estas técnicas se puede obtener información esencial y motivar a realizar cambios que mejoren las prácticas de consumo de las personas usuarias. Una serie de guías para esto se pueden consultar en http://www.tediproject.org/index.php/main/guidelines.

En otras palabras, dichas habilidades y técnicas deben tener como objetivo abrir y mantener un canal de comunicación con sus usuarios.

Para cumplir a cabalidad y con un nivel de calidad y auto exigencia del equipo de trabajo, que permita mantener el SAS en funcionamiento e influyendo en sus usuarios de manera efectiva, se deben generar, revisar y mejorar constantemente sus protocolos, tanto de análisis de las sustancias per se, como del canal de comunicación que se tiene con los usuarios.

¿Existen experiencias anteriores en SAS?

Se tiene información acerca de los primeros intentos de implementación de este tipo de servicio desde mediados de los años 80 (Ámsterdam, 1986). Posteriormente, en los años 90, Organizaciones como DIMS (Países Bajos) y Energy Control (España) implementan sus propios servicios. 7 países europeos cuentan hoy en día con servicios de análisis de sustancias y alrededor de 14.000 muestras son analizadas cada año[3].

Actualmente, las organizaciones que tienen proyectos que involucran testeo o análisis de sustancias en entornos recreativos, comparten todos sus datos en la base de datos TEDI[4] (Trans European Drug Information Project). Estos proyectos son: Ai Laket!![5], Check !n[6], Checkit![7], DIMS[8], Energy Control[9], Jellinek[10], Modus Vivendi[11], Saferparty.ch[12] y Techno plus[13].

Este proyecto transeuropeo de información en drogas (TEDI) busca articular las experiencias y datos de las organizaciones con SAS, para mantener un sistema de seguimiento e información. El proyecto TEDI opera dentro del proyecto NEWIP[14] (Nightlife Empowerment & Well-being Implementation Project). Este proyecto  de “empoderamiento e implementación del bienestar” propone respuestas específicas a los nuevos retos en materia de reducción de daños y promoción de la salud, utilizando los lugares de ocio como primeros lugares de difusión.

¿Existe un SAS En Colombia?

La Implementación de unas Zonas de Rumba Segura en la ciudad de Bogotá es parte de los lineamientos del programa Pactos por la Vida en el eje de gestión del riesgo que viene implementando el Ministerio de la Protección Social en gran parte del territorio nacional.

El proyecto “échele cabeza cuando se de en la cabeza[15]”, gestionado desde la corporación ATS[16] (Acción Técnica Social), y en convenio activo con la Secretaría de salud de Bogotá, es  un proyecto que  viene trabajando desde 2009, y que busca  gestionar  y difundir  información  sobre  psicoactivos  legales  e  ilegales, orientada  a  promover  y  fortalecer  la capacidad  de  decisión  y  respuesta  de los jóvenes frente  al  consumo de  psicoactivos,  así como a la generación  de  hábitos  de  autocuidado  y  gestión  del  riesgo  en  usuarios  no problemáticos  de  SPA.

Dentro de las estrategias planteadas dentro del proyecto, se encuentran principalmente las intervenciones en espacios de rumba y entretenimiento enfocados a brindar información útil y real sobre SPA, hábitos de autocuidado, reducción de riesgo y disminución de daño, complementadas con puntos de hidratación y zonas de recuperación dentro de dichos espacios.

Se han desarrollado también estrategias comunicativas in situ dentro de escenarios de rumba y entretenimiento, por medio de equipos de pares ubicados en puntos de información, los cuales tramiten y recolectan información relacionada con rutinas de autocuidado y gestión del riesgo para usuarios recreativos de SPA.

A finales de 2012, en coordinación con el equipo técnico del proyecto español Energy Control, se realizaron unas primeras actividades de capacitación, con el objetivo de implementar un equipo de análisis de sustancias, que en articulación con el proyecto de “échele cabeza cuando se de en le cabeza”, genere un servicio de análisis de sustancias SAS, cuyas intervenciones piloto, tienen como objetivo inicial, actividades y los mimos espacios recreativos en Bogotá, donde se ha intervenido con anterioridad y en otros nuevos espacios.

El servicio de análisis tuvo una primera experiencia directa con los usuarios de SPA, en la fiesta de cierre de la última Versión (marzo, 2013) del festival Bogotrax[17]  en la ciudad de Bogotá, analizando (a través de test de Marquis) muestras de pastillas con éxtasis, 2-CB, así como muestras algunas muestras de cocaína (ensayo de Scott semi-cuantitativo);

Se espera que para el mes de Abril el SAS funcione principalmente en dos espacios de atención al usuario: uno fijo y uno móvil. En el espacio de atención fijo, el usuario se desplazará hasta el SAS para aportar su muestra, y habrá una dinámica de que permita una profundización en la interacción con el usuario. En el espacio móvil, especialmente diseñado para intervenir eventos, el equipo de trabajo se coordinará de manera efectiva para articular la información de interés para los usuarios, con los resultados de los análisis realizados en campo.

Así mismo habrá un espacio virtual para el SAS, espacio en dónde no solamente se publicarán los resultados periódicamente en una base de datos y se generará un sistema de alertas tempranas (cuando se detecten muestras peligrosas), sino que además será un espacio de consulta e inclusive de autoevaluación para los usuarios que accedan al mismo.

SAS como Otra Forma De Abordar Las Dinámicas De Consumo.

El Comité de Expertos de la OMS en Farmacodependencia, en su informe N° 34, emitido en 2006, convino en que podría contribuir al fomento de la educación e información sobre el uso adecuado de sustancias sujetas a fiscalización. Sin embargo, y a la fecha, dicho comité  limita sus actividades a clasificar las sustancias en alguna de las listas predefinidas (I a IV), según la Convención de 1961 o según el Convenio de 1971, en donde esencialmente, el criterio aplicado es la similitud, en cuestión de abuso y de efectos nocivos, con otras sustancias ya fiscalizadas[18]. Dicha clasificación se lleva a cabo mediante un examen crítico, que se realiza en cualquiera de los siguientes casos:

1)   una Parte en la Convención de 1961 o en el Convenio de 1971 ha presentado una notificación relativa a la incorporación de una sustancia en alguna lista,

2)   la Comisión de Estupefacientes de las Naciones Unidas ha hecho una petición explícita de que se examine una sustancia,

3)   tras el examen preliminar de una sustancia, se ha recomendado un examen crítico, o

4)   se ha señalado a la atención de la OMS información según la cual se fabrica clandestinamente una sustancia que constituye un riesgo especialmente grave para la salud pública y la sociedad y no tiene utilidad terapéutica reconocida en ningún Estado Miembro.

Si posteriormente se confirman usos terapéuticos de la sustancia en cuestión en cualquier Estado Miembro en relación con el caso 4), la sustancia se someterá a un examen preliminar.

La pregunta frente a esta dinámica sería, ¿Existen efectos reales de esta clasificación y reclasificación de las sustancias sujetas a fiscalización sobre la salud pública?

En contrasentido a esta dinámica fiscalizadora-clasificadora, una estrategia mediante la cual se pudieran caracterizar tanto las SPA como las dinámicas de su consumo bajo la ilegalidad, tendría claramente un mayor impacto, primero que todo, sobre dichas dinámicas de consumo, y posteriormente, sobre la salud pública.

En este sentido es que además de obtener información del contenido de la sustancia, los SAS también han permitido la recepción de  información directamente del usuario, que comparado con otras formas de intervención, como por ejemplo las encuestas sobre consumo o los análisis realizados sobre sustancias incautadas por las autoridades, pueden retratar de manera más fidedigna la dinámica de consumo, y por lo tanto pueden generar información que tiene un mayor impacto en la disminución de  los riesgos y la mitigación de  los daños implícitos.

Si se mantiene la calidad en la atención al usuario y la recolección de información de sustancias a través del SAS, este puede perfilarse, ya no sólo como una herramienta de prevención, sino, inclusive, como un mecanismo efectivo de promoción del uso racional de las SPA; primero, identificando, y luego influyendo positivamente en los tipos de uso irracional, en el volumen de dichos usos irracionales y en los motivos por los que se utilizan de forma irracional las SPA.

 Algunas Reflexiones Acerca De Las Particularidades Del Consumo De Spa.

Partamos del hecho de que sustancias psicoactivas y uso de sustancias psicoactivas, no son lo mismo. Los efectos psicotrópicos inherentes a las sustancias no definen de forma directa las prácticas convenientes o inconvenientes que un individuo tenga frente a dichas sustancias. Atribuir los problemas que pueden derivarse de un consumo de SPA a dichas características inherentes, es invertir la relación que tiene el individuo con las mismas, y de esta forma, asumir al  individuo como un ente desprovisto de carácter y juicio.

Una autodeterminación saludable, frente a la decisión de consumir SPA, obedece a un convenio entre el placer y el criterio del usuario, y dicho convenio únicamente puede resultar exitoso si se cuenta con la información suficiente para tomar decisiones que mantengan las experiencias psicotrópicas  dentro de los parámetros de dicho convenio.

Dentro del ámbito terapéutico, la automedicación resulta una práctica problemática y la tendencia en la promoción del uso racional de medicamentos es eliminar dicha práctica. En el campo de las SPA´s, por el contrario, dicha “automedicación” es un principio,  y de esta “automedicación” parten todas las demás decisiones que puedan tomarse respecto al consumo de dichas sustancias. Así mismo, mientras que en terapéutica se manejan unos regímenes de dosificación que permitan mantener una cantidad terapéuticamente efectiva en el organismo; en el ámbito de las SPA´s lo que el individuo busca al “automedicarse”, es una cantidad “psicotrópicamente efectiva” (que tan alterado me quiero sentir) que puede, en muchas ocasiones, contravenir lo aceptado en cuanto a niveles de toxicidad y seguridad clínicamente encontrados para estas sustancias.

La balanza del riesgo-beneficio que se maneja en terapéutica no puede aplicarse del mismo modo a los consumos psicotrópicos. Así como en la automedicación, existen divergencias en otras prácticas análogas. Por ejemplo, entre el paciente polimedicado y el  policonsumidor de SPA, así como entre el abuso del consumo de ciertos medicamentos (como los antibióticos) en la población que conlleva a complicaciones (como la resistencia de las infecciones), y el abuso por parte de los usuarios de SPA que implican un incremento en la tolerancia del usuario.

Queda claro entonces que los problemas del uso irracional de sustancias a nivel terapéutico difieren ampliamente de los problemas del uso recreacional de SPA, a pesar que sea desde la clínica y la salud pública que se estén buscando actualmente alternativas, es decir, que existe una perspectiva sesgada, desde un punto de vista clínico, de las prácticas de los consumidores de SPA, en donde se le pronostica o se le prevé como un potencial enfermo. Y si bien es cierto que la farmacodependencia es claramente un problema clínico, es necesario preguntarse ¿son las prácticas psicotrópicas un asunto de salud pública? A partir de éste cuestionamiento podríamos comenzar a discernir qué problemas provienen directamente del consumo de sustancias y qué problemas provienen de las prácticas de consumo bajo la ilegalidad.

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